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04 de mayo de 2024

Juan Vicente Boo

Juan Vicente BooJosé María Visiers

El Efecto Avestruz

Juan Vicente Boo: «Francisco es tradicional, pero no tradicionalista»

El veterano vaticanista valora en 'El Efecto Avestruz' la primera década de pontificado del actual Papa y defiende que «su referencia principal es el Evangelio»

«Desde la OTAN ves misiles, desde la Unión Europea ves economías y desde Nueva York ves el planeta, pero desde Roma y cerca de los Papas lo que ves son personas… y si tienes suerte, como ha sido mi caso, ves también a Jesucristo». Así resume su trayectoria profesional el periodista Juan Vicente Boo, que llegó al Vaticano como corresponsal del diario ABC tras pasar por Bruselas y EE.UU. y estuvo 23 años pegado a la actualidad de los Pontífices.
El autor de El Papa de la alegría y Descifrando el Vaticano protagoniza esta semana el nuevo episodio de 'El Efecto Avestruz', el programa de entrevistas de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP). En este capítulo, el veterano vaticanista valora los primeros diez años del Pontificado de Francisco, y habla sobre la continuidad con san Juan Pablo II y Benedicto XVI, las críticas recibidas y el futuro del papado.
–Hace unos meses, Francisco celebraba 10 años como Papa. ¿Cómo valora, a grandes rasgos, su pontificado?
–El hilo conductor de su Pontificado ha sido tener como referencia principal el Evangelio. Parece una perogrullada, pero se había ido perdiendo un poco entre montañas de documentos y actividades. Lo de Francisco es una vuelta al Evangelio desde su documento programático, la exhortación Evangelii gaudium, que se titula así porque la historia de la redención comienza con las palabras del ángel en Nazaret: «Alégrate, María».
–¿Diría que la alegría de Francisco es otra de las notas centrales de estos diez años?
–La actitud del cristiano es transmitir la alegría y la confianza, y la alegría de Francisco es visible, a pesar de diez años con tantos problemas, disgustos y críticas. Uno de sus secretos es que reza todos los días la oración de santo Tomás Moro para pedir el buen humor, y ya se ve que le sienta bien, ¿no? Y veo otras dos líneas de continuidad en su Pontificado: el espíritu de servicio y la descomplicación.
–¿Ve descomplicación en las reformas que Francisco ha llevado a cabo en la Curia?
–En el Vaticano, por desgracia, como sucede en tantísimas organizaciones, con el paso de los años se han añadido ceremonias, ropajes... y se ha ido volviendo versallesco en cuanto a su modo de actuar. Francisco rompió con eso desde el primer momento, al salir al balcón sin la muceta roja, con su cruz pectoral plateada, o escogiendo el coche más pequeño que encontró en el garaje del Vaticano, un Ford Focus... Es una ruptura con formas accesorias que, si en algún momento fueron una ayuda a la evangelización, hoy son un problema. Y no es el primero que rompe con ellas: Juan XXIII acabó con los discursos acartonados y hablaba desde su balcón, Pablo VI regaló la triple corona, una contaminación de teología política sobre el Evangelio, para obras de caridad y Juan Pablo I usó por última vez la silla gestatoria. Incluso Benedicto XVI sustituyó de su escudo la triple corona por una mitra de obispo, porque entendía que su tarea era enseñar.
Juan Vicente Boo

Juan Vicente BooJosé María Visiers

–A Francisco le acusan de despreciar la tradición, ¿considera que la crítica es fundada? ¿Ve continuidad entre él y sus predecesores?
–Francisco es tradicional, pero no tradicionalista. Los tradicionalistas se aferran a modos de hacer y presentar de los últimos siglos, pero que a veces no corresponden con el modo de ser inicial. En realidad, el modo de ser cristiano es la cercanía a Jesús, y el buen Papa Benedicto XVI decía muchas veces que la revelación no es como un meteorito que cae y queda estable. Con todo, es muy bonito descubrir la continuidad en lo esencial en los últimos pontificados, entre personas que humanamente son muy distintas. Por ejemplo, Francisco escribió Laudato Si, la encíclica social sobre ecología, pero el primer Papa ecológico fue Benedicto XVI que en sus discursos mencionaba estos problemas y que, entre otras cosas, instaló paneles solares en varios tejados del Vaticano. Y al calentamiento global o la destrucción de la atmósfera se refiere ya Juan Pablo II en algunos discursos.
–Desde su posición de observador sobre el terreno, ¿cómo se han vivido las reformas de Francisco en la Curia?
–Francisco tiene un programa de reforma muy profundo, que se resume en una línea. Él quiere producir en cada uno de nosotros una reforma del corazón. Por lo que se refiere al Vaticano, esta va acompañada de dos reformas: una hacia la sencillez: menos faustos, normalidad, tratar a las personas como iguales; y otra hacia el espíritu de servicio. Esto se manifiesta en la nueva constitución apostólica que regula el trabajo del Vaticano, Praedicate Evangelium: la vuelta a la tarea fundamental, la predicación del Evangelio. Algunas personas de la Curia habían pensado que su tarea era decirle al nuevo Papa qué hacer, cuando es al contrario: ellos están ahí para ayudar al Papa en lo que necesite. Praedicate Evangelium establece unos criterios de servicio al Papa y a las diócesis. Ahora, en las visitas ad limina no se les dan lecciones a los obispos de cada país, sino que se les pregunta: «¿Qué podemos hacer por ustedes?».
–En su libro Descifrando el Vaticano insiste en que hay que distinguir el rango de cada comunicación del Papa. ¿De aquí nace cierta confusión en torno a los mensajes de Francisco?
–Francisco se caracteriza por hablar informalmente de todos los temas por los que se le pregunta, pero hay que distinguir el contexto de cada comunicación. Si es una rueda de prensa en el avión, tras un viaje agotador, es normal que se confunda, cometa errores o no acierte con los ejemplos. Hay que entender los niveles de comunicación: por debajo están las declaraciones a la prensa o las entrevistas, luego los discursos, después la homilías en grandes fiestas… y de ahí para arriba ya encontramos los documentos de magisterio, que son las exhortaciones apostólicas o las encíclicas. Hay que ver cada intervención en su contexto, y no hay que considerar cada palabra del Papa como si fuera Moisés bajando los diez mandamientos del Sinaí. Además, cuando Francisco se equivoca muchas veces pide perdón. Y quienes aprovechan un error suyo para rasgarse las vestiduras son personas que lo que fundamentalmente tienen es ganas de rasgarse las vestiduras.
–¿Cómo ve los próximos años del papado de Francisco?
–Es cierto que ha tenido el contratiempo de la rodilla, pero él le comentaba en una entrevista a Javier Martínez Brocal que la Iglesia se gobierna con la cabeza, no con la rodilla. Y moverse en silla de ruedas no es problema: el presidente Roosevelt lo hizo desde el primer día. Más allá de esto, algunos preguntan quién puede ser el próximo Papa, y la única respuesta honrada es: «No lo sabemos». Eso sí: una broma típica entre vaticanistas es que el único predictor es la serie papa gordo/papa flaco.
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