Entrevista a Jesús Colina en El Debate
Jesús Colina: «León XIV es capaz de inspirar con el Evangelio al mundo nuevo que está emergiendo»
El periodista Jesús Colina acaba de lanzar Dios nos quiere, el primer libro sobre León XIV publicado en España y que arroja una lúcida mirada no sólo sobre el nuevo Papa, sino también sobre la situación de la Iglesia en el mundo y los retos a los que se enfrenta
Pocos periodistas conocen la realidad vaticana como el español Jesús Colina. Corresponsal en Roma desde 1991 para multitud de medios internacionales, creador de portales católicos de tanto peso como Zenit o Aleteia, y una de las pocas voces mediáticas que apuntó hacia Robert Prevost como posible sucesor de Francisco –tal y como dejó plasmado en este mismo diario en 2023–, Colina acaba de publicar Dios nos quiere (Libros Libres), el primer libro sobre el nuevo Papa que llega a las librerías de España. Un volumen breve y ágil en el que no sólo se adentra en la biografía, el pensamiento y la espiritualidad de León XIV, sino que también pone sobre la mesa cuestiones (no pocas de ellas, más que incómodas) en torno a los desafíos, internos y externos, a los que va a enfrentarse la Iglesia en los próximos años.
— Arranca el libro con una pregunta: ¿Por qué ha sido elegido Papa Robert Prevost? Pues usted dirá…
— La verdad es que si he escrito este libro es porque todos tenemos un montón de preguntas en torno al nuevo Papa. Por ejemplo, cómo es posible que su nombre no estuviera en las principales quinielas y, sin embargo, fuese elegido muy rápidamente, en la cuarta votación, y por más de cien votos, cuando sólo necesitaba 89. Y la clave está en lo que los periodistas no supimos ver, pero que los cardenales sí vieron en las reuniones previas al cónclave.
— ¿Y qué fue?
— Robert Prevost no era un candidato evidente: misionero en Perú, que luego fue al Dicasterio para los Obispos, ex Prior general de los Agustinos, siempre discreto, sin declaraciones altisonantes... Era casi invisible para los medios. Sin embargo, su humildad, su serenidad y su capacidad de trabajo fueron percibidas por los cardenales como señales de un verdadero pastor. El resultado fue contundente: salió elegido en la cuarta votación con más de 100 votos, cuando bastaban 89. El cónclave buscaba un Papa capaz de recuperar la unidad en un mundo profundamente polarizado. Porque también los cristianos, y los pastores, se ven afectados e influidos por esa polarización. Y Robert Prevost, por su perfil de servicio y su capacidad de tender puentes, encajaba perfectamente. Es, en el sentido más pleno, un Pontífice: un constructor de puentes.
Dios nos quiere, primer libro sobre León XIV publicado en España
— Trabajador, humilde, sereno, buscador de la unidad… esas cualidades también podrían definir a otros cardenales como Leo o Arborelius. Entonces, ¿Qué otras cualidades lo distinguieron?
— Tienes razón. Y además, su nacionalidad era, a priori, un obstáculo: nunca antes habíamos tenido un Papa estadounidense, para evitar que la gran potencia mundial y la gran referencia moral del mundo proviniesen del mismo país. Pero Prevost no es un «americano típico». Es un ciudadano del mundo: fue prior general de los agustinos durante 12 años, habla varios idiomas (lo cual ya es extraño en un estadounidense), y ha vivido en contextos muy distintos.
Es también el primer Papa que proveniente de un país no mayoritariamente católico. Y, sobre todo, es un hombre profundamente conectado con nuestro tiempo, que comprende los retos y sufrimientos de esta generación. León XIV comprende lo que está en juego con la tecnología. Es el primer Papa que responde emails personales desde la cuenta de Gmail que usaba antes de ser elegido Papa, maneja herramientas digitales, entiende el cambio tecnológico que vivimos. Tiene, además, una conciencia clara del desafío que supone la inteligencia artificial, nuestra inmersión en la cultura digital y la transformación del mundo, que todavía no sabemos a dónde nos conduce. Por eso los cardenales vieron en él a alguien capaz de inspirar con el Evangelio al mundo nuevo que está emergiendo. Y yo también creo que así es.
— ¿Cree que tiene hoy la Iglesia el vigor, la lucidez, la credibilidad y el celo apostólico suficiente para evangelizar este mundo de cambio?
— Está claro que no podemos hacer del Papa un ídolo, un mito. Pero sí es verdad que su figura es fuente de inspiración para todos los creyentes e incluso para el mundo entero. Y en el caso de León XIV, juega con ventaja, porque es un hombre que a los 14 años descubre el que ha sido su padre espiritual, su mentor, su consejero y su coach: Agustín de Hipona. Eso marcó su vida porque comprendió que Dios se encuentra en lo más íntimo del alma, y que el amor auténtico solo se vive en comunidad. Es un Papa profundamente moderno, en el sentido agustiniano, porque entiende el yo como lugar de encuentro con Dios.
