El Papa Francisco saluda a los fieles congregados en la plaza de San Pedro durante el tradicional rezo del ángelus
Francisco expresa su felicidad ante la visita a la pequeña comunidad de Mongolia
Francisco ha recalcado que esta será una oportunidad «para abrazar a una Iglesia pequeña en número pero viva en la fe y grande en la caridad» y para encontrarse con «un pueblo noble, sabio y de gran tradición religiosa»
Tras el tradicional rezo del Ángelus, el Papa expresó su «felicidad» por poder viajar el próximo jueves día 31 a Mongolia, ya que es una visita «muy deseada» para él. Francisco ha recalcado que esta será una oportunidad «para abrazar a una Iglesia pequeña en número pero viva en la fe y grande en la caridad» y para encontrarse con «un pueblo noble, sabio y de gran tradición religiosa».
'Esperando juntos'
La Oficina de Prensa de la Santa Sede anunció el programa detallado de la visita papal, publicando también el logo del viaje. El Papa estará en Mongolia del 31 de agosto al 4 de septiembre; un viaje apostólico con el lema 'Esperando juntos' que resalta la importancia de la comunión en la Iglesia. También en pequeñas comunidades, como la de Mongolia de apenas 1500 fieles.
Viaje a Mongolia del Papa
El Dios presente
El Santo Padre se dirigió a todos los mongoles para manifestarles que está «feliz de viajar» para estar «como hermano de todos», agradeciendo a las autoridades la invitación, así como a todos los que están trabajando para preparar el viaje y pidiéndoles que lo acompañen con la oración.
Ángelus del Papa en el Vaticano
Francisco afirma que Cristo no es «un héroe difunto, sino el Dios del presente»
Antes de rezar el Ángelus el Papa señaló que «Cristo no es un recuerdo del pasado, sino el Dios del presente», comentando el pasaje del Evangelio de Mateo en el que Jesús interroga a sus discípulos sobre lo que la gente dice de él. También invitó a los fieles a preguntarse: «Para mí, ¿ quién es Jesús? ¿Un gran personaje, un punto de referencia, un modelo inalcanzable? ¿O el Hijo de Dios, que camina a mi lado, que puede llevarme hasta la cima de la santidad, allí donde en solitario no soy capaz de llegar? ¿Jesús está realmente vivo en mi vida, es mi Señor? ¿Me encomiendo a él en los momentos de dificultad? ¿Cultivo su presencia a través de la Palabra y los Sacramentos? ¿Me dejo guiar por Él, junto a mis hermanos y hermanas, en la comunidad?».
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