
Niño enfermo
Salud mental
¿Qué es el síndrome de Munchausen por poderes?
No es solo una enfermedad mental sino, también, una forma de maltrato infantil
En ocasiones saltan a las noticias casos en los que menores o personas vulnerables parecen padecer un sinfín de enfermedades de las cuales parece no existir causa. No obstante, con el paso del tiempo, se descubre que estas enfermedades no existen. Los síntomas son causados por los cuidadores, quienes provocan este malestar a los pacientes para hacerles creer que los necesitan y, a su vez, ellos obtener algún tipo de satisfacción al sentirse indispensables.
Recientemente se conocía un caso de esta índole en España. Las redes sociales y los medios de comunicación se hicieron eco del impactante rescate de tres niños de entre 8 y 10 años que llevaban más de tres años encerrados en su propio hogar en Oviedo. Los pequeños eran retenidos por sus padres en condiciones deplorables, viviendo entre excrementos y sin asistir a la escuela. La denuncia de una vecina fue clave para alertar a las autoridades, quienes irrumpieron en la vivienda en pleno apagón el pasado 29 de abril. A partir de ese momento, comenzaron a conocerse los detalles de la terrible situación que sufrían los menores.
Los progenitores, un hombre alemán de 53 años y una mujer con doble nacionalidad alemana y estadounidense de 48 años, hacían creer a los niños que padecían enfermedades y les administraban medicamentos adquiridos en el mercado negro. A pesar de su edad, los mantenían en pañales bajo la falsa creencia de que los necesitaban. Los primeros indicios apuntan a que la pareja podría padecer el síndrome de Munchausen por poderes, aunque aún se espera una evaluación médica completa que confirme esta hipótesis.
¿Y en qué consiste este síndrome?
El síndrome de Munchausen
El síndrome de Munchausen por poderes es una enfermedad mental y una forma de maltrato infantil. El cuidador del niño, con frecuencia la madre, inventa síntomas falsos o provoca síntomas reales para que parezca que el niño está enfermo.
Suele detectarse cuando el equipo médico nota incoherencias entre los síntomas descritos y los hallazgos clínicos. Algunas señales que pueden levantar sospechas incluyen:
- Síntomas persistentes o recurrentes sin causa médica clara.
- Discrepancias entre los síntomas observados y las pruebas diagnósticas.
- Síntomas que solo aparecen cuando el cuidador está presente.
- Tratamientos que no producen la mejoría esperada.
- Historia médica extensa con múltiples visitas a distintos hospitales. El personal sanitario puede notar que el cuidador parece estar más preocupado por la atención médica en sí que por el bienestar del niño. Además, el historial de salud del niño puede mostrar múltiples intervenciones innecesarias, como cirugías o pruebas invasivas.
Para confirmar el diagnóstico, los profesionales suelen recurrir a evaluaciones psicológicas tanto del niño como del cuidador. Se realizan entrevistas detalladas para analizar la dinámica familiar y el comportamiento del progenitor. Los psicólogos pueden observar si el cuidador demuestra una necesidad excesiva de reconocimiento o se muestra extremadamente ansioso por obtener diagnósticos médicos, incluso cuando los síntomas son leves o inexistentes.
En muchos casos, los equipos médicos pueden llevar a cabo una observación discreta para evaluar si los síntomas aparecen o desaparecen en ausencia del cuidador. Asimismo, se revisan los historiales clínicos de otros miembros de la familia, ya que en algunos casos hay antecedentes de problemas similares en hermanos o en el propio cuidador. La colaboración con servicios sociales es esencial para valorar el entorno familiar y garantizar la protección del niño.
Cuando se confirman las sospechas, es fundamental una intervención coordinada entre pediatras, psicólogos, trabajadores sociales y las autoridades legales. Esto garantiza el cese inmediato del maltrato y la protección del menor. A menudo, el niño es trasladado a un entorno seguro mientras se realizan más investigaciones. Además, el cuidador debe someterse a tratamiento psicológico, ya que el síndrome de Munchausen por poderes suele estar asociado con problemas psiquiátricos graves en el adulto.