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Bula «Ineffabilis Deus»
El 8 de diciembre de 1854 el papa Pío IX proclamaba el dogma de la Concepción Inmaculada de María, la Madre de Jesús. El contenido esencial de este dogma se refiere a una de las bases de la fe cristiana: la existencia del Pecado Original. Con arreglo a este dogma, sólo María y el propio Jesús fueron concebidos sin esta herencia de la Caída de Adán y Eva. Precisamente porque ellos son los que religan a la Humanidad con el plan inicial de Dios, ese plan de estado de gracia del Edén previo a la desobediencia. El nuevo Adán es, como diría el Apóstol, Jesucristo, y la nueva Eva sería la Virgen María. Afirma la bula de Pío IX: «[María] siempre estuvo con Dios, y unida con Él con eterna alianza, y nunca estuvo en las tinieblas, sino en la luz, y, por consiguiente, fue aptísima morada para Cristo, no por disposición corporal, sino por la gracia original».


Plenitud de lo humano
En María se observa cómo quiso Dios que fuera el ser humano. De esta forma, sin perder nada de su libertad, fue, como dice el ángel Gabriel «llena de gracia». Por eso, ella obedece los designios de Dios y responde con un «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Ese modelo de humanidad tiene —en consonancia con la propia etimología— mucho de humildad. Dice el papa Francisco: «en ella, la muchacha de aquel pueblito lejano, sobre ella, se posó la mirada del Señor, que la eligió para ser la madre de su Hijo» Continúa el pontífice: «contemplando a nuestra Madre Inmaculada, bella, reconozcamos también nuestro destino verdadero, nuestra vocación más profunda: ser amados, ser transformados por el amor, ser transformados por la belleza de Dios».


Color azul celeste
Este color es el específico de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción. En un principio, queda reservado para España y los países de tradición hispánica, gracias a un decreto de 12 de febrero de 1864 de la Sagrada Congregación de Ritos. Es un color que recuerda el Cielo, del que es reina. En el Apocalipsis leemos: «una mujer vestida de sol, con la Luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza». El empleo de este color para la liturgia concreta del día 8 de diciembre parece que remonta al siglo XIII. En todo caso, y al contrario que los colores rojo, negro o verde, no consta propiamente como color litúrgico. En España es fiesta de precepto. Y, en contra de la opinión vulgar, no es la Virgen del Pilar (12 de octubre) la patrona de España, sino la Inmaculada. Dentro de relación que liga a España con esta Solemnidad, se aluden a multitud de episodios, entre los cuales se ha destacado, durante los últimos años, el llamado «Milagro de Empel» (8 de diciembre de 1585).


Doble fiesta
De María la Iglesia celebra una doble fiesta. En el 8 de diciembre, la Concepción; y nueve meses más tarde (8 de septiembre), el nacimiento. Igual sucede con Jesús: se celebra su Encarnación (25 de marzo) y nueve meses después su Natividad. Algo parecido podría decirse de Juan el Bautista, pues, además del día de su martirio (29 de agosto), se festeja su nacimiento (24 de junio). Incluso José el esposo de María cuenta con doble celebración: la propia del 19 de marzo y la del 1 de mayo.


Antigüedad
Aunque el dogma data del siglo XIX, la creencia de la Iglesia en la Concepción arranca desde los comienzos del cristianismo. No sólo por las palabras del ángel —«Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo», que se repiten en la avemaría: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre»—, sino por el saludo de Isabel, la madre del Bautista, y la respuesta de la propia María: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se regocija mi espíritu en Dios, mi Salvador; porque puso sus ojos en la humillación de su esclava. Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque el Poderoso ha obrado cosas grandes por mí». Desde el VIII se celebra esta festividad y la bula «Ineffabilis Deus» menciona concilios y decretos papales de épocas variadas. Entre otros, se alude a Sixto IV, Pablo V y Gregorio XV.


Virginidad y Purísima concepción
Hay dos conceptos que, aunque entrelazados, cabe diferenciar. Por una parte, el 8 de diciembre se celebra que María, desde que sus padres la concibieron, desde que empezó a existir como un zigoto que se desplazaba hacia el útero de su madre, careció de la huella del Pecado Original. Por otro lado, la Iglesia afirma que ella, tras el anuncio del ángel Gabriel, concibió a Jesús por obra del Espíritu Santo. Virgen concibió, virgen dio a luz, y virgen se mantuvo toda su vida. Algunos de los evangelios apócrifos cristianos —no evangelios gnósticos, sino de carácter folclórico surgidos de la primitiva comunidad cristiana— se empeñan en este dejar claro este aspecto.


