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20 de mayo de 2024

Una usuaria de residencia, en una imagen de archivo

Una usuaria de residencia, en una imagen de archivoGTRES

Tercera edad

Sujeciones, la peligrosa práctica que se da en las residencias de mayores

La reivindicación no es nueva, y las asociaciones que claman por ello repiten cada cierto tiempo sus denuncias a la vista de la preocupante extensión de la práctica. Cerca del 17 % de las personas que viven en residencias de mayores en España, alrededor de 55.000, son sometidas a diario a sujeciones físicas (es decir, son atados a la cama) o químicas (se les administra más medicación de la prescrita). Los sujetos son personas con demencias y el objetivo, sobre el papel, es evitar que se hagan daño a sí mismos o a otras personas. Sin embargo, son numerosos los centros que ejercen la práctica de manera irregular, lo que puede provocarles lesiones o en ocasiones, incluso, la asfixia.
Las cifras arriba mencionadas son estimaciones de la Confederación Española de Organizaciones de Mayores (Ceoma), que lleva años, al igual que otros colectivos de mayores, exigiendo el fin de la llamada «cultura de atar» en detrimento de una mayor formación a los cuidadores para que eviten caer en el 'recurso fácil'. La muerte de una mujer con Alzheimer, supuestamente ahogada por sus propias correas cuando intentaba liberarse de ellas en una residencia de Villa del Prado (Madrid), conocida la semana pasada, ha vuelto a poner en pie de guerra a estas asociaciones. No es la primera vez que ocurre (hay casos documentados en los últimos años en otras residencias de Madrid o Galicia), y algunos profesionales están convencidos de que hay muchos otros similares, pero son ocultados por las propias instituciones.
«Se ha demostrado que el uso de sujeciones pueden tener efectos muy adversos como estos», afirman, con tono grave, desde la Confederación Española del Alzheimer (Ceafa), que resalta que casi la mitad de las residencias españolas emplea en la actualidad sujeciones para ‘amansar’ a los pacientes. «Además de revertir posibles consecuencias letales, las sujeciones pueden provocar hematomas, pérdidas de esfínter, reducción de la movilidad –ya que los pacientes pierden musculatura cuanto más tiempo pasen tumbados– o, incluso, caídas. Las contraindicaciones son múltiples», remachan.
El colectivo recuerda que el uso de las sujeciones como tal, tanto físicas como químicas, no está prohibido por ley, pero sí que tiene que haber una serie de condiciones para que puedan aplicarse. En ambos casos, deben contar con un seguimiento clínico y una fecha de inicio y fin, han de estar pautadas con el consentimiento médico y familiar y solamente pueden ser aplicadas si hay riesgo de daño autoinfligido o a terceros. En caso de que el paciente pueda hacer uso de sus facultades mentales, su empleo debe ser aprobado por ellos mismos.

La alternativa es «posible»

Desde la Ceafa apuestan por los distintos programas de formación impulsados desde hace años que se centran en un tratamiento más pedagógico y dialogante por parte de los enfermeros y cuidadores como alternativa al uso de las sujeciones. Y ponen de ejemplo el que llevan a cabo en colaboración con la Fundación María Wolff, en el que la entidad participa como acreditador externo y que tiene como objetivo «animar, ayudar y reconocer» a las instituciones comprometidas con la mejora de la calidad asistencial a personas con demencia. 
«En lugar de recurrir a este método, se puede trasladar al paciente a otro sitio, hablar con él, lograr que cambie de actitud y que pierda la mentalidad que lo lleva a hacer daño», explican. Otro de ellos es el programa 'Desatar', puesto en marcha de manera pionera por Ceoma en 2003 y que en casi 20 años de actividad ha conseguido clasificar a 150 residencias como «centros libres de sujeciones» a base de instrucción. «Afortunadamente, se ha mejorado bastante, pero aún queda mucho trabajo por hacer», apuntan, tachando al tiempo de «reprobable» que «esto siga ocurriendo en el siglo XXI».

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