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El Papa León XIV

El Papa León XIV

La Virgen de su despacho, el nombre que pudo elegir y su lado más humano: lo que desvela el nuevo libro sobre León XIV

Armando Jesús Lovera Vázquez asegura que su obra De Roberto a León: una amistad del alma nace como expresión de agradecimiento hacia «una persona que me ha enseñado a ver el rostro de Jesús»

Más que hablar del pontificado, De Roberto a León: una amistad del alma rescata la historia y la personalidad de quien hoy es León XIV, vista desde la amistad. Su autor, Armando Jesús Lovera Vázquez, conoció al hoy Papa León XIV en Chiclayo hace casi 35 años y mantiene con él una estrecha relación que resiste a los embates del tiempo.

Armando Jesús Lovera Vázquez con su nuevo libro

Armando Jesús Lovera Vázquez con su nuevo libro 'De Roberto a León: una amistad del alma'Grupo de Comunicación Loyola

Lovera Vázquez asegura en una entrevista en Cope que la obra nace como expresión de agradecimiento hacia «una persona que me ha enseñado a ver el rostro de Jesús». La propuesta editorial llegó desde el Grupo de Comunicación Loyola, pero antes de escribir decidió consultar al protagonista. En un mensaje breve obtuvo una autorización inequívoca: «Confío en ti, eres mi amigo».

La imagen de la Virgen a la que tiene más devoción

Armando recuerda que el anuncio de la fumata blanca le sorprendió en una pista de pádel. Con la noticia confirmada, sus hijas celebraron en voz alta: «¡El Padre Roberto es el Papa, el padre Roberto es el Papa!». En pocas horas, el teléfono del Lovera se llenó de mensajes de quienes conocían esa amistad. «Fue un día de mucha emoción, de no saber qué hacer», resume.

Uno de los detalles inéditos que recoge el libro es el origen del nombre pontificio. Durante aquel momento de oración en la Capilla Paulina, Prevost tenía ante sí la imagen de la Virgen del Buen Consejo —patrona de su provincia agustina— y, bajo sus pies, el escudo de León XIII. Según relata Lovera, el entonces cardenal dudaba entre llamarse Agustín o León, pero «al ver el escudo fue León».

La devoción del Papa por la Virgen del Buen Consejo quedó patente desde el inicio de su pontificado: tras ser elegido 267º Sucesor de Pedro visitó su santuario unos pocos días después. Hoy, una imagen de esa advocación mariana preside su despacho en el Vaticano.

Lovera afirma que, pese a las renuncias propias del cargo —incluida la de conducir o practicar deporte, que tanto disfruta— hay una identidad que el Papa no abandonará: la agustiniana. «Es renunciar a su ser», sostiene. La vida comunitaria continúa en el centro de su espiritualidad. Incluso como cardenal se desplazaba hasta la curia agustiniana para rezar la liturgia de las horas con sus hermanos.

El autor también menciona una anécdota que ilustra su modo de ejercer el ministerio: en Perú recorrió más de 2.000 kilómetros para entregar el cuerpo de un joven fallecido a unos padres sin recursos. Una decisión que, entonces, pasó desapercibida.

La escucha como prioridad

El autor describe un rasgo que considera fundamental en esta nueva etapa de la Iglesia universal: la capacidad de escuchar. «Saber escuchar implica, pues, morderse un poco la lengua», asevera.

También reconoce la influencia del Papa Francisco en ese estilo de «cercanía hacia quienes sufren». Entre los consejos recibidos del argentino, uno permanece especialmente presente en León: conservar su buen humor.

A seis meses del inicio del pontificado, Lovera asegura que en esencia sigue siendo el mismo sacerdote que conoció en Perú. De Roberto a León pretende precisamente dejar constancia de eso: detrás de la figura del Papa, continúa el amigo.

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