Joselito, el niño mexicano que murió al grito de «Viva Cristo Rey»
Joselito, como llaman en tierras mexicanas a san José Sánchez del Río, es uno de los santos más jóvenes en el martirologio católico. Luis Laurean Cervantes ha relatado su martirio en el libro San José Sánchez del Río y mártires de México, de Ediciones Encuentro
![En San José Sánchez del Río y mártires de México (Encuentro), el sacerdote Luis Laureán Cervantes -paisano sahuayense de "Joselito"- ha volcado su oda personal al santo y su reconocimiento del espíritu que llevó a decenas de miles de mexicanos a defender la fe frente al gobierno con su propia sangre. "Cristeros" fue su nombre, y los "vivas a Cristo Rey y la Virgen de Guadalupe",](https://imagenes.eldebate.com/files/main_gallery/uploads/2022/08/29/630ca0fcd712f.jpeg)
En San José Sánchez del Río y mártires de México de Ediciones Encuentro, el sacerdote Luis Laureán Cervantes, relata el espíritu que llevó a una generación de católicos mexicanos a defender la fe frente a la persecución del gobierno, con su propia sangre y al grito de «Viva Cristo Rey y la Virgen de Guadalupe».
![Sin llegar a empuñar las armas, no temió arriesgar su vida por Cristo y por al Iglesia, uniéndose a los cristeris en el convulso México de hace cien años.](https://imagenes.eldebate.com/files/vertical_composte_image/uploads/2022/08/29/630ca947e12dd.jpeg)
Sin llegar a empuñar las armas, Joselito no temió arriesgar su vida por Cristo, uniéndose a los cristeros en el México anticlerical de hace cien años. Las últimas horas del muchacho son un auténtico Vía Crucis a imagen y semejanza del sufrido por la Iglesia mexicana y por nuestro Señor. Laureán Cervantes subraya la «fortaleza, valentía, audacia, fe, fortaleza, esperanza y caridad cristianas» que llenaban el corazón cristero de joven de catorce años, José Sánchez del Río, que como su propio testimonio indica quería unirse a las guerrillas que luchaban contra el Gobierno anticlerical en esta defensa justa de la fe de la Iglesia.
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Como corneta o ayudante del capitán, Joselito y su amigo José Trinidad entraban en combate, ganándose el aprecio de los más veteranos. En la batalla del 6 de febrero de 1928, tras arrasar las tropas del gobierno al ejército cristero con sus ametralladoras, Joselito es apresado y encerrado junto a otro compañero, y se le ofrece la posibilidad de escribir a su familia: «Querida mamá: fui hecho prisionero. Creo que voy a morir, pero no me importa. Muero contento al lado de nuestro Dios. No te apures por mi muerte, que es lo que me mortifica; antes diles a mis otros hermanos que sigan el ejemplo que el más chico les dejó. Mándame la bendición con la de mi padre y recibe por último el corazón de tu hijo que tanto te quiere».
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También le permitieron, como último deseo, escribir a su tía Magdalena, a quien le pide que le trajese «la cena», aludiendo a la comunión: «A las once de la noche confirmaron la sentencia. Lo torturaron, le rajaron las plantas de los pies o le desollaron y golpearon con brutalidad», explica Laureán Cervantes, que también recoge el martirio en el testimonio del cristero Rafael Degollado Guizar: «Le quitaron los zapatos y le hicieron caminar. No dejó de decir: '¡Viva Cristo Rey!'. Pero iba todo golpeado, los pies le chorreaban sangre. Después se le obligó a caminar descalzo hasta el cementerio. Diez calles hubo de recorrer, a manera de calvario, desde su prisión y parroquia venerable hasta el cementerio, lugar de su martirio. Los verdugos le decían 'renegado', 'engreído', 'Hijo de tal' o 'Te vamos a matar'. '¡Viva Cristo Rey! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!' era la única respuesta de José».
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A los verdugos «les desconcertaba su fortaleza. Ante sus ojos tenían a un verdadero soldado de Cristo. Querían hacerlo apostatar con crueldad brutal. Todo en vano». Ante la fosa, recibió el culatazo de fusil que le rompió la mandíbula, y comenzaron a acuchillarle en el pecho, el cuello y la espalda, respondiendo a cada una con un enérgico ¡Viva Cristo Rey! Le preguntaron: «¿Qué le vamos a decir a tu papá?». Y Joselito respondió: «Que nos veremos en el cielo. ¡Viva Cristo Rey!»
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