El calor afecta al apetito

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Salud

El calor afecta también al apetito: ¿por qué comemos menos en verano?

Esta estación del año puede llevar a que prefiramos ingerir comidas más ligeras o frescas, pero eso puede pasar factura a nuestra nutrición

Debido a las altas temperaturas, es frecuente que muchas personas experimenten una disminución en su apetito. La nutricionista de Blua Sanitas, Nuria Cañas Cano, nos explica que el calor «no quita el hambre directamente», ya que está regulada de forma biológica. Sin embargo, el calor «sí puede tener un impacto en la sensación de apetito».

La alimentación es la principal fuente de energía para el cuerpo humano. En ese sentido, varios estudios indican que uno de principales desafíos fisiológicos del ser humano es la termorregulación, es decir, mantener una temperatura corporal adecuada y la ingesta de alimentos juega un papel fundamental, ya que generamos calor durante la digestión.

Sin embargo, esta reducción del hambre puede llevar a un consumo insuficiente de nutrientes esenciales, donde la nutricionista Cañas opina que sería «algo preocupante en personas mayores, niños y embarazadas», ya que son los que necesitan, especialmente, una dieta equilibrada para mantener una «salud óptima».

También hay otros factores que influyen en que tengamos menos ganas de comer. Por ejemplo, dentro de la regulación de nuestra temperatura corporal, el sudor juega un papel imprescindible. En verano transpiramos más, para regular la temperatura, lo que aumenta la necesidad de tomar líquidos y, a su vez, llena el estómago, disminuyendo la sensación de hambre.

Los cambios de rutina también tienen un papel crucial, ya que en esta época del año disponemos de más tiempo de ocio que nos permite disfrutar de actividades fuera del hogar, lo que se puede traducir en una menor atención a la alimentación.

¿Cómo afrontar esta inapetencia durante el verano?

Los especialistas en nutrición ofrecen una serie de consejos:

Más alimentos refrescantes y ligeros: lo mejor es optar por frutas y verduras, ensaladas, sopas frías y batidos. Todos ellos proporcionan nutrientes esenciales y agua, contribuyendo así a mantener una adecuada hidratación. Comer menos, pero con más frecuencia: esta forma de alimentarse es más fácil de tolerar y digerir cuando no se tiene mucho apetito. Evitar comidas calientes y copiosas: pueden aumentar la sensación de incomodidad y suprimir aún más el apetito.Y si te apetece más beber que comer, una buena opción es escoger bebidas como: las infusiones frías, zumos naturales o aguas con rodajas de limón u hojas de hierbabuena sin añadir azúcares.

¿El helado refresca de verdad?

Durante el verano, cuando tenemos mucho calor, recurrimos al helado, ya que su temperatura ejerce un efecto placentero en la boca, te da esa sensación refrescante tan buscada. Pero no puedes esperar que tenga un efecto real en la bajada de temperatura corporal porque su efecto refrigerante inicial va a dar paso al efecto termorregulador del que se ha hablado anteriormente.

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