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24 de abril de 2024

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Joseph Ratzinger describe nueve razones para no abandonar la Iglesia.PEXELS

Las nueve razones por las que los cristianos no abandonan la Iglesia según Benedicto XVI

«¿Cómo justificar la permanencia en la Iglesia, a pesar de todos los errores que responden a una institución humana?», se pregunta Joseph Ratzinger

Después de señalar las cuatro razones por las que los cristianos se avergüenzan y abandonan la Iglesia, Joseph Ratzinger pasa a describir las razones por las que no se debería abandonar la casa de Dios.
«¿Cómo justificar la permanencia en la Iglesia?», se pregunta Ratzinger.

La Iglesia es «Suya»

  • Se debe permanecer en la Iglesia porque, a pesar de todo, creemos que no es en el fondo nuestra sino «Suya». Es la Iglesia la que, «no obstante todas las debilidades humanas existentes en ella, nos da a Jesucristo; solamente por medio de ella puedo yo recibirlo como una realidad viva y poderosa, que me interpela aquí y ahora».
  • «Quien desea la presencia de Cristo en la humanidad, no la puede encontrar contra la Iglesia, sino solamente en ella».

La Iglesia no se reduce a sus escándalosJoseph Ratzinger

No hay fe sin comunión

  • «La fe sólo es posible en comunión con otros creyentes. La fe, por su misma naturaleza, es fuerza que une (...). Esta fe o es eclesial o no es tal fe».

La fe no es invención humana

  • Del mismo modo que no «se puede creer en solitario, sino sólo en comunión con otros, tampoco se puede tener fe por iniciativa propia o invención, sino sólo si existe alguien que me comunica esta capacidad, que no está en mi poder, sino que me precede y me trasciende».
  • «La fe exige una comunidad que tenga poder y sea superior a mí, y no una creación mía ni el instrumento de mis propios deseos». De ahí que Ratzinger, desde la divinidad de Jesús que si éste no es superior al hombre, «yo me encontraría al arbitrio de mis reconstrucciones mentales».
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Sin Cristo el mundo es inhumano

  • «¿Qué sería el mundo sin Cristo, sin un Dios que habla y se manifiesta, que conoce al hombre y a quien el hombre puede conocer?», se pregunta el Papa bávaro: «La respuesta nos la dan clara y nítida quienes con tenacidad enconada tratan de construir efectivamente un mundo sin Dios», dice, haciendo referencia a los sangrientos totalitarismos del siglo XX.
«Permanezco en la Iglesia, –señala–porque creo que la fe, realizable solamente en ella y nunca contra ella, es una verdadera necesidad para el hombre y para el mundo. (...) De hecho, donde ya no hay Dios, (...) no existe tampoco la verdad que es anterior al mundo y al hombre».

La Iglesia salva al hombre

«Permanezco en la Iglesia porque solamente la fe de la Iglesia salva al hombre», afirma Ratzinger antes de hacer un repaso de las erradas corrientes de pensamiento moderno (Freud, Jung, Marcuse, Adorno, Habermas, Marx).
  • «El pensar que a través de las reformas sociales y la eliminación del dominio y del ordenamiento jurídico se puede conseguir aquí y ahora un mundo libre de dolor, es una doctrina errónea, que desconoce profundamente la naturaleza humana».
  • «El hombre no es salvado sino a través de la cruz y la aceptación de los propios sufrimientos y de los sufrimientos del mundo, que encuentran su sentido liberador en la pasión de Dios. Solamente así el hombre llegará a ser libre. Todas las demás ofertas a mejor precio están destinadas al fracaso».
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La Iglesia es más que sus debilidades

  • La Iglesia no se reduce a sus escándalos, «existe también la (Iglesia) de la fe fuerte e intrépida, que ha dado sus frutos a través de todos los siglos en grandes figuras».
  • La esperanza del cristianismo «depende de su capacidad para decir la verdad. La suerte de la fe es la suerte de la verdad; esta puede ser oscurecida y pisoteada, pero jamás destruida».

Necesitamos la belleza de la Iglesia

Uno de los grandes argumentos a su favor es:
  • «La belleza surgida bajo el impulso de su mensaje, y que vemos plasmada aún hoy en incomparables obras de arte, se convierte para él en un testimonio de verdad: lo que se traduce en expresiones tan nobles no puede ser solamente tinieblas».
  • «La belleza es el resplandor de la verdad, ha afirmado Tomás de Aquino, y podríamos añadir que la ofensa a la belleza es la autoironía de la verdad perdida. Las expresiones en que la fe ha sabido darse a lo largo de la historia son testimonio y confirmación de su verdad».
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Está llena de personas que testimonian a Cristo

  • «Si se tienen los ojos abiertos, también hoy se pueden encontrar personas que son un testimonio viviente de la fuerza liberadora de la fe cristiana. Y no es una vergüenza ser y permanecer cristianos en virtud de estos hombres que, viviendo un cristianismo auténtico, nos lo hacen digno de fe y de amor».
  • «¿No figura acaso como una prueba relevante en favor del cristianismo el hecho de que haga más humanos a los hombres en el mismo momento en que los une a Dios? Este elemento subjetivo ¿no es también al mismo tiempo un dato objetivo del cual no hemos de avergonzarnos ante nadie?»

Porque amamos a la Iglesia

La razón fundamental de Joseph Ratzinger para no abandonar la Iglesia es por amor a ella, de ahí el deseo de limpiar sus miserias: limpiarla de nuestras propias miserias:
  • «La única posibilidad de que disponemos para cambiar en sentido positivo a una persona es la de amarla, transformándola lentamente de lo que es en lo que puede ser. ¿Sucederá de distinto modo en la Iglesia?»
  • En resumen, «permanecer en la Iglesia porque ella es en sí misma digna de permanecer en el mundo, digna de ser amada y transformada por el amor en lo que debe ser, es el camino que también hoy nos enseña la responsabilidad de la fe», concluye Joseph Ratzinger.
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