Garrafas y botellas de agua en una puerta
Este es el curioso motivo por el que se ponen garrafas de agua en las puertas y esquinas de las casas
Se trata de una práctica muy habitual en entornos rurales y que, cada vez más, se ve también en las ciudades
Se trata de una costumbre peculiar sobre todo en los pueblos, pero que ya se va expandiendo incluso por algunas ciudades: colocar garrafas o botellas de agua llenas a las puertas de las casas o en las esquinas de las mismas.
Pero, ¿alguien sabe el porqué de esta práctica? Seguro que quienes viven en poblaciones pequeñas saben la razón pero, en ocasiones, los que viven en grandes ciudades no entienden en qué se basa esa costumbre, llegando a elucubrar sobre posibles señales entre vecinos.
Pero nada más lejos de la realidad. El motivo para colocar estos envases llenos de agua es para ahuyentar a los animales callejeros. Parece ser que poniendo garrafas y botellas, los gatos o los perros no hacen sus necesidades en ese punto al verse reflejados o deslumbrados, evitando así los malos olores de los orines y las heces a la puerta de casa.
Y es que si se prolonga en el tiempo esa tendencia de que los animales hagan sus necesidades en la puerta de casa puede causar el deterioro de los materiales, así como la contaminación del ambiente, que crea una situación de insalubridad constante.
¿Y realmente funciona? La ciencia no se ha pronunciado al respecto, pero algunos expertos creen que el uso de garrafas no espanta realmente a los animales, ya que por ejemplo los perros se guían por el olfato y no por la vista a la hora de orinar. Lo cierto es que en cientos de pueblos de España, Francia o Italia esta práctica continúa utilizándose, por lo que hay que hacer caso a la sabiduría rural y creer que sí que surte efecto.
Aunque se trate de un experimento relativamente nuevo, antiguamente se utilizaban elementos como el azufre y el carbonato de sodio en las puertas de las casas para mantener alejados a los animales. Esto se terminó prohibiendo por las autoridades debido a que los colores llamaban la atención de los más pequeños, que al tocar los productos corrosivos resultaban heridos.
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