Declaración dogmática
El texto de Pío IX sostiene: «con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, con la de los santos apóstoles Pedro y Pablo, y con la nuestra: declaramos, afirmamos y definimos que ha sido revelada por Dios, y de consiguiente, qué debe ser creída firme y constantemente por todos los fieles, la doctrina que sostiene que la santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original, en el primer instante de su concepción, por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo, salvador del género humano». Durante la misa de la Inmaculada de 1960, dijo el papa Juan XXIII: «¡Oh, María Inmaculada, estrella de la mañana que disipas las tinieblas de la noche oscura, a Ti acudimos con gran confianza! Vitam praesta puram, iter para tutum. Aparta de nuestro camino tantas seducciones del gusto mundano de la vida; robustece las energías no sólo de la edad juvenil, sino de todas las edades, ya que están también expuestas a las tentaciones del Maligno».

'Inmaculada', de Francisco de Zurbarán

Un estudio revela que la devoción a la Virgen tiene un papel clave en el aumento de las vocaciones

Para más de la mitad de los encuestados, la devoción a María fue decisiva en su vocación: un 59 % lo confirma, siendo los sacerdotes, con un 71 %, el grupo más marcado por esta relación

La Virgen María no solo es modelo que guía e inspira a la oración y devoción para millones de fieles: para muchos sacerdotes y religiosos, su influencia ha sido clave en el camino hacia la vida consagrada. Así lo reflejan los resultados de un estudio del CARA (Centro de Investigación Aplicada al Apostolado) de la Universidad de Georgetown, titulado El impacto de María, Madre de la Iglesia, en las vocaciones eclesiales, que analiza cómo la devoción mariana acompaña y fortalece el discernimiento vocacional.

La investigación fue elaborada por la hermana Thu T. Do, de las Hermanas de las Enamoradas de la Santa Cruz, y por el investigador Jonathon L. Wiggins, en respuesta a una solicitud de la diócesis de Saginaw (Michigan). El proyecto surgió tras el llamamiento del Papa Francisco, en noviembre de 2023, a profundizar en la dimensión mariana de la Iglesia.

«Como religiosa, María ha desempeñado un papel fundamental en nuestra vida religiosa, y me entusiasma ver este informe como una especie de confirmación de que María es, sin duda, nuestro modelo», declaró la hermana Thu a OSV News.

Un impacto temprano y sostenido

La encuesta recogió 1.091 respuestas de obispos, sacerdotes, diáconos, formadores y superiores religiosos. De ellos, un 59% afirmó que la devoción mariana influyó «significativamente» en su discernimiento vocacional, con los sacerdotes (71 %) como el grupo más marcado por esta relación.

La mayoría de los participantes (92 %) señalaron que iniciaron su devoción en la infancia, principalmente en la familia (79 %), seguida de parroquias y escuelas católicas (44 % cada una).

El rezo del Rosario destacó como la práctica más común: un 71 % lo rezaba en privado y un 52 % en comunidad. También se mencionaron con frecuencia la oración ante imágenes de la Virgen y el uso de sacramentales marianos, como la Medalla Milagrosa (32 %) o el Escapulario de la Virgen del Carmen (29 %).

María: «amiga, guía, consoladora»

El 44 % de los encuestados había peregrinado a santuarios marianos antes de confirmar su vocación, con Guadalupe (29 %) y Lourdes (28 %) como destinos principales. Entre los títulos marianos más citados destacaron «María, Madre de Dios», «Desatanudos», «Nuestra Señora/Madre de los Dolores», «Nuestra Señora de Guadalupe» y «Reina de la Paz».

Respecto a las doctrinas marianas más significativas para los encuestados, sobresalieron la Inmaculada Concepción, la Asunción y la Virginidad perpetua de María. El 74 % de los participantes reconoció que la devoción a María fortaleció su vivencia vocacional, una cifra que se eleva al 89 % en el caso de los obispos. Además, un 80 % aseguró que su amor a la Virgen potencia su devoción actual a la Eucaristía.

«Siempre está ahí»

«La mayoría de los encuestados describieron la presencia de María en sus vidas utilizando términos como compañera, amiga, guía, consoladora, modelo, intercesora, madre e inspiradora de vocaciones», recoge el informe.

Entre las figuras que más han influido en esta relación mariana se encuentran dos santos polacos: san Juan Pablo II y san Maximiliano María Kolbe y, por otra parte, san Luis María Grignion de Montfort. También fueron mencionados santos como santa Bernardita, santo Domingo y santa Teresita de Lisieux.

María, concluye la hermana Thu, «nos encuentra en todas partes. Incluso en el lugar o en el momento en que no encontramos a nadie, Nuestra Señora, María, está ahí».

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