León XIV reconoce el martirio de seminaristas de Madrid. Esperanza que no defrauda
Las cifras globales de la gran persecución en España son conocidas: 12 obispos, 4.240 sacerdotes y seminaristas diocesanos, 2.370 religiosos y 296 religiosas; en total, cerca de 7.000 eclesiásticos. Junto a ellos, miles de seglares alcanzaron también la palma del martirio.
Ayer, 18 de diciembre de 2025, cuando celebramos a Nuestra Señora de la Esperanza, León XIV autorizó la promulgación del decreto que reconoce el martirio de Ignacio Aláez Vaquero y 10 compañeros, seminaristas y familiares, martirizados en Madrid.
Madrid vivirá en los primeros meses de 2026 un acontecimiento de hondo calado para la Iglesia que peregrina en España, pero también para toda la sociedad. El seminarista madrileño Ignacio Aláez Vaquero y otros ocho jóvenes que se preparaban para ser sacerdotes serán beatificados. También serán beatificados el padre de uno de ellos y el tío sacerdote de otro. Por ser seminaristas y familiares suyos fueron asesinados en Madrid hace noventa años, en 1936, excepto uno en 1937.
La Iglesia repite una vez más su costumbre bimilenaria: ¡Se alegra de sus mártires y con sus mártires! La beatificación de Ignacio, Jesús, Miguel, Ángel, Cástor, Pablo, Antonio, Mariano, Ramón, Julio y Liberato llena de gozo espiritual muy grande a los cristianos. Su martirio es una señal divina de que Cristo está vivo, vencedor de la muerte. Su pasión no es en el fondo otra que la del Crucificado. Su gloria no es al fin y al cabo otra que la del Resucitado ¡Qué mayor alegría!: Si a mi me han perseguido, también a vosotros os perseguirán. Pero, ¡no temáis, yo he vencido al mundo! Son palabras del Señor Jesús que resuenan de nuevo en Madrid en la vida, muerte y gloria de Ignacio y compañeros mártires. Igual que hace dos milenios, en la Roma de Pedro y Pablo, en la Antioquía de Ignacio o en el Cartago de Cipriano.
Las circunstancias históricas que dieron lugar al martirio de aquellos primeros cristianos son conocidas. No era fácil que la cultura pagana grecorromana se abriera al Evangelio. Era en cierto modo necesaria la sangre de los mártires. Pero ¿por qué ha sido necesaria la sangre de estos jóvenes discípulos de Jesucristo aquí mismo y hace tan poco tiempo? La respuesta es fácil, aunque resulte incomprensible o impronunciable para algunos. Es que la gran persecución del siglo XX había llegado a Madrid. La cultura pagana moderna se resiste con mayor fuerza que la antigua al Evangelio de la salvación y de la libertad ofrecidas por el Dios crucificado.
Los 6.913 eclesiásticos y tal vez otros tantos seglares católicos asesinados hace noventa años en España no fueron ni los primeros ni el grupo más numeroso de cristianos muertos por causa de su fe en el siglo XX. Aquel fue el siglo de la gran persecución. Hay que mirarla en toda su amplitud y profundidad para entender bien lo que pasó en Madrid y en el resto de la España atrapada por la revolución.
Cuando la persecución sangrienta llega a España en 1934 y a Madrid en 1936, venía ya de un largo viaje por Armenia, Rusia y México. Y cuando se aleja de España en 1939, la vorágine persecutoria continuó azotando a la Unión Soviética y se extendió a Polonia, Alemania, Croacia, Italia, Francia y al lejano Oriente.
Las cifras globales de la gran persecución en España son conocidas: 12 obispos, 4.240 sacerdotes y seminaristas diocesanos, 2.370 religiosos y 296 religiosas; en total, cerca de 7.000 eclesiásticos. Junto a ellos, miles de seglares alcanzaron también la palma del martirio. En 2026 serán ya un total de 2.262 los mártires del siglo XX en España oficialmente reconocidos como mártires, santos o beatos
Según Andrea Riccardi, en el siglo XX unos tres millones de cristianos de todas las confesiones pagaron con su vida la fidelidad a Jesucristo. Fue el siglo más sangriento de la historia. Guerras atroces –nunca vistas–, campos de muerte, exterminios programados de pueblos, razas y clases tiñeron de sangre a Europa entera, como también a China e Indonesia. Ése es el contexto político del martirio de los cristianos en aquel tiempo. El siglo XX es el siglo de los mártires, porque fue el siglo del odio sistemático, de la violencia y de las víctimas.
La gran persecución llega a Madrid en su fase sangrienta en julio de 1936. La cifra global de eclesiásticos martirizados en la capital de España alcanza los 1.091. De ellos, 430 eran del clero secular (sacerdotes y seminaristas) y 661 religiosos y religiosas. En 2026 habrán sido ya beatificados o canonizados un total de 448 martirizados en Madrid, de los cuales 422 religiosos y religiosas, 9 sacerdotes diocesanos, 9 seminaristas y 8 seglares.
Las vidas y martirios de Ignacio Aláez Vaquero y compañeros seminaristas y familiares reconocidos por León XIV se enmarcan en el horizonte de la gran persecución del siglo XX. No se trata de una historia meramente local. Forma parte de la tragedia global del siglo XX, el siglo de las víctimas. Pero los mártires cristianos forman parte de una historia mucho más amplia y hermosa. Son coprotagonistas principales de la gran historia de Salvación iniciada por Jesucristo. Ellos son –en expresión de san Ignacio de Antioquía– como las ramas de la Cruz gloriosa, a través de las cuales la sangre redentora de Cristo llega a todo el mundo y a todas las épocas. Llega también a la España de nuestro tiempo. Donde abundaron el pecado y la muerte, se desbordó la gracia. El Hijo de Dios, nacido en Belén de santa María Virgen, trajo y trae la esperanza que no defrauda.
* Juan Antonio Martínez Camino es obispo auxiliar de la archidiócesis de Madrid.