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Celebración de la primera Noche de Santo Tomás MoroCarmen Cordero Amores

«Sólo se encuentra cuando se busca con fe, porque sin misterio no podemos vivir nadie»

Celebración de la primera Noche de Santo Tomás Moro, a la que acudieron artistas y comunicadores para llenar de «esperanza», una «época oscura», en palabras de Alfonso Bullón de Mendoza, presidente de la ACd

La casualidad —endiablada casualidad— quiso que la primera edición de la Noche de Santo Tomás Moro, organizada por la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) y la Fundación Cultural Ángel Herrera Oria, coincidiera con el día en que el Tribunal Constitucional avalaba la ley de amnistía de Pedro Sánchez. El ejemplo de Moro —la defensa del Derecho y de la conciencia— frente al ejemplo de Conde-Pumpido —la prevalencia de la arbitrariedad y de la conveniencia—.

Quizá la casualidad hizo más necesaria la reivindicación del ejemplo de aquel santo inglés, «hombre para la eternidad». Porque ese es el objetivo de esta Noche: reunir a personas del mundo de la cultura y el arte que sean conscientes de su responsabilidad y del tiempo en que vivimos. Una «época oscura», aunque con «gente llena de esperanza», en palabras de Alfonso Bullón de Mendoza, presidente de la ACdP, quien añadió que esta Noche aspira a ser «un referente».

El Colegio Mayor San Pablo acogió esta velada, que contó con la bienvenida de Rafael Sánchez Saus, catedrático de Historia Medieval y patrono de la Fundación Ángel Herrera Oria. Se refirió a Tomás Moro recalcando que «lo dio todo por la verdad»; y agregó: «no vivimos tiempos más fáciles que los que él vivió». De ahí la relevancia de plantearse si «es posible hoy una cultura cristiana», en tanto que «la cultura actual vive en el marco de una cosmovisión que ha dejado de ser cristiana, cuando no directamente anticristiana».

Detalles del evento

El evento contó como invitado con Etsuro Sotoo, escultor japonés que llegó a Barcelona en 1978, con 25 años, y que lleva medio siglo trabajando en la Sagrada Familia, donde ha picado piedra, reparado relieves y esculpido medio millar de nuevas figuras en todas las esquinas y alturas de este templo expiatorio.

Sotoo, que fue galardonado con el Premio Ratzinger (2024), agradeció el aprendizaje que había recibido de dos grandes maestros: Gaudí —por medio de su obre y de sus discípulos— y, sobre todo, «la piedra». «A través de la piedra, descubrí el pensamiento de Gaudí», sintetiza. «Si no obedezco a la piedra, la piedra no me obedece a mí», explicó. Pues «si domino fácilmente la piedra, no aprendo humildad». Gracias a lo que descubrió en el legado de Gaudí, entendió lo que es la confianza y la fe; de hecho, se convirtió al catolicismo hace casi 35 años. «Sin fe, no podemos avanzar ningún paso», dijo.

Sotoo comentó que Gaudí sabía integrar lo que nuestro pensamiento moderno ha disgregado. De esta forma, nosotros dividimos cada problema en pequeñas piezas, y cada una de esas piezas pasa a ser un nuevo problema. Por el contrario, en Gaudí van de la mano el «simbolismo, la estructura y función». Desgranó la manera cómo se encargó de reparar una de las fachadas que resultó dañada por la Guerra Civil, «única portada interior del propio Gaudí».

Habló de la profundidad de estos lugares del templo, donde se observa que una familia, como la Sagrada Familia, «afronta cada día la tentación». Al realizar esta tarea, se puso en la piel de Antonio Gaudí, en cuyos días la Sagrada Familia no había alcanzado la celebridad actual: «un día gente de todo el mundo vendrá a visitar este templo», pensaba el genio catalán.

«Volver al origen»

Dice Sotoo que no se siente autor de su obra, aunque sea consciente de que la han realizado sus propias manos. «Intentando hacer las cosas bien, alguien me ha indicado cómo hacerlo, alguien se ha servido de mí, porque dentro del alma existe otra cosa; y eso me guía, puede llamarse espíritu, Maestro, amor…», dice.

Lo ha procurado explicar a través de una serie de ejemplos de esculturas, desde gárgolas que son el saco roto del dinero hasta la Eucaristía que emerge de entre espigas de trigo y alguna amapola. Al igual que Gaudí, se trataba de «volver al origen» y dejar que la misma realidad y sus elementos se expresaran. Porque «sólo se encuentra cuando se busca con fe, y porque sin misterio no podemos vivir nadie».

Alfonso Bullón de Mendoza agradeció las palabras de Etsuro Sotoo y de Sánchez Saus, e invitó a los asistentes a continuar la velada con «una copa», porque no hay nada más católico que «festejar». Y ahí estaban Aurora Pimentel, Enrique García-Máiquez, Jerónimo José Martín, Juan Orellana, Juan Manuel de Prada, Julio Martínez Mesanza, Alberto Guerrero, Armando Pego, Jorge Soley, María San Gil o Javier Viver, que proyecta una estatua del Sagrado Corazón de 37 metros de altura en Boadilla del Monte (Madrid).

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