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12 de mayo de 2024

en primera líneaAndrés Muñoz Machado

Velocidad y economía

La transformación del sector transporte en las dos próximas décadas será de una enorme profundidad

Actualizada 01:30

Cuentan que los primeros automóviles que rodaron por Madrid, a comienzos del siglo pasado, portaban un Manual de Instrucciones, en el que se decía que el vehículo podía alcanzar los 20 km/h pero que se recomendaba a su «piloto» no alcanzar semejante velocidad. Unos cien años antes, Inglaterra había visto circular por sus carreteras una especie de carromatos a los que se había incorporado una máquina de vapor. Las leyes inglesas, ante el posible peligro, prescribieron que cuando el vehículo se moviera tenía que ir precedido de una persona, con una bandera roja, anunciando su paso. Por aquel entonces se fue consolidando el ferrocarril y convirtiéndose en uno de los peores negocios de la historia. En nuestros días, los trenes de alta velocidad permiten que se tarde menos en viajar entre dos ciudades, separadas varios cientos de kilómetros, que en trasladarse de uno a otro de sus barrios. Es más, si el «hyperloop» se hace realidad, consiste en viajar en cabinas dentro de un tubo, a alrededor de 1.000 km/h, se tardará en ir de Madrid a Sevilla poco más de media hora. El sensato «piloto» de hace un siglo o el portador de la bandera roja, han sido sustituidos por sensores y automatismos. La posibilidad de contemplar el paisaje, cuando se viaja en medios tan rápidos, se ha hecho menor, o eliminada por completo.
La humanidad, no obstante, no parece haber perdido su inclinación por ver nuevas tierras y sentir el influjo de otras culturas, lo que parece una primera explicación de que se estén alcanzando algo así como los 2.000 millones de llegadas turísticas al año, a nivel mundial. Está por ver cual acabará siendo el impacto de la Revolución Digital sobre los viajes de negocios, ya que hay quien estima que las videoconferencias tienden a disminuirlos.
El Sector Transporte, en la Unión Europea, supone el 10 por ciento del PIB y unos diez millones de puestos de trabajo. En lo que se refiere al transporte de pasajeros, los europeos emplean vehículos automóviles o similares en el 89,5 por ciento de sus viajes, el resto lo hacen en ferrocarril (6,3 por ciento); avión (4 por ciento); mar (0,2 por ciento).
El transporte de mercancías se hace, en la UE, en un 78 por ciento por carretera, un 5 por ciento mar y un 17 por ciento tren. España es el país europeo con menor proporción de transportes de mercancías por ferrocarril, solo alrededor del 4,5 por ciento, el restante 95,5 por ciento se hace por carretera. Estos mismos porcentajes son para Alemania el 19 por ciento y el 81 por ciento.
El transporte tiene una alta participación en la emisión de gases de efecto invernadero, se estima que supone un 25 por ciento del total. Alrededor de las tres cuartas partes de esta cantidad corresponden a la carretera, al ferrocarril el 1 por ciento y, el resto, por partes más o menos iguales, al barco y al avión. Añádase que el 6 por ciento del gasto de energía de la UE se debe a los atascos de tráfico, que cada día se producen en unos 7500 km de carreteras europeas.
ilustracion trenes

Lu Tolstova

La Comisión Europea, en relación con el cambio climático y el sector transporte, ha tomado medidas como las siguientes: electrificar los ferrocarriles; transferir el transporte de mercancías por carretera al ferrocarril o al barco, en un 30 por ciento para 2030 y hasta un 50 por ciento en 2050; ampliar y modernizar las infraestructuras, sobre todo ferroviarias, impulsando la alta velocidad como medio sustitutivo del avión en distancias medias; conseguir que, la mayor parte del transporte interior de pasajeros se haga por ferrocarril; y promover el avión para viajes internacionales. La recomendación quizás más curiosa son las autopistas ferroviarias, en las que los trenes transportan camiones cargados un cierto trecho, volviendo después estos a la carretera.
La red de autopistas de España es la de mayor longitud de Europa. Adicionalmente, nuestra red de ferrocarriles de alta velocidad es la segunda del Mundo, solo superada por China. Es alrededor de un 30 por ciento mayor que la francesa y más que duplica a la alemana. Dicha red se dedica al transporte de pasajeros. La cifra de viajeros que la emplean anualmente es, sin embargo, la séptima del mundo, muy inferior a la china, un tercio de la francesa y la mitad de la alemana. Algunas investigaciones recientes están comenzando a poner en duda la rentabilidad de estas inversiones y, a la vez, están preguntándose cual es el motivo de no haberlas dedicado al fortalecimiento de las infraestructuras ferroviarias de transporte de mercancías.
España es, según EUROSTAT, el país con el mayor número de empresas en el sector logístico, de las que unas 170.000 corresponden al sector de transporte por carretera, siendo más de la mitad propiedad de empresarios autónomos.
Se tiene el objetivo, se dice que ambicioso para España, de conseguir para 2030 (Plan del MITMA «Mercancías 30») elevar la cuota del transporte ferroviario de mercancías hasta el 10 por ciento, cantidad que duplica la actual pero que todavía está bastante lejos de las existentes en la UE, donde, nuestro país, seguiría ocupando el último lugar. Informes fiables señalan que, si se desea cumplir lo propuesto por la Unión Europea, la cifra anterior ha de ser de un 15 por ciento a un 20 por ciento en 2030 y de un 35 por ciento a un 40 por ciento en 2050.
La transformación del sector transporte en las dos próximas décadas será de una enorme profundidad y ello, no por los problemas técnicos que supone, los más de ellos resueltos o en vías de perfeccionarse, sino por los problemas derivados de la transformación de empresas y puestos de trabajo, cambio de costumbres, asignación de inversiones, necesidad de una planificación conjunta, modificaciones en su reglamentación. La Comisión Europea afirmaba, hace unos años, que los reglamentos regionales eran una de las causas de que la velocidad de los trenes de mercancías, en Europa, fuera similar a la de un rompehielos en el Báltico.
  • Andrés Muñoz Machado es doctor ingeniero industrial
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