Proyectos políticos irreconciliables

Goya los representó de forma muy gráfica: dos energúmenos atizándose garrotazos hundidos los pies en el fango. Algo muy parecido empieza a otearse una vez más después del período ilusionante de la transición. Y digo ilusionante porque con la Transición, por primera vez, prendió la idea de la tercera España, la de la sana convivencia que nos alejó de la barbarie. ¿Hasta cuándo? Pero... todo se empezó a torcer cuando Rodríguez Zapatero se hizo cargo del Gobierno de España y esta lucha entre bandos irreconciliables empezó nuevamente a tomar cuerpo. Pedro Sánchez se ha empeñado en continuar por este camino que divide la convivencia.

En esta ocasión la lucha está planteada entre los que defienden la unidad de España y aquellos que se empeñan en romperla. Entre los primeros se sitúan aquellos que creen que la soberanía está en el conjunto del pueblo español. El espectro ideológico de los que mantienen esta postura va desde los que defienden la Monarquía parlamentaria hasta los que defienden un república federal o la república parlamentaria. Entre los segundos están los nacionalistas independentistas, claramente partidarios de la separación, y aquellos que trabajan por conseguir una república confederal con derecho de autodeterminación y en la que la soberanía correspondería a los diferentes estados que conformarían esta confederación. En este tipo de república están posicionados sectores afines al nacionalismo, parte del socialismo y comunismo. Un panorama de división realmente inquietante.