Zaira González
Zaira, la joven con linfoma de Hodgkin que se cambió de carrera para investigar el cáncer: «La enfermedad te cambia»
La Asociación Española Contra el Cáncer ha creado el documental 'Conectando vidas: un reto en investigación contra el cáncer', una iniciativa que busca traspasar las barreras entre ciencia y sociedad y humanizar la investigación
En 2012, con tal solo 19 años y la carrera recién empezada, Zaira González, vecina de Vallecas, recibió por parte de su médico una noticia desesperada: tenía cáncer, concretamente un linfoma de Hodgkin. Tardó en ser consciente de su enfermedad. Sin embargo, un día decidió dejar todo y comenzar de cero son sus estudios. Ella quería estudiar y formarse para en un futuro no tan lejano investigar las neoplasias malignas.
Esta historia ha llegado al sector Audiovisual. La Asociación Española Contra el Cáncer ha creado ll documental Conectando vidas: un reto en investigación contra el cáncer, una iniciativa que busca traspasar las barreras entre ciencia y sociedad y humanizar la investigación.
–Con 19 años te diagnosticaron cáncer, ¿cómo fue el proceso?
–Hasta que me lo diagnosticaron era una chica normal de 19 años. Para mí lo más importante eran mis estudios. Estaba muy centrada en sacar buenas notas para entrar en la carrera y tener la vida que todos queremos. Me gradué en bachillerato y entré en Ingeniería de Telecomunicaciones. Era un momento muy feliz, llevaba tiempo soñando con eso.
Ya llevaba tiempo yendo al médico porque me encontraba rara. Siempre me decían que no era nada. Luego vino la pandemia y, si no era algo urgente, todo se retrasaba. Cuando volví les pedí que me mandaran análisis. Salieron raros y, mientras esperaba repetirlos, mi madre decidió llevarme a urgencias. Ahí empezaron a hacerme pruebas y descubrieron que tenía un linfoma de Hodgkin en estadio IV, con metástasis en el pulmón.
En ese momento sientes muchas emociones. Por un lado pensaba «¿por qué a mí?», porque nunca había fumado ni bebido. Y por otro sentí alivio, porque llevaba mucho tiempo encontrándome mal y al menos ya sabía qué me pasaba. Pensé: «hay tratamiento, va a ser duro, pero haré todo lo posible para que salga bien».
Me lo diagnosticaron en abril. Tenía que hacerme pruebas para ver el estadio, y mi primera cita con hematología fue en junio. En julio empezaban mis exámenes y yo pensaba que quizá podría retrasar la quimio hasta después. Pero en la consulta me dijeron que teníamos que empezar al día siguiente porque estaba muy avanzado. Así que ni pensé en pedir retrasarlo.
–Estudiabas Telecomunicaciones, pero al enterarte del diagnóstico te cambiaste de carrera. ¿Por qué ocurrió esto?
–Durante las sesiones de quimio pensaba en cómo podía ayudar. Ya antes me había llamado la atención Ingeniería Biomédica, pero me habían dicho que Telecomunicaciones tenía más salidas y como no lo tenía claro, entré ahí pensando en hacer un máster en biomédica más adelante. También me atraía la ciberseguridad.
Pero durante la quimio me di cuenta de que quería investigar esta enfermedad en el futuro. Creo que aportar la visión del paciente es importante: tener un tratamiento y curarte es lo principal, pero también lo es el proceso y la calidad de vida durante y después. Hay muchos efectos secundarios de los que casi no se habla. Yo pensaba que terminaría la quimio y volvería a mi vida de antes, pero no. La enfermedad te cambia por completo.
El efecto secundario que más noto es el de la memoria y la concentración. Como estoy estudiando, es donde más me afecta y casi no se habla de ello. Por eso decidí cambiarme: no iba a aprender lo mismo en cuatro años que en un máster, y como Teleco no me estaba encantando, era el momento. Nunca dejé de estudiar, aunque me cogía menos asignaturas. Ir a la universidad me motivaba y me hacía sentir que podía seguir haciendo cosas adaptadas a mi nueva situación.
