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04 de mayo de 2024

Los versos de Fina García-Marruz estaban llenos de una conmovedora religiosidad

Los versos de Fina García-Marruz estaban llenos de una conmovedora religiosidad

Muere en Cuba la poeta católica Fina García–Marruz

«Cuando el tiempo ya es ido, uno retorna como a la casa de la infancia, a algunos días, rostros, sucesos que supieron recorrer el camino de nuestro corazón», escribe la discreta escritora, de gran religiosidad católica en la Cuba castrista

Josefina García-Marruz Badía (La Habana, 1923), la más grande poeta cubana viva será recordada como una de las figuras femeninas más relevantes de la literatura hispanoamericana, reconocida con importantes premios que la destacaron pese a su preferencia por la discreción y el silencio.
Ahora se hace realidad la levedad de su pensamiento en versos:
«Cuando el tiempo ya es ido, uno retorna como a la casa de la infancia, a algunos días, rostros, sucesos que supieron recorrer el camino de nuestro corazón. Vuelven de nuevo los cansados pasos cada vez más sencillos y más lentos, al mismo día, el mismo amigo, el mismo viejo sol. Y queremos contar la maravilla ciega para los otros, a nuestros ojos clara, en donde la memoria ha detenido como un pintor, un gesto de la mano, una sonrisa, un modo breve de saludar. Pues poco a poco el mundo se vuelve impenetrable, los ojos no comprenden, la mano ya no toca el alimento innombrable, lo real».

Premio Nacional de Literatura

Además de una extraordinaria poeta, García-Marruz, fallecida a los 99 años, fue ensayista, investigadora y crítica literaria.
La escritora se convirtió en la segunda mujer en recibir el Premio Nacional de Literatura en 1990, después de que el galardón fuera entregado a la sobresaliente poeta Dulce María Loynaz, en 1987.

Romper el silencio

Su poesía ha sido traducida a varios idiomas. Entre otras antologías, figura en la realizada por Carmen Conde bajo el título Once grandes poetisas hispanoamericanas, publicada en Madrid, en 1967 y en la de Margaret Randall: Breaking the silence (Rompiendo el silencio), publicada en Vancouver, Canadá en 1982.
También fue una declarada admiradora de la poeta mexicana Sor Juana Inés de la Cruz, de quien distinguía su «sensibilidad y estilo».
Se consideraba con «suerte» porque decía que nunca necesitó llevar sus poemas a nadie pues tenía en su casa a su esposo, Cintio Vitier, y a su cuñado, el gran poeta Eliseo Diego, y amigos como Lezama Lima.
Su relación con la música, pese a que no aprendió ningún instrumento, venía de su entorno familiar y afirmaba que era «más fuerte, casi, que la poesía (...) sin música me siento mal».
De hecho, llegó a asegurar que su mayor orgullo eran sus hijos, los talentosos instrumentistas y compositores Sergio y José María Vitier, ambos ganadores del Premio Nacional de Música en 2014 y 2021, respectivamente.

Fe católica

Estudiosos de su quehacer literario destacan la «singular espiritualidad» de su poesía. Según la describe el investigador literario Enrique Saínz, está «hecha de estados de ánimo, de intuiciones y de revelaciones de la realidad que no vemos en otros poetas cubanos».
En cuanto a sus ensayos, opina que revelan «una percepción de valores textuales», «sin academicismos, de prosa terminantemente artística».
Fina García-Marruz y Cintio Vitier, profesaban la religión católica, rasgo común entre la mayoría de los intelectuales del denominado Grupo Orígenes, reunidos en torno a la revista homónima que vio la luz en La Habana de 1944 a 1956.
En ese colectivo prevalecía una profunda espiritualidad y eran afines en la elaboración del poema con un lenguaje elevado e imágenes novedosas.
En 2011 sumó un nuevo reconocimiento a su extensa lista tras recibir el VIII Premio Internacional de Poesía Ciudad de Granada Federico García Lorca, que reconoce el conjunto de la obra poética de un autor vivo que, por su valor literario, constituya una aportación relevante al patrimonio cultural de la literatura hispánica.
Como colofón, y para coronar un año redondo en su carrera literaria, también se alzó en 2011 con el Premio Reina Sofía, uno de los más prestigiosos de su género en Iberoamérica. La entrega fue considerada un homenaje a los poetas del grupo Orígenes, al que pertenecieron grandes nombres como José Lezama Lima, Eliseo Diego, Gastón Baquero, y su esposo Cintio Vitier.
La escritora fue condecorada con las órdenes de la cultural cubana «Félix Varela», «Alejo Carpentier» y «José Martí», y el Premio Nacional de Investigación Cultural de 2005.

Tímida y silenciosa

Años atrás, García-Marruz confesó que evitaba las entrevistas o hablar de sí misma porque se sentía «en esos casos como una violinista a la que le piden un concierto de flauta».
«Yo me comunico mejor con el silencio, sin el que no se podrían dar la poesía, la música, ni el encuentro con uno mismo», precisó entonces.
Trabajó desde 1962 como investigadora literaria en la Biblioteca Nacional José Martí de La Habana y desde su fundación, en 1977, hasta 1987 perteneció al Centro de Estudios Martianos, donde alcanzó la categoría de Investigador Literario, integrada al equipo realizador de la edición crítica de las Obras Completas de José Martí.
Sus publicaciones incluyen Poemas (1942), Transfiguración de Jesús en el Monte (1947), Las miradas perdidas (1951), Visitaciones (1970), Poesías escogidas (1984), La familia de Orígenes (1997), Hablar de la poesía (1986) y Créditos de Charlot (1990), estos últimos ganadores del Premio de la Crítica de los años 1987 y 1991 en Cuba.
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