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en primera líneaJuan Van-Halen

Un progresismo caníbal

¿Que sería Sánchez sin sus socios y sus socios sin Sánchez? Es una pregunta con respuesta irrefutable

Actualizada 18:48

No sólo sufrimos una grave alteración de la Historia que ignora y devalúa unas páginas mientras glorifica y manipula otras sólo por intereses ideológicos, sin escuchar a los historiadores. También sufrimos el engaño –y lo asumimos sin rechistar– en lo que vivimos cada día. Sólo así se explicarían los 10.774.976 votos de las dos formaciones nacionales de izquierda el 23-J. Esos millones de votos parecen llegados de otra galaxia.

Sánchez habla de «mayoría social de progreso» pero el progresismo no es necesariamente de izquierdas. El origen del Estado de Bienestar fue la ley de Seguro de Desempleo de 1883 del canciller alemán Bismarck no precisamente progresista. Dato, conservador, dispuso en 1900 la primera legislación laboral española y fue asesinado por pistoleros de izquierda en 1921. Es interesantísimo el relato de Chaves Nogales sobre su encuentro en Moscú, en 1928, con Ramón Casanellas, uno de los asesinos.

En 1903 el conservador Maura creó el Instituto de Reformas Sociales y en 1908 dio vida al Instituto Nacional de Previsión con un moderno sistema de seguros sociales. El INP impulsó el Retiro Obrero Obligatorio, aprobado por el liberal Romanones, primer seguro social público de cobertura de vejez. Primo de Rivera creó en 1929 el Seguro Obligatorio de Maternidad. Franco, por ley de 1 de septiembre de 1939, eliminó el sistema de capitalización y estableció uno de reparto con pensiones fijas que culminaría en 1947 con la creación del Seguro Obligatorio de Vejez e Invalidez. En 1942 había constituido el Seguro Obligatorio de Enfermedad. En 1961 se creó el Seguro de Desempleo.

En 1963 Franco promulgo la ley de Bases de la Seguridad Social que se concretaría en la ley General de la Seguridad Social de 1966. La reorganización del Sistema de Seguridad Social se produjo en 1978, gobierno de Suárez, y se crearon el Instituto Nacional de la Seguridad Social, el Instituto Nacional de Salud, el Instituto Nacional de Servicios Sociales, el Instituto Social de la Marina y la Tesorería General de la Seguridad Social. En 1957 se había creado el Ministerio de la Vivienda para dar respuesta a una necesidad social indudable. Suprimido en 1977, revivió en 2004 y fue eliminado por Zapatero en 2010. Estos hitos de la protección social en España no se debieron al progresismo ideológico. Ahora se plantean otros escenarios en derechos sociales como la llamada ley trans, la ley del «sólo sí es sí», o la última ley de Vivienda que presentó Bildu por generosidad de Sánchez; fallan por su carga ideológica o sus lagunas jurídicas que en el caso de la ley del «sólo sí es sí» produjo indeseables consecuencias.

Sánchez valora la «mayoría social de progreso» desde un subjetivismo simplista y un adanismo aberrante. Esa mayoría ampara a un conglomerado artificial y contradictorio de partidos y partiditos enfrentados que coinciden en apoyar a Sánchez en la tarea de demolición nacional. Resultaba increíble hasta ahora que un presidente de Gobierno se prestara a traicionar la que debería ser su primera responsabilidad: preservar íntegramente la Constitución con atención especial a su artículo 2. Por algo no lo hicieron ninguno de los presidentes de la democracia desde Suárez a él, facilitando la gobernación del partido más votado y, si le falta cuajo para hacerlo, convocando elecciones como hizo al día siguiente de perder el 28-M. Entonces le movió su propio interés temiendo turbulencias en su partido.

Sánchez miente, es lo suyo, y cuando le conviene lo enfanga y embarulla todo en su sólo beneficio sin pensar en los españoles ni en los sacrificios que sus decisiones puedan acarrearles. ¿Qué tienen en común golpistas, bilduetarras, reaccionarios y comunistas? Que se considere progresistas a Junts y al PNV es una broma. A los socios de Sánchez les une acabar con la España que conocemos. Y para lograrlo, no nos engañemos, les sobra la Monarquía parlamentaria. Felipe VI lo sabe porque acaso es el español mejor informado. Para el Rey lo primero es la Constitución y la tranquilidad y concordia de los españoles. El respeto a la Constitución está presente en la regia ronda de consultas. Por eso no acuden los que han manifestado públicamente, incluso en sede parlamentaria, que el Rey de los españoles no es su Rey. Nadie puede arrogarse su representación.

Armengol es una concesión de Sánchez a sus socios; era su candidata. Le avalaba su propuesta de consulta Monarquía-República y considerar a las Islas Baleares parte de la entelequia de los «países catalanes». Le cae muy grande la presidencia del Congreso. Ya erró el primer día y no sólo cuando utilizó el mal llamado lenguaje inclusivo. Creer que incorporar las otras lenguas españolas al Congreso era cosa de un día demuestra que es una ignorante. La Constitución en su Artículo 3.2 es clara sobre el ámbito de utilización oficial de las diferentes lenguas de España. Nadie lo ha recordado. Se coló en el Senado por su consideración constitucional de «Cámara de representación territorial» pero el Congreso no lo es. También es relevante que se oculte, en un afán de agradar a su socio prófugo, que la inclusión del irlandés como lengua de la UE tardó muchos años en aceptarse y se habla en todo el país. Para engañar a Puigdemont, vale.

¿Que sería Sánchez sin sus socios y sus socios sin Sánchez? Es una pregunta con respuesta irrefutable. Nada. Se trata de un progresismo que nos devorará a todos. Devorará la Constitución y a poco que pueda la Monarquía. Un progresismo caníbal.

  • Juan Van-Halen es escritor. Académico correspondiente de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando.
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