Cartas al director
Los herederos de Robespierre
La izquierda es especialista en ganarle el relato a la derecha y uno de los relatos que le ha ganado es el de haber hecho creer a la sociedad que el nazismo fue un movimiento de derechas, y que, por lo tanto, los muertos causados por él son atribuibles a la derecha, cuando la realidad es que dichos muertos hay que imputarlos a la izquierda, porque si los nazis se definieron así mismos como nacional-socialistas, no lo hicieron por capricho, sino porque realmente así se consideraban a pesar de las contradicciones que implica que ambos términos vayan unidos.
Las raíces ideológicas del totalitarismo, tanto el nazi como el comunista, parten de la Revolución Francesa, que no fue una revolución singular, sino plural porque tuvo dos almas: la que triunfó en 1789 y la que triunfó en 1793.
La primera estaba a favor de una monarquía parlamentaria, siendo Voltaire su figura más destacada, era una corriente política admiradora de la sociedad ateniense y partidaria de la propiedad privada, de la libertad individual y del libre mercado.
La segunda era mucho más revolucionaria, estaba a favor de implantar una república y terminó en la tristemente famosa 'dictadura del terror' llevada a cabo por el Partido Jacobino. Sus padres ideológicos, entre los que se encuentra Rousseau, eran admiradores de la sociedad espartana en la que el individuo estaba sometida al Estado careciendo del derecho a planificar su propia vida.
Si los partidarios durante la revolución francesa del modelo ateniense tenían una concepción individualista de la sociedad, los partidarios del modelo espartano tenían una concepción colectivista de la misma y son precisamente de estos últimos, los jacobinos, de donde derivan los totalitarismos del siglo XX, porque no se puede negar que tanto el comunismo como el nazismo, que nada tienen de liberales, encajan con la visión espartana de la sociedad y no con la ateniense. Mussolini no lo pudo dejar más claro: «Todo dentro del Estado, nada fuera del estado.»
Ambos movimientos políticos surgieron con la intención de demoler por completo las sociedades burguesas liberales de la época y hacer tabla rasa del pasado, creando una sociedad completamente nueva. Para lograrlo se vieron obligados a plagiar los métodos de terror practicados 140 años antes por el Partido Jacobino. Como afirmó Luciano Pellicani: «Lenin nunca pretendió ser Robin Hood, sino Robespierre».
Si Robespierre, como afirma Yuval Noah en su nuevo libro Nexus, hubiese contado con los medios de comunicación y de control de masas existentes en el siglo XX hubiese sido tan totalitario como ellos.
En el año 1937 le preguntó una estudiante inglesa a Rudolf Hess: «¿Cuál es la diferencia entre el nazismo y el comunismo?» «No tengo ni idea», dijo y se echó a reír.
Las únicas diferencias reales entre el comunismo y el nazismo son básicamente estéticas, así que no nos cuenten milongas la izquierda con la amenaza fascista de la extrema derecha, porque los únicos hijos de los fascistas y los únicos nietos de Robespierre son ellos.