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Cartas al director

Gobierno progresista

La verdad es que me costaba entender qué era eso del «progresismo». Hasta ahora. «Progresismo» viene de «progreso», que, según el DRAE, se define como «acción de ir hacia delante». En efecto, tenemos un Gobierno «progresista», que va hacia delante en su misión de estalinización de la sociedad.

Últimamente hemos oído a la titular de la cartera de Trabajo y vicepresidenta segunda del Gobierno de la nación, la Sra. Díaz, arremeter contra los empresarios: «Los sindicatos tienen toda la razón para salir a la calle contra la CEOE». Días más tarde, el Sr. Echenique, secretario de Acción de Gobierno, Institucional y Programa de Unidas Podemos, ha propuesto la eliminación del gas natural en los hogares españoles, sustituyéndolo progresivamente con la creación de sistemas públicos de calefacción por barrios.

La guinda, de momento, la ha puesto el mismísimo Sr. Sánchez, presidente del Gobierno (sí, ¡presidente del Gobierno!), el que ha atacado, sin matices, «a las grandes eléctricas, que van de la mano de la derecha política y mediática».

Si a ello le sumamos los no menos bravos ataques del ministro Garzón contra el sector cárnico, el control de la industria tecnológica (Indra), el esfuerzo por controlar el Poder Judicial, el nulo pudor que tiene el Gobierno para mentir o para sostener hoy una cosa y mañana la contraria (¿se acuerdan del «no podría dormir con Unidas Podemos en el Gobierno?) da la impresión de que la próxima perla progresista va a ser la de imponer los planes quinquenales de la antigua URSS: «Queridos camaradas, no tenéis por qué preocuparos; el Estado se encarga de todo». Stalin en estado puro.

Y el camarada ciudadano «sólo se va a tener que preocupar por asentir silenciosamente y obedecer las amables consignas de la «progresía».

Como acuñó el ilustre José María García, «ojo al dato».