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HorizonteRamón Pérez-Maura

Mónica García nos esclaviza un poco más

Ahí viene la candidata derrotada por Ayuso e impone una nueva legislación para prohibir lo que la mayoría de los madrileños consiente. Como dicen los chinos «¿libertad para qué?». Ya sabe el Gobierno lo que nos conviene. Nosotros no tenemos ni idea. Viva el despotismo ilustrado. Y sin ilustrar

Es increíble la preocupante deriva de la democracia occidental. Cada vez tenemos más partidos de ultraizquierda que van conquistando terreno e imponiendo su discurso a otros partidos. Aunque hoy no vengo a hablar de Gaza, me impresiona bastante que en el Gobierno del Reino de España haya dos ministros, Eduardo Urtasun –diplomático, por cierto– y Sira Rego que eran miembros del Parlamento Europeo el 7 de octubre de 2023 y que se negaron a votar a favor de la moción de condena de la Eurocámara contra la barbarie cometida ese día por Hamás y sus adláteres. Estos dos políticos son miembros de Sumar –que no estoy muy seguro de si es una coalición o simplemente una agrupación de intereses– a los que les importan unos muertos más que otros.

Hablando de muertos, nuestra ministra de Sanidad, también miembro de Sumar Mónica –médico y madre– García ha tenido a bien promover una nueva prohibición para cuidar de todos nosotros. Ya sabemos que lo que mejor hace la izquierda es prohibir. Es un poco como el despotismo ilustrado del siglo XVIII: Todo para el pueblo, pero sin el pueblo. Y eso es así porque como el pueblo no sabe lo que le conviene, llega la ministra García y saca la máquina de emitir decretos de prohibición.

Ya saben que el último decreto es del de prohibir fumar en las terrazas de los restaurantes y bares. Y eso es por ahora, porque cualquier día será en las terrazas de nuestras casas, ya sean pisos, o casas en el campo. También se prohíbe fumar en las playas. Y lo siguiente será que nos fijarán a qué distancia de la orilla tiene que estar un bote para que te dejen fumar abordo.

Quizá podríamos estar de acuerdo en que para que los fumadores en una terraza no molesten a otros clientes del mismo establecimiento que rechazan el tabaco, se podría adoptar el método bastante sencillo de que los establecimientos puedan decidir libremente en cuáles se puede fumar y en cuáles no. Y el cliente, antes de escoger una, sabe si allí se fuma o no y va a donde él prefiera. Vade retro, Satana! Dejar escoger al ciudadano libremente es un error que jamás se debe consentir. Ya están las Mónica García del mundo para decidir por nosotros qué nos conviene. ¿Por qué no se hace algo tan sencillo como dejar elegir? Porque eso debe ser peligrosísimo.

La lenta implantación de las leyes antitabaco en los restaurantes españoles han sido una pesadilla para casi todos ellos. Como presidente de la Cofradía de la Buena Mesa y miembro de número de la Real Academia de Gastronomía tengo alguna noción de esos problemas. Bajo Zapatero primero se ordenó instalar máquinas extractoras de humo potentísimas que después tampoco valieron y generaron pérdidas enormes a los restaurantes. Y después se ordenó establecer salas de fumadores y salas de no fumadores. Lo mismo que propongo yo ahora con las terrazas. Se acabó prohibiendo también. ¿Por qué? Porque la mayoría de los clientes querían ir a las de fumadores. No obedecían a la voluntad del Gobierno. Así que el despotismo ilustrado se volvió a poner en marcha y prohibió todas las salas de fumadores.

En la Comunidad de Madrid, en su defensa de las libertades, sigue siendo posible fumar en las terrazas. Pues nada. Ahí viene Mónica García, la candidata derrotada por Isabel Díaz Ayuso e impone una nueva legislación para prohibir lo que la mayoría de los madrileños consiente. Como dicen los comunistas chinos «¿libertad para qué?». Ya sabe este Gobierno lo que nos conviene. Nosotros no tenemos ni idea. Viva el despotismo ilustrado. Y sin ilustrar.

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