Aguja bifurcada

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Viruela del mono

¿Por qué deja cicatriz la vacuna de la viruela?

En la década de los 70 se utilizaba una aguja bifurcada para inocular la vacuna de la viruela

España continúa siendo el país que más casos de viruela del mono ha reportado entre los miembros de la Unió n Europea. Según los últimos datos aportados por Sanidad, hay ya 142 casos confirmados y 302 sospechosos. No obstante, el goteo de positivos de esta variante no humana de la viruela parece haberse estabilizado y podríamos encontrarnos ante un cierto estancamiento.
La viruela del mono, tal y como señalan desde el Centro de Control y Prevención de Enfermedades estadounidense (CDC, por sus siglas en inglés), presenta un cuadro clínico no muy diferente al de la viruela común. Entre sus primeras dolencia estarían: fiebre, dolor de cabeza, dolor muscular y de espalda, inflamación de los ganglios linfáticos, escalofríos y agotamiento.
El signo más evidente de la enfermedad es la aparición de una erupción, que a menudo comienza en la cara y luego se extiende a otras partes del cuerpo». Esas erupciones derivan en pústulas y luego en costras que terminan cayendo, como ocurre con la viruela común.
Con todo, los casos reportados en España son muy leves pero también transmisibles al contacto estrecho. Por este motivo, se plantea la vuelta de la vacuna contra la viruela común para prevenir que la enfermedad se extienda.
Y es que, estas vacunas han demostrado tener un 85 % de eficacia frente al virus que provoca la enfermedad, por lo que la Unión Europea ya ha acordado la compra de estas vacunas para combatir la viruela símica.

La vacuna de la viruela en España

En 1979 la Organización Mundial de la Salud (OMS) notificó que el virus de la viruela estaba totalmente erradicado y no había riesgo poblacional de contagio masivo. Una vez la enfermedad desapareció, las personas nacidas posteriormente no recibieron ninguna dosis de esta vacuna.
Así, en España, recibieron la vacuna los nacidos entre 1921 y 1980. La cicatriz que se ve en el brazo de estas personas es un indicativo de la inmunización contra el virus.
¿Y por qué la vacuna de la viruela dejaba esa característica cicatriz al ser inoculada?

La cicatriz de la viruela

Actualmente las vacunas suelen administrarse con una aguja hipodérmica, muy fina, que no deja marca en la piel. Sin embargo, en la década de los 70, era habitual emplear un tipo de aguja conocida como aguja bifurcada, que contaba con dos puntas en el extremo. Inventada por el doctor Benjamin Rubin en 1965, fue empleada durante más de una década para erradicar la viruela junto con la técnica de vacunación en anillo.
La marca que dejaba era imborrable, debido a que el método de vacunación consistía en sumergir la aguja en la solución de la vacuna, quedando una gota de la sustancia en ambas puntas, y se picaba en la piel unas 15 veces en pocos segundos.
Cuando el proceso de vacunación finalizaba, la sangre que se originaba al rededor formaba una pequeña protuberancia que, al cicatrizar, dejaba en la piel la característica marca.
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