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25 de abril de 2024

TribunaAlmudena Negro Konrad

La izquierda ni fue ni es feminista

Nos quieren víctimas. Y no nos quieren libres. De ahí la transmutación de la lucha de clases en lucha de sexos, donde el hombre es el burgués y la mujer la víctima proletaria

Actualizada 09:21

El 8 de marzo asistimos al fracaso de las movilizaciones por el Día de la Mujer Trabajadora, así como a una guerra fratricida entre las izquierdas. La ruptura de éstas se ha producido tras asumir el Gobierno de Pedro Sánchez las teorías transfeministas, que suponen la destrucción de la tradicional ideología de género. Esa ideología-negocio a la que la abogada Guadalupe Sánchez, autora de Populismo punitivo, denomina feminismo identitario. Al negar el Gobierno de Sánchez la ciencia y la biología y considerar el sexo como algo sentido, decaen las teorías del heteropatriarcado. ¿Cómo demostrar la autopercepción de los nacidos varones? Si no existen ni el sexo ni el género, no hay feminismo identitario que valga.
El feminismo es defensa de la igualdad universal ante la ley de hombres y mujeres. Ante la ley, que no mediante la ley. Sin colectivizar, sin dividir entre buenos y malos, sin caer en la postmarxista lucha de sexos.
La izquierda, que pretende hacernos creer que la igualdad ante la ley es logro suyo, poco ha hecho en realidad por las mujeres. El derecho al voto femenino se logró en España el 1 de octubre de 1931, por 161 a favor frente a 131 en contra, con la oposición de insignes socialistas, que se enfrentaron a la diputada madrileña Clara Campoamor. Liberal, humanista, tuvo que salir corriendo de España por temor a la izquierda. Hoy, con toda la cara dura del mundo, la reivindican.
La realidad es que 26 diputados del PSOE, seguidores de Indalecio Prieto, no comparecieron en la votación. La izquierda se opuso al voto femenino por lo mismo por lo que hoy consideran a la mujer un ser inferior al hombre, que debe, por tanto, ser protegido mediante discriminaciones, cuotas o legislación criminalizante del varón. En el siglo XX, paternalistas como siempre, consideraban que la mujer era un títere en manos de la Iglesia. Hoy consideran que la mujer nace víctima.
1931. El diputado y médico socialista gallego, Novoa Santos, afirmaba: «El histerismo no es una enfermedad; es la propia estructura de la mujer. La mujer es eso: histerismo». El político republicano Manuel Hilario Ayuso afirmaba que el voto no debía de ser concedido a las mujeres antes de cumplir 45 años de edad: «¿No puede estar, y de hecho está disminuida en algún momento la voluntad, la inteligencia, la psiquis de la mujer?». Victoria Kent, PSOE, afirmó: «No es el momento de otorgar el voto a la mujer española». Margarita Nelken, por su parte, consideraba que otorgar el derecho de voto a la mujer sería perjudicial para la República.
En diciembre de 1931 el partido de Manuel Azaña presentó un «proyecto de disposición adicional a la Constitución» con el que pretendía que la mujer no pudiera votar en las elecciones nacionales en tanto en cuanto no hubiera ya votado en dos elecciones municipales. Pretendía, pues, retrasar el sufragio universal. La enmienda fue rechazada en Comisión por 131 votos contra 127. Campoamor se opuso ferozmente a ella.
Poco ha evolucionado desde entonces la izquierda. Nos quieren víctimas. Y no nos quieren libres. De ahí la transmutación de la lucha de clases en lucha de sexos, donde el hombre es el burgués y la mujer la víctima proletaria. La lucha de clases, que jamás fue real, explicándose mucho mejor la historia a través de la lucha de oligarquías, dejó a su paso millones de muertos. La lucha de sexos es otra falacia colectivista que hoy está causando una terrible división social.
Defendamos el feminismo. No les cedamos el lenguaje. No les permitamos considerar a la mujer inferior al hombre.
  • Almudena Negro Konrad es diputada autonómica en el PP de la Comunidad de Madrid y periodista
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