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Cartas al director

Sánchez, un hereje en el alambre

Siempre ha sido el artista del alambre uno de los principales reclamos circenses: ese hombre que, sin red alguna que amortiguase su caída, camina sobre una cuerda a una altura considerable mientras el público, expectante, contiene la respiración para estallar en aplausos al llegar a la meta sano y salvo, y es que una maniobra parecida es lo que Sánchez ha hecho presentado un decreto como una olla podrida en el sentido cervantino: un texto legal donde ha mezclado sin pudor alguno churras con merinas al aparejar el incremento de las pensiones con la subida del IVA a los alimentos, o el bono para transporte público con el regalo de un palacete al PNV.

Sin embargo, un ligero viento procedente de Waterloo ha movido la cuerda para hacer a Sánchez dar, metafóricamente, con sus huesos en el suelo: muy acertadamente le espetó Nogueras, portavoz de Junts, hace unos días que el gobierno no debe actuar como si tuviera mayoría porque no la tienen.