Creo que es importante dar visibilidad no solo al cáncer, sino al «después del cáncer». Los tratamientos dejan muchos efectos secundarios y tienes que adaptarte a tu «nuevo yo». Muchos médicos te dicen «estás viva, ¿qué más quieres?». Y sí, lo más importante es estar viva, pero también quiero estar bien. Y para eso necesitamos tratamientos menos tóxicos.
–Han pasado tres años, ¿en qué punto está la enfermedad ahora mismo?
–Estoy en remisión, con revisiones periódicas. Desde que me dijeron el 28 de diciembre de 2022 que la enfermedad estaba en remisión, ha seguido así. En la última revisión algunos valores salieron alterados y me harán un TAC para controlar que todo va bien. Ese miedo siempre está. Creo que nunca dejas de ser paciente oncológico. Cuando ya tienes pelo, la gente piensa que estás genial, pero no ven todo lo que hay detrás. Yo intento tener una vida lo más normal posible, pero me cuesta muchísimo y tengo que forzarme más que antes. Hay días que estoy bien y una hora después estoy fatal.
En la quimio estaba rodeada de personas muy mayores y no tenía contacto con pacientes jóvenes
Cuando me encuentro bien intento no pensar en una recaída, pero en cuanto me noto mal se me vienen todos los recuerdos del proceso.
–A raíz de tu historia, la Asociación Española Contra el Cáncer ha sacado el documental Conectando vidas: un reto en investigación contra el cáncer. ¿Qué se pretende con él?
–El documental quiere acercar la investigación a todos y mostrar su importancia. La investigación es esencial porque el cáncer no es una sola enfermedad: hay cáncer de pulmón, de mama, linfomas, leucemias… y cada uno necesita estudios específicos. Y no todos los cuerpos reaccionan igual, así que necesitamos más investigación para que no dependa de «si te tocó uno de los cánceres más estudiados».
También quieren que la gente vea los avances que se están haciendo: terapias cada vez más específicas para cada paciente y con menos efectos secundarios, como las CAR-T.
Me propusieron mezclar mi historia con el trabajo de los investigadores en los laboratorios del Hospital 12 de Octubre. Yo les hacía preguntas, ellos explicaban en qué trabajaban y al final del documental aparece mi historia y por qué decidí dar un giro a mi vida.
–¿Cómo se desarrolló esa necesidad de ayudar a los demás?
–Desde que me dijeron que estaba curada, sentí la necesidad de ayudar. Cuando me diagnosticaron, yo solo quería ver gente que hubiera pasado por lo mismo y estuviera bien. Me metí en TikTok y vi una chica con linfoma que ya estaba recuperada, le pregunté y me dijo que no quería hablar porque era parte de su pasado. Y pensé: «yo tampoco quiero hacer vídeos durante la quimio porque no me ayuda, pero cuando me recupere quiero ayudar a otros».
Me creé una cuenta en Instagram para acompañar a quienes pasan por esto. El año pasado un compañero de la universidad al que se lo acababan de detectar me escribió para preguntarme cómo había gestionado el cáncer. Creo que eso es muy positivo, ayudarnos entre nosotros.
–Te faltó sentirte comprendida…
A mí me pasó con 19 años, ahora tengo 22. En la quimio estaba rodeada de personas muy mayores y no tenía contacto con pacientes jóvenes. Eso me faltó: sentirme comprendida. Mis amigos estaban ahí, pero hay cosas que no pueden entender si no lo has vivido.
Creo que es necesario crear comunidad. Para niños hay recursos, para adultos también, pero los jóvenes quedamos un poco en tierra de nadie. Somos muchos los que estamos pasando por esto y es importante sentirnos acompañados. Si he tenido que vivir algo tan duro pero puedo ayudar a otros, siento que ha valido la pena.
Cuando decía que tenía un estadio IV con metástasis, la gente me miraba con pena, como si fuera a morir. Y claro que podía haber pasado, yo era consciente, pero quería vivirlo con la máxima normalidad posible. No quería que me viesen como «la pobrecita». Quería seguir siendo Zaira, con mis gustos y mi vida, aunque adaptada a mi nueva realidad.
Los pacientes buscamos sentirnos comprendidos, pero no con lástima. Seguimos siendo nosotros mismos, aunque cambiados. Y entre los jóvenes coincidimos en lo mismo: necesitamos apoyo, comprensión y comunidad. Poco a poco lo conseguiremos.