Cartas al director
El vendedor de ahora se llama 'influencer'
¿Alguna vez ha sentido que conoce personalmente a ese influencer que da consejos sobre cómo vivir, vestir o comer? Esa es precisamente la trampa.
Los influencers no son gurús ni amigos; son la versión moderna de los vendedores a domicilio y su estrategia es brillante: han sustituido la tienda física por nuestra pantalla de móvil.
En el pasado, la publicidad en televisión era un mensaje frío y general. Hoy, los algoritmos saben qué inseguridades tiene usted y qué desea comprar. Le envían un rostro sonriente que le habla al «tú» sobre sus «fallos» y sus «soluciones».
La clave es la intimidad falsa. El influencer comparte supuestos momentos vulnerables para que usted sienta que lo conoce, creando un lazo de confianza. Cuando le recomienda un producto o un curso, no lo ve como un anuncio, sino como un consejo sincero de un amigo. Y para sellar la venta, le da un código de descuento que le hace sentir parte de su «círculo exclusivo».
La consecuencia es que estamos entregando nuestra credibilidad a profesionales del marketing sin ninguna cualificación, abriendo la puerta a riesgos que van desde la estafa económica hasta los peligros sanitarios.
Deje de pagar con su salud y su bolsillo la fachada de una vida perfecta que solo existe para generar ingresos. Recuerde siempre: si le venden una ilusión, el único producto real que está comprando es su propio engaño. El influencer es solo marketing.