Tabla de queso

Tabla de queso

¿Puede el queso llegar a ser un alimento adictivo?

Ciertas comidas pueden activar los centros de recompensa de nuestro cerebro

El queso es un producto lácteo rico en proteínas y calcio que tradicionalmente ha formado parte de una dieta equilibrada y saludable como la mediterránea.

Sus diferentes sabores y texturas le han convertido en un alimento versátil que se utiliza, ya sea en su formato fresco, curado o semicurado, en infinidad de recetas, desde el desayuno hasta la cena. Y es que el queso hace que todo sea más sabroso, incluso las cosas que ya tienen buen sabor. Pero, ¿esto es suficiente para asegurar que el queso es adictivo?

Un estudio de 2015, investigó si ciertos alimentos están asociados con conductas alimentarias «similares a las adictivas». Y el queso fue uno de los alimentos examinados.

Según recoge un artículo del Houston Methodist, la Sociedad Estadounidense de Medicamentos para las Adicciones define la adicción como una afección médica que implica interacciones complejas entre el cerebro, el cuerpo, el entorno e incluso la genética. La adicción se manifiesta como una conducta compulsiva a la que la persona le resulta difícil resistirse a pesar de conocer sus consecuencias nocivas. También suelen aparecer síntomas de abstinencia cuando se abandona una conducta adictiva.

Los expertos del Hospital Houston Methodist son contundentes: No hay evidencia científica de que el queso sea adictivo o que afecte significativamente al cerebro de forma similar a las drogas o el alcohol.

Eso no quiere decir que comer queso no pueda afectar el centro de recompensa del cerebro, lo que puede incluso hacer que lo desees de vez en cuando. Pero los antojos de comida no son lo mismo que las adicciones y tampoco son exclusivos del queso.

Alimentos adictivos

El estudio descubrió que no todos los alimentos están asociados con conductas alimentarias «similares a la adicción» declaradas por los propios participantes. Como era de esperar, los alimentos altamente procesados (como las papas fritas y las galletas) fueron los alimentos que se declararon más frecuentemente problemáticos, mientras que los alimentos menos procesados (como los pepinos y las alubias) no lo fueron.

Galletas de chocolate

Galletas de chocolateFreepik

Los autores de la investigación concluyeron que el queso crea menos antojos que el chocolate, el helado, las patatas fritas, la pizza, las galletas, los pasteles, las hamburguesas con queso, las palomitas de maíz, los muffins, los cereales para el desayuno, las gominolas, el pollo frito, los panecillos y los refrescos.

La adicción al queso no está demostrada, pero puede haber otra explicación de por qué a muchos de nosotros nos cuesta resistirnos al queso.

Euforia alimentaria

El acto de comer en sí mismo es una conducta inherentemente satisfactoria y nuestros cerebros están programados para fomentar y ritualizar conductas que proporcionen placer, incluso si este placer es solo percibido. Esto significa que la razón por la que a veces podemos desear el queso podría ser tan simple como la «euforia alimentaria» que sentimos al comerlo.

Las investigaciones demuestran que ciertos alimentos pueden activar los centros de recompensa de nuestro cerebro, lo que provoca sentimientos positivos que nos animan a volver a comer más y más. Estos se denominan «alimentos muy sabrosos» y, por lo general, incluyen aquellos que contienen grandes cantidades de azúcar añadido, grasas saturadas, carbohidratos o sal.

No es coincidencia entonces que, con sus atributos grasos y salados, el queso pueda considerarse un alimento, sino adictivo, si muy apetitoso.

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