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en primera líneaCarlos de Urquijo

¿PP o Vox?

Jamás se ha visto a los partidos que forman la actual coalición gubernamental, la izquierda rara vez lo hace, reñir en público y menos aún en el tono desabrido que escuchamos entre los dos partidos de la derecha

Tarde o temprano seremos convocados a las urnas y los que, por el bien de España, creemos urgente desalojar a Sánchez del Gobierno, solo tenemos dos opciones para lograrlo, votar al PP o hacerlo a Vox. Si bien parece que el PP encabezará la alternativa, es igual de evidente que su candidato necesitará los votos de Vox para ser investido presidente. En mi opinión, ambas opciones son legítimas y necesarias, por ello muchos no entendemos la animadversión, cuando no el desprecio, que se gastan entre sí sus dirigentes. Jamás se ha visto a los partidos que forman la actual coalición gubernamental, la izquierda rara vez lo hace, reñir en público y menos aún en el tono desabrido que escuchamos entre los dos partidos de la derecha.

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El Debate (asistido por IA)

El primer problema que afronta España es el de su unidad, cuestionada desde el cantonalismo del XIX hasta hoy mismo, y para la que parece no somos capaces de encontrar solución. PP y Vox tienen importantes diferencias que hacen imposible que, a corto o medio plazo, sean superadas. Lo que nació como una hijuela del PP hoy ya no lo es, pero lo importante es su coincidencia en reconocer nuestro primer problema y la necesidad de preservar nuestra integridad territorial. Siendo así, está de más que el PP afirme ser el único partido constitucionalista de España, Vox lo es también, cosa distinta es que plantee su reforma. La reforma es una previsión de nuestra carta magna, por tanto, su modificación no coloca a nadie fuera del sistema. Tras cincuenta años de vigencia creo sinceramente que, sin ser exhaustivo, hay al menos dos cuestiones que deben ser revisadas. En primer lugar, el diseño y resultado de la aplicación del título VIII, en definitiva, nuestro Estado autonómico. En segundo lugar, consecuencia de la deslealtad del separatismo, la vigencia del artículo tres en todo el territorio nacional.

Es más, en relación con el separatismo, no supone colocarse fuera de la Constitución, discutir su presencia en nuestras instituciones cuando niegan y combaten la indisoluble unidad de la nación en la que se fundamenta nuestra Constitución. Tampoco es de recibo su evidente sobrerrepresentación en las Cortes Generales que nadie se atreve a cuestionar. Todo lo anterior, sin olvidar la actual participación institucional de un partido que fue calificado por la cúspide de nuestro sistema judicial, parte de una organización terrorista.

En definitiva, lo que quiero destacar es que, pese a los recelos, PP y Vox, además de coincidir en lo más importante, se necesitan mutuamente para descabalgar a Sánchez. Llegar a la Moncloa es condición necesaria, pero no suficiente, quedará lo más importante, el compromiso de un acuerdo que asegure una acción de gobierno que, haciendo frente a los que serán ataques brutales de la izquierda, articule las reformas legales necesarias para fortalecer la unidad y rehacer nuestro maltrecho Estado de derecho.

No conozco personalmente a Alberto Núñez Feijóo, pero estoy seguro de su preocupación por la gravedad del momento y espero que, pese a algún exabrupto de Vox, no olvide quién es su verdadero adversario. Conozco de cerca a Santiago Abascal, su generosidad y su patriotismo están acreditados, por eso estoy seguro de que hará el esfuerzo de emplear sus muchas energías en desactivar la maldad de Sánchez y no en criticar la, en ocasiones, tibieza del PP. Esperamos mucho de ellos y por eso ahora es el momento de demostrar que, además de políticos, son hombres de Estado, capaces de pensar no solo en las próximas elecciones sino, sobre todo, en las próximas generaciones.

  • Carlos de Urquijo fue delegado del Gobierno en el País Vasco
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