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24 de abril de 2024

Un rebaño de más de 1.000 ovejas en la Fiesta de la Trashumancia

Un rebaño de más de 1.000 ovejas en la Fiesta de la TrashumanciaEuropa Press

Cabras y ovejas bomberas: el método 'natural' para prevenir los incendios

Varias comunidades ya han implantado esta práctica que evita el crecimiento desmesurado de la vegetación

En pleno mes de marzo hemos visto cómo los incendios ya comienzan a asolar diferentes territorios de España. El de Villanueva de Viver, que ha afectado 4.700 hectáreas en un perímetro de 50 kilómetros entre las provincias de Castellón y Teruel, ha estado activo durante nueve días y aún se están produciendo reproducciones. A este hay que sumarle los acontecidos en Cantabria y, sobre todo, en Asturias, donde llegó a haber más de 120 focos activos este viernes y las llamas llegaron hasta la misma capital del Principado, con el Monte Naranco ardiendo ante la mirada impotente de los ovetenses.
Como es obvio, hay muchos factores que intervienen en esta ola de incendios. Por un lado, está la mano del hombre, ya que hay indicios de que, en el caso de Asturias, había una banda organizada de personas que fueron los responsables de iniciar estos fuegos. Pero también influye en su propagación unas temperaturas inusualmente altas para la época y una ausencia de lluvias que propician que el terreno esté seco y arda con más facilidad. Por otra parte, la dejadez de los bosques o la permisividad a la hora de quemar rastrojos son otras de las denuncias de ecologistas y ganaderos.
Estos últimos creen que los animales cumplen una función vital tras los incendios, al abonar y hacer que se regenere la tierra, aunque algunos les culpan directamente de los fuegos ya que, gracias a la Ley de Montes de 2017, se pueden utilizar para pasto las zonas quemadas.
Ante todo esto, se erige como solución a los incendios un método de lo más natural: las ovejas y cabras bomberas. Estos animales hacen que, durante el pasto, ingieran entre cuatro y cinco kilos de materia vegetal seca, que es precisamente la más propensa a quemarse y la que hace que los focos se extiendan con rapidez.
Tanto ovejas como cabras se encargan de desbrozar caminos y vías pecuarias y, de esta manera, ayudan a mantener los cortafuegos despejados. Además, a medida que comen plantas y arbustos, los animales dejan semillas que agilizan la repoblación y crean cortafuegos naturales

Las CC.AA. ya lo aplican

Varias consejerías de diferentes comunidades autónomas ya han puesto en marcha programas de este tipo. Es el caso del Plan RAPCA de la Junta de Andalucía o los Ramats del Foc de la Generalitat de Cataluña. En Canarias, los cabildos pagan a los ganaderos por esta labor, un «servicio público esencial» que fomenta que haya menos incendios.
En la Comunidad de Madrid, la presidenta Isabel Díaz Ayuso presentaba hace solo unos días la eficacia de las actuaciones preventivas de pastoreo controlado en la lucha contra los incendios, donde miles de cabras, ovejas, vacas y caballos se alimentan del pasto crecido durante la primavera «al mismo tiempo que reducen el riesgo de que esa vegetación se convierta en combustible para el fuego, muy especialmente en los días de más calor», explicaba la presidenta.
Un programa que solo en la región madrileña ha supuesto pastorear una superficie de 2.510 hectáreas en 57 municipios, de las que la mitad ya no va a requerir más acciones de trabajo preventivo.
Las organizaciones ecologistas, por su parte, apoyan este tipo de medidas. Es el caso de WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza, por sus siglas en inglés), que apuesta por la ganadería como una de las soluciones para combatir los incendios. Creen, de hecho, que hay que aliviar los trámites burocráticos a la ganadería extensiva –aquella que aprovecha eficientemente los recursos naturales del territorio– para fomentarla.

Oficio en declive

A pesar de la efectividad de esta práctica contra los incendios, cada vez son menos las personas que se dedican al pastoreo o la ganadería en general. Por ende, es complicado encontrar rebaños que puedan desarrollar estas labores.
Desde Asaja, consideran que el abandono de la actividad agrícola y ganadera y el despoblamiento del medio rural propicia el crecimiento desmesurado de la vegetación. Esto hace que, ante cualquier anomalía climatológica, se produzca una proliferación de incendios, la inmensa mayoría en superficies que antiguamente eran mantenidas en buen estado medioambiental por los ganaderos.
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