Así fue la impresionante adoración del Viernes Santo en la basílica del Valle de los Caídos

«Mirad el árbol de la Cruz, donde estuvo clavada la Salvación del mundo. Venid a adorarlo». La antífona propia de la liturgia del Viernes Santo resonó de nuevo, un año más, en la basílica benedictina del Valle de los Caídos, ante la presencia de cientos de fieles desplazados para la ocasión.

A pesar del mal tiempo que azotaba el corazón de la sierra de Guadarrama, la afluencia de feligreses volvió a superar la de años anteriores, como una muestra de apoyo a la celebración del culto católico en un espacio netamente destinado a la oración, y que ahora el Gobierno pretende «resignificar» como «espacio de memoria histórica».

El momento de la adoración de la cruz, que la liturgia de la Iglesia contempla para conmemorar el instante sublime de la muerte de Jesús, fue presidida por el nuevo prior de la comunidad benedictina, el padre Alfredo Maroto, que el pasado 25 de marzo sustituyó al padre Santiago Cantera. Un movimiento no exento de polémica por la posible injerencia del Gobierno en una dinámica interna que es exclusiva competencia de la Iglesia.

La importancia de la celebración de la Semana Santa, no obstante, no fue empañada por los ecos de las maniobras políticas y mantuvo la solemnidad propia de estas fechas. Una solemnidad remarcada por la participación de la Escolanía de la Santa Cruz, que acompañó musicalmente los oficios de Viernes Santo, como también lo había hecho durante la Misa In Cena Domini del Jueves Santo. Una Eucaristía que fue concelebrada por seis sacerdotes de la comunidad benedictina.

Tal y como se contempla en las prescripciones litúrgicas de esta celebración, la ceremonia del Viernes comenzó con la postración de los celebrantes, y con un gran velo morado cubriendo el monumental crucifijo que preside el altar mayor, desnudo en esta ocasión. El cristo, obra del escultor vasco Julio Beobide, fue paulatinamente descubierto con la ayuda de varios frailes que auxiliaron en la celebración, como acólitos.

Al igual que en el resto de las celebraciones del Triduo Pascual, la basílica benedictina de la Santa Cruz acogerá este sábado por la noche la Vigilia Pascual, y mañana, la solemne celebración del Domingo de Resurrección. Dos fechas en las que, por su especial significación, se espera acuda un amplio número de fieles.