Y esto es tremendamente moderno, para un mundo que vive la crisis de sentido. Él encarna una respuesta auténtica: la de quien ha encontrado el sentido de la vida en Cristo y puede proponerlo al mundo. Es empático con el sufrimiento de un mundo al cual solo se le ofrece como propuesta de vida la ley de la oferta y de la demanda, el consumismo, el materialismo, generando un vacío interior y creando una sociedad que es un cúmulo de soledades.
— La preocupación de los cardenales por la unidad de la Iglesia, y del propio León XIV, es evidente. ¿Existe, de verdad, un riesgo real de cisma?
— No estamos exentos de ese riesgo. La historia ya ha conocido cismas. El camino sinodal en Alemania, por ejemplo, plantea propuestas que pueden romper la comunión eclesial, y también ha habido tensiones importantes entre Roma y el episcopado estadounidense. Pero lo más preocupante es la división e incluso la violencia verbal entre cristianos de distintas sensibilidades, a la que asistimos en redes sociales. El mundo observa cómo nos tratamos y eso afecta a la credibilidad del mensaje cristiano. El Papa lo sabe. Y por eso insiste tanto en «crear puentes». Es una prioridad absoluta para él.
— Tras investigar a fondo en su biografía, ¿Qué es lo que más le ha impresionado?
Su origen familiar. Su madre, con raíces hispanas y criollas, era pedagoga, grabó un Ave María y era muy creativa. Su padre fue héroe de guerra que participó en el desembarco de Normandía, y luego educador, uno de esos maestros que deja impronta en varias generaciones. Venía de un barrio católico muy activo, que hoy está profundamente degradado y donde se comercia con droga. Todo eso lo ha marcado.
También me impactó saber que, como prior general, fue él quien restauró la presencia de los agustinos en Cuba, negociando con el régimen. Y una anécdota genial: cuando eligieron a Francisco, Prevost dijo a sus hermanos agustinos: «Ya puedo estar tranquilo, porque no seré obispo; con Bergoglio me reuní varias veces y no nos entendíamos». Poco después fue nombrado obispo de Chiclayo... y después al Vaticano. Así es como trabaja el Espíritu Santo.
— Al hablar de los desafíos de la Iglesia, se podría pensar rápidamente en África, pero dice en su libro que Asia será la clave para el futuro de la Iglesia. ¿Por qué?
— Porque todo apunta hacia Asia: demográficamente, económicamente, culturalmente. China podría ser la próxima gran potencia mundial, pero el cristianismo no ha arraigado allí. Japón tampoco ha sido permeable. En contraste, la India es hoy el mayor semillero de vocaciones sacerdotales. En 20 años, la mayoría de los sacerdotes del mundo tendrán rasgos indios. Ahí el Papa tiene un desafío colosal.
Y luego, como bien dices, está África, donde el crecimiento de la Iglesia es vertiginoso, incluso en contextos de persecución. Nigeria es un ejemplo claro: es el país con más mártires y más nuevos cristianos al mismo tiempo. La sangre de los mártires sigue siendo semilla de cristianos.
León XIV puede ser un referente espiritual que transmita la capacidad del Evangelio para iluminar las conciencias en este nuevo mundo
— Inteligencia Artificial, crisis de sentido, baja natalidad, guerras en Ucrania y en Palestina, zarpazo de China a Estados Unidos... ¿Qué desafíos marcarán el pontificado de León XIV, más allá de lo geopolítico?
— Creo que la paz será un eje central. Y ya se ha recurrido al Vaticano como actor relevante en el conflicto de Ucrania. Esto no había ocurrido antes, pero ya vemos el papel relevante que puede tener la Iglesia en la construcción de la paz. Junto a esto, también está el reto antropológico: ¿Qué será del ser humano en una sociedad dominada por la tecnología y la inteligencia artificial? Se avecinan cambios enormes, como el trabajo que desaparecerá para millones de personas. Y ya hay empresas tecnológicas que desarrollan mecanismos de reconocimiento de retina, vinculándolos a una posible renta básica universal, al margen de los gobiernos, previendo los efectos que pueden generar las tecnologías que ellos mismos están desarrollando. ¿Dónde queda el ser humano? ¿Quién va a salvar a la humanidad? Si no somos los cristianos... ¿Quién? O, al menos, ahí la Iglesia tiene algo que decir. Y León XIV puede ser un referente espiritual que transmita la capacidad del Evangelio para iluminar las conciencias en este nuevo mundo que está surgiendo.
— ¿Qué es lo que yo no le he preguntado que quiere decir para terminar esta entrevista?
— Que la unidad de la Iglesia no es solo tarea del Papa. Es misión de cada bautizado. Robert Prevost lo recuerda constantemente: no nos salvamos solos, sino en comunidad. Si amamos a la Iglesia como nuestra familia, estamos llamados a irradiar su belleza en unidad. Y eso puede cambiarlo todo. Daría a la Iglesia una credibilidad renovada y mostraría al mundo que el Evangelio tiene aún mucho que decir. Robert Prevost me ha devuelto la esperanza. Si logro transmitir un poco de esa esperanza, me doy por satisfecho.