Monseñor Argüello y su última carta pastoral
Monseñor Argüello, ante los más de 100.000 abortos anuales: «Es un verdadero drama social»
El arzobispo de Valladolid pide que «no sea naturalizado, no sea normalizado, sino que siga siendo para todos nosotros una llamada de atención»
Al margen de las amenazas de los últimos días por parte del Gobierno de Pedro Sánchez, el arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), monseñor Luis Argüello, ha recordado en su última carta pastoral «que, en nuestra nación, en España, hay más de 100.000 abortos al año, cuando el déficit que tenemos de crecimiento vegetativo es de poco más de esa misma cifra —100.000 personas que mueren más de las que nacen—». Para el prelado, esta situación «no deja de ser un verdadero drama social».
Así lo afirma en su carta titulada Del asombro a la alianza, donde solicita «que el drama del aborto no sea naturalizado, no sea normalizado, sino que siga siendo para todos nosotros una llamada de atención». Y pasa a enumerar una serie de posibles soluciones: «Estamos llamados a unir oración, compromiso social y político y ayuda concreta, solidaridad concreta y real en favor de estas mujeres embarazadas, también de su esposo, padre de la nueva criatura, para que la vivienda, las condiciones laborales, las situaciones de posibles dificultades de salud o de otro tipo puedan ser apoyadas y así la vida, como expresión concreta de la esperanza, se abra paso entre nosotros».
«Todos somos conscientes de las dificultades que hoy existen en la vivienda, en las condiciones laborales, en la movilidad que obliga a casi andar de acá para allá, lo cual puede dificultar a los esposos abrirse a la vida y ser padres», constata el presidente de la CEE. Por eso, monseñor Argüello insta a lograr «una alianza social que surge desde la Iglesia» y que «ha de animar a los poderes públicos, a las diversas administraciones a poner en marcha políticas en favor de la vida, medidas que puedan asegurar a los esposos la vivienda, las condiciones económicas mínimas para poder acoger a los hijos, las ayudas que sean precisas en el campo educativo o en el campo sanitario».
En estos días previos a la Navidad, el arzobispo de Valladolid recuerda que «el nacimiento del Señor es la fuente y el fundamento de nuestra esperanza; el eterno ha entrado en el tiempo, en la carne; el inmenso se ha hecho pequeño, frágil y ha querido compartir con nosotros la historia». «Desde entonces, el tiempo se ha dividido en un antes y un después, pero, sobre todo, es un tiempo habitado por la esperanza. Él quiso entrar en nuestra marcha, en nuestra peregrinación», señala.