La hermana Cecilia María de la Santa Faz mantuvo su sonrisa incluso muerta
«La carmelita de la sonrisa», más cerca de ser santa
Se abre el proceso de canonización de la religiosa argentina Cecilia María de la Santa Faz, muerta en 2016 a los 42 años, que descubrió su vocación en el monasterio de la Encarnación de Ávila
Murió el 23 de junio de 2016. Y lo hizo, literalmente, con una sonrisa en los labios, que se mantuvo durante las horas que su cuerpo estuvo expuesto en el velatorio. La imagen impactó tanto que pronto se convirtió en viral. Ahora, el arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz (Argentina), monseñor Sergio Fenoy, ha decretado el inicio de la causa de beatificación y canonización de la religiosa Cecilia María de la Santa Faz OCD, «la carmelita de la sonrisa», según ha informado la agencia Aica.
Tenía 42 años cuando la muerte llamó a su puerta. Un cáncer de lengua se llevó su vida, pero no pudo arrebatarle su sonrisa. «Siempre fue una persona muy alegre, cálida, cercana, acogedora. Tenía la particularidad del don de gentes», rememora Fabiana Guadalupe Retamal de Botta, compañera de Cecilia. «Cuando uno cultiva esa virtud tan hermosa de ser empática, esa capacidad acogedora, de cercanía, sale esa sonrisa que permaneció en los momentos más dolorosos, como el tránsito de su enfermedad, y que se puede ver hasta después de muerta», añadió. «A mí me tocó acompañarla cuando fuimos al médico y le diagnosticaron el cáncer de lengua, y la verdad que en ese momento yo fui testigo de la paz que la inundaba», recuerda la hermana Fabiana, aunque señala que, más allá del «dolor que nos invadió a las dos por tener que escuchar ese diagnóstico», lo fue llevando con «una sonrisa que salía del corazón». «Impacta la manera en que lo vivió, ha sido un gran testimonio», subraya la religiosa.
La hermana Cecilia, pese a sus intensos dolores en el hospital, mantenía el semblante sereno
Desde el momento de su muerte, su fama de santidad fue creciendo, e incluso comenzaron a aparecer testimonios de numerosos fieles que destacan la influencia positiva que había ejercido en sus vidas o de los que solicitaron su intercesión. Pero, de natural, la hermana Cecilia no poseía un carácter manso y dócil. «Mi gran pecado era hacer siempre lo que yo quería, mis caprichos. Alguna vez llegué a tener tanta cara de perro que me asusté de mí misma», le confesó a una hermana que la acompañaba en el hospital. La humildad y la perseverancia de la hermana Cecilia permitieron que la gracia de Dios trastocase ese fuerte carácter.
Cecilia María había nacido en 1973 en San Martín de los Andes, pero inmediatamente su padre, militar, fue destinado a Buenos Aires. Fue la segunda de diez hermanos y la mayor de las hijas mujeres. Como recogen sus biógrafos, «Dios se valió de un profesor de Teología que, con sus clases, le hizo conocer y amar a Santa Teresa de Jesús». La joven argentina llegó a viajar hasta el monasterio de la Encarnación de Ávila, «donde sintió fuertemente su llamado al carmelo».
La hermana Cecilia María de la Santa Faz, con su sempiterna sonrisa
Buscando su lugar
Regresó a su país y, pasado año y medio, ingresó en el convento carmelita del Corpus Christi, en Buenos Aires. Permaneció allí cinco meses: «La vida le gustaba, pero no se sentía en su lugar. Con todo el dolor y la oscuridad de su alma, salió de allí, pensando que el carmelo había sido una ilusión suya y no un verdadero llamado», prosiguen sus biógrafos.
De vuelta a su hogar, «no podía olvidar el carmelo y, con el consejo y guía de su director espiritual, un fraile carmelita, pidió ser admitida en la comunidad de Santa Fe». La aspirante a carmelita «tuvo que esperar, ya que, tanto las hermanas como sus padres le pidieron que antes estudiara una carrera». Comenzó entonces Enfermería y, al cabo de tres años, con su diploma en mano, pidió ingresar precisamente en el convento de Santa Fe. Lo hizo el 8 de diciembre de 1997, a los 24 años, como recoge la Carta de Edificación que publicó su abadesa tras su muerte, el 23 de junio de 2016.
El caso de Belén de la Cruz, una carmelita española
Su caso guarda muchas similitudes con el de la hermana Belén de la Cruz. También era carmelita, aunque española; falleció —también a causa de un cáncer— dos años después que la argentina, en 2018, con apenas 33 años, y su proceso de canonización fue iniciado en mayo del año pasado en la diócesis de Córdoba por su obispo, monseñor Demetrio Fernández.
Belén Pery Osborne nació en San Fernando (Cádiz) en 1984 e ingresó en el carmelo con 21 años, en 2005. Antes de eso, demostró ser una excelente deportista —«una sesión en el telar del convento es como jugar dos partidos de pádel», bromeaba con su familia— y llegó a ser campeona de golf de Andalucía.