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Cuatro consejos para hacer deporte con calor y no morir en el intento

Este cambio de hábitos apunta a una tendencia: el verano ya no implica necesariamente una pausa en el ejercicio

Con la llegada del buen tiempo y los días más largos, muchas personas redoblan su interés por volver a la actividad física y retomar hábitos saludables. Pero el calor, lejos de ser solo un incentivo para salir al aire libre, representa también un desafío real: mantenerse activo sin caer en la deshidratación, la fatiga o la pérdida de motivación.

El calor excesivo tiene un impacto directo sobre el rendimiento deportivo, especialmente en actividades de resistencia. Así lo demuestra un estudio del investigador Jesús Martínez-Sobrino, doctor en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, que detalla cómo el estrés térmico acelera la fatiga en ejercicios de intensidad moderada a alta. En estos casos, la combinación de deshidratación y agotamiento del glucógeno muscular merma el rendimiento. Curiosamente, en esfuerzos de corta duración y máxima intensidad, el calor puede tener incluso un efecto positivo, gracias a una mayor activación neuromuscular.

Este doble efecto obliga a repensar la forma en que se entrena durante el verano. «No se trata de rendir igual que en otras estaciones, sino de entrenar con consciencia», afirma Jesús Blanco, entrenador y formador en Brooklyn Fitboxing. «Es un buen momento para centrarse más en el bienestar que en el rendimiento».

Frente a este escenario, muchos optan por trasladar su rutina al interior de los gimnasios, donde el control de la temperatura y la oferta de actividades dirigidas permiten mantenerse activo sin exponerse al calor extremo. De hecho, la Federación Nacional de Empresarios de Instalaciones Deportivas (FNEID) ha detectado un aumento del 50% en las altas de usuarios respecto a agosto de años anteriores, tradicionalmente considerado un mes de baja afluencia.

Este cambio de hábitos apunta a una tendencia: el verano ya no implica necesariamente una pausa en el ejercicio. Actividades como el entrenamiento funcional, pilates o el fitboxing ganan terreno al ofrecer sesiones adaptadas a las condiciones climáticas, en entornos cómodos y seguros.

Desde centros como Brooklyn Fitboxing se insiste en adaptar horarios —evitando las horas centrales del día—, reducir la intensidad del entrenamiento, hidratarse constantemente y, sobre todo, escuchar al cuerpo. Reconocer señales como mareos, fatiga extrema o dolor de cabeza es clave para prevenir golpes de calor y lesiones.

En definitiva, el verano no tiene por qué ser una barrera para mantenerse en forma. Si se entrena con cabeza, puede ser una oportunidad para reconectar con el ejercicio desde una perspectiva más flexible y sostenible. Porque cuidarse no es solo cuestión de metas, sino también de saber cuándo bajar el ritmo.

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