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19 de mayo de 2024

en primera líneaAna romero

Carmen, entre el machismo y el feminismo

El último de estos subproductos se acaba de estrenar este mes de febrero en Madrid. Carmen, que sufrió como pocas el machismo rampante de las postrimerías del franquismo, se encuentra con unos nuevos mismos (ahora llamados machirulos) que descubren el poder del feminismo como commodity y se lanzan a convertirla en icono feminista y megaprotagonista de la Transición

Actualizada 01:30

Hoy, 8 de Marzo, hace 25 años que entrevisté a Carmen Díez de Rivera, la primera y única mujer de la democracia española que ha ocupado el cargo de directora de Gabinete de la Presidencia del Gobierno. Lo hice para conmemorar con ella el Día Internacional de la Mujer, entonces poco menos que una excentricidad que en Madrid apenas congregó a mil manifestantes. En 2019 lo hicieron 375.000.
A Carmen le pareció una idea estupenda celebrar el 8-M con una entrevista en El Mundo, harta ya de que «siempre están los mismos» (sic). Me lo dijo con una sonrisa refiriéndose a los mismos políticos, los mismos periodistas, los mismos empresarios, los mismos profesores. Los mismos de siempre. Los hombres con los que ella hizo la Transición política, la sustitución gradual y pacífica de la dictadura franquista por un régimen democrático que tuvo lugar en la década de los 70 del siglo pasado (1).
Estaba cansada de esos mismos porque el machismo lo impregnaba todo cuando en el verano de 1976 llegó al Palacio de Villamejor, sede entonces de la Presidencia del Gobierno en el paseo de Recoletos. También permeaba el columnismo casposo de la época, cuna de un apodo que ella detestó hasta el final de sus días: la Musa de la Transición. Fue Francisco Umbral –cómo no– el primero en referirse así a Carmen, aunque inicialmente la calificó de Musa de la Reforma (2). Vuelvo a leer el artículo hoy con cierta vergüenza ajena: lo que en 1977 era el colmo de la modernidad resulta hoy infantil y rijoso.
ilustracion carmen

Lu Tolstova

Carmen murió de cáncer ocho meses después de ese 8-M que celebramos juntas. Tenía 57 años. Me dejó sola con el firme compromiso de publicar sus memorias o su biografía, según se mire. Así lo hice en 2002. El libro (3) se presentó en el Círculo de Bellas Artes en Madrid con la presencia de Santiago Carrillo, el zorro rojo (4) con el que ella escandalizó a la sociedad española: en 1977 se convirtió en la primera alto cargo desde la Guerra Civil que se reunió públicamente con un líder comunista.
Con la tranquilidad de la palabra cumplida, me marché a vivir fuera de España durante una década. La satisfacción duró poco. En nuestro libro, Carmen describe su contribución a la llegada de la democracia como destacada consejera política de Juan Carlos de Borbón y de Adolfo Suárez. También habla por primera vez abiertamente de su vida personal, del drama que la marcó de joven y del consuelo que encontró en Dios en la madurez: «Cristo es también mi familia. Luego, pues están mis amigos» (5).
Así, su memoria publicada se convirtió en una caja de Pandora de sucedáneos que se regodearon en el salseo de la relación adúltera de sus padres. Entre las imágenes todo a cien que tardé años en forzarme a ver recuerdo la de un guapísimo actor cubano interpretando a Ramón Serrano Súñer, el padre biológico de Carmen. Un huevo a una castaña. Qué importan los acentos. La realidad nunca debe estropear una buena historia. Un poco de sexo lo arregla todo.
El último de estos subproductos se acaba de estrenar este mes de febrero en Madrid (6). Carmen, que sufrió como pocas el machismo rampante de las postrimerías del franquismo, se encuentra con unos nuevos mismos (ahora llamados machirulos) que descubren el poder del feminismo como commodity y se lanzan a convertirla en icono feminista y megaprotagonista de la Transición. Ella, que tenía un finísimo sentido del humor, habría estado encantada. Tres hombres –dos guionistas y un director– la transforman en heroína frente a dos sufrientes monigotes – el Rey Juan Carlos y Adolfo Suárez. Mejor imposible. ¿Presentismo histórico o interés comercial? El resultado es una máquina de reñir que llama –¡Juan!– a Don Juan Carlos y viste pantalones de tergal azul marino. Obvian sus vaqueros tanto como su sutileza intelectual y su elegancia.
En el siglo XX, Carmen logró imponerse al machismo. Dentro de 25 años, esperemos que haya conseguido superar también al feminismo del XXI. DEP.
  • Ana Romero Galán es periodista, escritora y biógrafa de Carmen Díez de Rivera
1. Fuentes Aragonés, Juan Francisco (2006), Lo que los españoles llaman transición, Mélanges de la Casa de Velázquez.
2. Umbral, Francisco (30 Diciembre 1977), La musa de la Reforma, Diario de un snob, El País.
​(3) Romero, Ana (2002), Historia de Carmen, Barcelona, Planeta. En 2013, el libro se reeditó en la misma editorial bajo el título de El triángulo de la Transición y está a la venta con ese título en formato ebook.
​(4) Preston, Paul (2013), El zorro rojo: la vida de Santiago Carrillo, Barcelona, Debate.
​(5) Romero, op. cit p. 243
​(6) Tallón M. Francisco y Pérez García, Miguel, Carmen, nada de nadie, Teatro El Español, Madrid del 17 enero al 18 febrero de 2024.
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