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23 de abril de 2024

Escultura griega de un guerrero gálata moribundo.

Escultura griega de un guerrero gálata moribundoMuseo Capitolino de Roma

Los gálatas, el pueblo guerrero que recibió la carta de san Pablo

El apóstol de los Gentiles escribió en una de sus múltiples epístolas a este pueblo histórico que habitaba Asia menor, una de las primeras comunidades cristianas

Los gálatas o galos llegaron a Asia menor en el siglo III a.C. Con la transición entre la Edad del Bronce y la del Hierro, los pueblos del centro de Europa, debido a cambios económicos y sociales, hambrunas y conflictos internos, comenzaron a migrar a otros lugares del viejo continente.
Los gálatas, llamados así tras la creación romana de la provincia Galacia, donde habitaban, se instalaron ahí mucho antes de que llegaran los romanos. Según las fuentes, en el año 278 a.C. los galos ocuparon la milenaria ciudad de Ancyra (Ankara, Turquía).
Los griegos les llamaron celtas, una cultura nacida en el centro de Europa compuesta por diversas tribus. Desde allí, viajaron unos hasta la actual Irlanda y norte de Gran Bretaña y otros hasta Turquía. La leyenda narra que una confederación de tribus celtas guiada por una reina guerrera llamada Onomaris migró hacia el este.

Llegada a Anatolia

Una alianza de tribus celtas se dirigió desde las tierras del sur del Danubio hacia Grecia. Era un contingente de tropas acompañadas por sus familias. No buscaban sólo saquear, sino encontrar nuevos territorios donde asentarse. Por tanto, atravesando los Balcanes llegaron a Grecia y saquearon el templo de Apolo. Aterrorizados por una fuerte tormenta, los invasores se dispersaron perdiendo la batalla. Finalmente, fueron expulsados por los griegos y pasaron a Asia menor.
Una vez en las tierras de la actual Turquía, sirvieron como mercenarios a diversos reyes de la región. En una de esas guerras, entre Nicomedes I de Bitinia y su hermano, este les contrató y tras la victoria les permitió saquear las tierras vecinas; llegando a convertirse en un aliado peligroso e incómodo.
Debido al pillaje de los galos por Anatolia, Nicomedes les entregó un territorio al este de su reino para que se instalaran y cesasen los robos por tierras vecinas, pero estos no cumplieron el trato y siguieron.
Los continuos saqueos llegaron a obligar a los reinos colindantes a pagar un tributo a los gálatas. Hasta que el rey Atalo I los sometió por la fuerza obligándolos a asentarse, en el año 232 a.C., en el territorio que les había otorgado Nicomedes y reconoció oficialmente la región como Gallo-Graecia dándoles autonomía y un lugar donde vivir en paz.

Conquista de los romanos

Cuando los romanos ya ocupaban Grecia, los gálatas al servicio del emperador seléucida Antíoco III trataron de invadir la provincia; sin embargo, fueron derrotados. Los romanos tomaron medidas de represión contra éstos por haber apoyado militarmente la invasión de Grecia; venciéndoles en la Batalla del Monte Olimpo y posteriormente en la de Ancyra.
Tras la proclamación de Octavio como líder supremo de Roma en el año 27 a.C. nace el Imperio romano. Y en el año 25 a.C. muere asesinado el último rey gálata Amyntas, convirtiendo así su reino en una provincia más del imperio, Galacia.

Predicación de San Pablo

San Pablo predicó el Evangelio en la tierra de los gálatas, entre los años 50 y 60 d.C. a los que se dirigió en una de sus epístolas, que se incluye en los Hechos de los Apóstoles.
Antes de que San Pablo llegase a Asia menor, los gálatas habían adoptado el culto al dios guerrero Sabacio que tomaron de los frigios. San Pablo en su carta recalca la idea de un dios único, para que así los Gálatas entendieran al Dios verdadero, se convirtieran a Jesucristo y abandonasen el culto a ese dios que adoraban antes del nacimiento de Cristo.
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