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03 de mayo de 2024

En Papa Francisco en la Plaza de San Pedro con fieles chinos

En Papa Francisco en la Plaza de San Pedro con fieles chinosGTRES

El Vaticano y China renuevan este sábado su acuerdo para nombrar obispos

Este permitirá a los fieles católicos tener obispos fieles al Papa y a la vez reconocidos por las autoridades de la República Popular

El Vaticano y China van a renovar este sábado 22 de octubre su acuerdo para el nombramiento consensuado los obispos católicos chinos. Este marco permite a los fieles chinos tener obispos que están en comunión con Roma y que respeten al Papa Francisco como autoridad suprema, pero al mismo tiempo que sean reconocidos por las autoridades chinas.
Este convenio, ya renovado en 2020, fue suscrito en Pekín en 2018 y se aplica desde octubre de ese año, no sin críticas. En sus cuatro años de funcionamiento se han producido seis ordenaciones episcopales y dos de ellas ni siquiera pueden enmarcarse en el pacto entre Roma y Pekín. El obispo Yao Shun, de Jining, ordenado el 16 de agosto de 2019, había sido aprobado por la Santa Sede desde 2010. El obispo Xu Hongwei, de Hanzhong, ordenado el 28 de agosto siguiente, y llevaba aprobado por Roma desde 2016. El Pontífice ha reconocido en julio de este año que el acuerdo está yendo «lentamente».
Hasta la firma del texto y llegada al poder en China de los comunistas, cuando expulsaron al nuncio apostólico, el país asiático únicamente había permitido el culto católico por medio de la Asociación Patriótica Comunista China. Se trata de un departamento leal al Gobierno chino, que además rechazaba la autoridad de la Santa Sede en el nombramiento de obispos y en el gobierno de la Iglesia.
De este modo, los obispos legítimos que permanecían fieles al Papa vivían una situación cercana a la clandestinidad, permanentemente asediados y perseguidos por las autoridades comunistas. Todavía hoy conviven la iglesia oficial y la clandestina, y la intención de este convenio es llegar a unificarlas.
El padre Bernardo Cervellera, director de AsiaNews, crítico con este acuerdo, apunta que lejos de reconciliar estas dos iglesias, ahora están «más separadas» que nunca. «Los fieles no pueden colaborar entre ellos porque si colaboran la iglesia oficial se ve amenazada», detalla.
Según explica, son muchos los sacerdotes de la iglesia clandestina que han acabado firmando la adhesión al Partido Comunista. Pero también hay «algunos que no han firmado y que han sufrido terribles consecuencias: les han echado a la fuerza de las parroquias; están vigilados y algunos los mantienen en arresto domiciliario. Otros sacerdotes han optado por dejarlo y han vuelto a trabajar como algunos agricultores o chóferes. También han cerrado conventos».
«El Vaticano ve con una positividad casi ciega este acuerdo. Esperaban que después de acordar el procedimiento para designar obispos, se abriera la puerta al diálogo en otros aspectos como el reconocimiento de los obispos clandestinos, algo que no ha ocurrido; o la desaparición de la Asociación Patriótica que, en cambio, tiene más poder que nunca; así como el espacio de acción de la Iglesia. Nada de esto ha sucedido y ahora la libertad religiosa está peor que antes», asegura. Tampoco se ha procedido a la apertura de una sede vaticana en Pekín.
En cualquier caso, comprende que la diplomacia de la Santa Sede defienda el acuerdo porque es la primera vez en siete décadas en que hay un mínimo de relación.
Por el contrario, Francesco Sisci, analista de la Renmin University of China de Beijing, defiende el acuerdo al entender que la Iglesia durante toda su historia ha llevado a cabo este tipo de alianzas con el poder político y muchas de ellas han sido muy controvertidas. «Este es un acuerdo de supervivencia. Mejor esto que la muerte de la Iglesia».
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