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27 de abril de 2024

Cruz en pedazos

ACN

La cruz que recoge los pedazos y ceniza del atentado de Mozambique

El crucifijo ha sido elaborado con la madera de una de las casas quemadas en el atentado de hace poco más de un año en Muidumbe

El fanatismo y los ataques contra los cristianos sigue causando estragos, aunque no cope los titulares del mundo. Desde que los yihadistas se hicieron con la región Norte de Mozambique, en octubre de 2017, la misión católica de Nangolo tuvo que vivir uno de sus momentos más trágicos, forzando a miles de desplazados. 
La misión fue destruida, prácticamente no se salvó nada, cuentan desde Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN). Se quemaron muchas casas de cristianos, el templo, la residencia de los sacerdotes y la de las hermanas y los locales de la radio comunitaria de Nangololo, la segunda misión católica más antigua de la diócesis de Pemba. Durante los ataques, también se produjo una auténtica masacre de cincuenta jóvenes en un campo de fútbol de Muatide. Las ejecuciones, por parte de los terroristas, habrían tenido lugar entre el 6 y el 8 de noviembre 2020. Los relatos de los sobrevivientes hablan de la «agonía» de más de 50 personas decapitadas. Según fuentes de ACN, prácticamente todos los que vivían en la región de Muidumbe han tenido que rehacer su vida en otros lugares, ya sea en campos de reasentamiento o en pueblos acogidos por parientes y amigos.
El padre Edgard Silva Junior con el crucifijo ante el rezan los perseguidos en Mozambique

El padre Edgard Silva Junior, con el crucifijo ante el rezan los perseguidos en MozambiqueACN

Un espacio de oración tras la barbarie

El padre Edegard Silva, misionero saletino brasileño, también tuvo que salir de Muidumbe. El sacerdote está ahora en Mieze, en el oeste de la diócesis de Pemba, en la parroquia de Nuestra Señora del Carmen, donde ha creado lugares muy especiales para la oración: uno para rezar el viacrucis y otro para el rosario misionero. Son dos espacios abiertos, sin puertas, donde todos están invitados a unir su voz a la de los cristianos de todo el mundo. Cada vez que rezan el viacrucis, los cristianos de Mieze recuerdan el horror de la guerra, la violencia y la muerte en Cabo Delgado.
De una de las casas quemadas, en el ataque en el distrito de Muidumbe, los cristianos han hecho una cruz que representa el sufrimiento de esa comunidad: «La cruz se hizo con la madera quemada de la casa de un cristiano y el Cristo está roto en pedazos porque queremos recordar la situación de tantas personas, tantos hombres, mujeres y niños que han sido descuartizados», explica el padre Edegard Silva a ACN. «Por eso -añade el misionero brasileño- el cuerpo, las piernas, los brazos y la cabeza de Cristo están separados, porque expresan la realidad de tanta gente aquí en esta guerra de Cabo Delgado».
La cruz, de madera quemada con el Cristo en pedazos, es el elemento central del rezo del viacrucis, que se realiza en un pequeño espacio construido con estacas de madera trenzada y cubierto de paja, como todas las casas de los pueblos de esta región. En la entrada, en un pequeño cartel se puede leer que este es «el rostro de Jesús en Cabo Delgado». Justo al lado, un terreno abierto con un rosario gigante dibujado en el suelo arenoso, el objetivo es recordar «la dimensión mariana de la Iglesia y la solidaridad en tantas partes del mundo», afirma el padre Edegard. Se reza mucho en Cabo Delgado. La oración de un pueblo oprimido por la violencia, como cuentan desde la ACN, expresa también la vitalidad de una Iglesia que, aunque materialmente pobre, es muy rica en vocaciones, en fraternidad, por todo ello es un ejemplo para el mundo.
Procesión en la parroquia de Nacaroa

Procesión en la parroquia de NacaroaACN

El poder sanador de la oración

«Es una hermosa realidad –explica el misionero saletino– que en todas las misas haya siempre una oración por la paz en Mozambique y en el mundo. No pedimos la paz sólo para Cabo Delgado, porque esta realidad de la guerra no existe sólo aquí. El rosario se abre al mundo, este es el rosario misionero. Cuando lo rezamos, pedimos por la paz en todos los continentes, por la solidaridad y también por nosotros mismos. Cuando llevamos a la oración nuestros dolores, no sólo queremos rezar por el dolor en Cabo Delgado, sino también por las penas del mundo, las cruces del mundo».
En Cabo Delgado, hay un número muy alto de víctimas de la violencia, del terrorismo, de la intolerancia religiosa. Desde el comienzo del conflicto ha habido más de tres mil muertos y más de 850.000 desplazados.
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