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06 de mayo de 2024

El religioso franciscano Lluís Oviedo

El religioso franciscano Lluís OviedoCedida

Lluís Oviedo: «Frente a la industria del 'wellness', los cristianos ofrecemos verdadero bienestar»

El religioso franciscano y profesor de Teología ha dedicado los últimos años a estudiar los beneficios de la fe cristiana para la salud y la calidad de vida

¿Las personas religiosas viven mejor? Lluís Oviedo es religioso franciscano, sacerdote y profesor de Teología en la Pontificia Universidad Antonianum de Roma, y ha dedicado estos últimos años a estudiar los beneficios de la fe cristiana para la salud y la calidad de vida. El también autor de libros como Fe cristiana ante los nuevos desafíos sociales: tensiones y respuestas o La credibilidad de la propuesta cristiana aborda el estado de la investigación sobre este asunto y tratar temas como la necesidad de una reconexión entre Iglesia y mundo o el riesgo de trivializar la fe católica.
–Se ha dedicado a estudiar los efectos que tiene la religión en la salud y la calidad de vida. ¿En qué punto se encuentra ahora la investigación?
–Se está publicando muchísimo. Si buscas religious coping en PubMed, un buscador en abierto de publicaciones sobre Ciencias de la Salud, te aparecen unos 3.000 artículos. Sobre religión y salud, unos 20.000. Tras revisarlos, tanto sus resultados como las investigaciones llevadas a cabo por nuestro equipo apuntan en la misma dirección: un efecto positivo moderado de la fe religiosa en la salud.
–¿En qué consiste este efecto positivo?
–Habría dos clases de efectos. En primer lugar, la ayuda ante una situación negativa: los estudios muestran que ante una enfermedad, una pérdida o un fracaso, lo religioso plantea una posibilidad de superación o afrontamiento. En segundo lugar, en positivo, lo que conocemos como flourishing, o «florecimiento». La práctica religiosa procura mayor calidad de vida en las relaciones, ayuda al desarrollo de las propias capacidades o virtudes y da sentido a la propia vida. No obstante, habría que hacer un par de matices.

En la encuesta había una pregunta sobre satisfacción sexual: los más satisfechos eran los hinduistas. Los últimos, los budistasLluis OviedoReligioso franciscano

–Adelante.
–Primero, que aunque casi todos los estudios apuntan a este efecto positivo, también hay formas religiosas más bien negativas, que neurotizan o dificultan afrontar los problemas. Y segundo, que este efecto no se da por la mera creencia, sino más bien por los comportamientos: por la práctica religiosa. Por eso –y lo veo en los viajes que hago, donde visito otras comunidades cristianas– creo que hemos de adaptar nuestra propuesta celebrativa. Hemos de cuidar la preparación, la vitalidad o el nivel musical de las celebraciones, por ejemplo.
–Tras analizar la literatura científica, ¿hay alguna conclusión que le haya sorprendido, que le haya parecido contraintuitiva?
–Hace dos años, nuestro equipo participó en el análisis de una base de datos de unos 10.000 casos. El resultado fue positivo –una relación positiva entre religión y bienestar–, pero por curiosidad mía hicimos un análisis entre distintas religiones. En la encuesta había una pregunta sobre satisfacción sexual: los más satisfechos eran los hinduistas; después, musulmanes, hebreos y cristianos –prácticamente al mismo nivel–, y los penúltimos eran los que no tenían ninguna confesión religiosa. Los últimos eran los budistas. Es bastante contraintuitivo, porque a los católicos de mi generación se nos ha acusado de reprimir la satisfacción sexual ¡y resulta que los religiosos están más satisfechos que los no religiosos!
–¿Han realizado este tipo de comparaciones entre religiones en algún otro ámbito de la salud o el bienestar?
–No. Tendría que estudiar las bases de datos y ver si hay estudios más específicos… ¿Sabe qué pasa? Que es muy poco políticamente correcto. De hecho, este estudio sobre satisfacción sexual no lo publicamos; te pueden caer mil maldiciones. Comparar religiones así, aunque científicamente tenga sentido plantearlo, es un tema muy tabú.

En la Iglesia hemos descuidado mucho la soteriología, el tratado de la salvaciónLluis OviedoReligioso franciscano

–En algunos escritos ha defendido que la relación entre religión y bienestar es un elemento desde el que la teología puede entrar en diálogo con un mundo cada vez más secularizado. ¿Se está empleando este recurso así?
–Para nada, no sé si soy el único que plantea esta estrategia. He estudiado mucho el tema de la secularización y he llegado a la conclusión de que el problema principal para mucha gente que se aparta de la Iglesia es que no le ven ninguna utilidad. «¿Para qué tengo que ir a perder el tiempo?», le preguntaba un chaval a uno de mis alumnos, un sacerdote en el Campo de Cartagena. Si no somos capaces de plantear las ventajas de la fe cristiana en la sociedad de hoy, perdemos totalmente la relación, la conexión.
–Algunos han criticado este enfoque como excesivamente pragmático, o de poco recorrido.
–Es pragmático, sí, y a los teólogos nos cuesta, pero lo veo como el primer paso para convencer a nuestros contemporáneos de que es bueno que haya una Iglesia y un ritmo celebrativo. Hablar de cristología, de la Trinidad, de la gracia… Ese es el recorrido posterior, pero no sirve de nada si no conectas la fe con las inquietudes de las personas de nuestro tiempo. Esa es la dificultad.
–En su Pliego sobre Religión, bienestar y calidad de vida usted advierte que ligar estos conceptos presenta el riesgo de «trivializar» el sentido de la fe cristiana.
–Es difícil. Hoy hay toda una industria del bienestar; en cualquier hotel bueno hay un wellness center con masajes, saunas y tratamientos de relajación. Es cierto que asociar la salvación y la cruz de Cristo al bienestar suena hasta ridículo, pero tenemos que adaptarnos a la terminología y al vocabulario de hoy, entrar en competencia con toda esta industria y ofrecer una alternativa de verdadero bienestar. Especialmente para aquellos que más lo necesitan: enfermos en cuidados paliativos, refugiados de guerra, adolescentes con ideas suicidas…
–Hablaba de la desconexión entre la Iglesia y la sociedad. Tal vez una de las claves para entender esta brecha es que muchos de nuestros contemporáneos no tienen conciencia de necesitar ser salvados.
–En la Iglesia hemos descuidado mucho la soteriología, el tratado de la salvación. La hemos vuelto un tratado abstracto, poco ligado a las necesidades concretas, pero el kerigma incluye también esa cláusula. Nosotros confesamos que Cristo ha muerto y resucitado, que nos perdona los pecados y nos da la vida eterna, pero la vida eterna es también plenitud de vida, vida realizada. Es verdad que la gente que no tiene necesidad de salvación no la busca, ni religiosa ni secular… Lo que pasa es que esos son cada vez menos. Hay muchas historias de sufrimiento, de negatividad, de mal, de pecado… Y desde la Iglesia les podemos dar una respuesta: «Estamos aquí para ayudarte». Por supuesto, ofrecemos mucho más que simplemente acompañamiento terapéutico, pero no está mal empezar por ahí.
  • Artículo publicado originalmente en la revista ‘La Antorcha’, una publicación gratuita editada por la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) y que ofrece una mirada cristiana sobre la realidad.
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