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20 de abril de 2024

El fracking tiene unos costes asociados que hacen dudar de la rentabilidad de estos proyectos

El fracking tiene unos costes asociados que hacen dudar de la rentabilidad de estos proyectosGTRES

Medio Ambiente

La costosa realidad del 'fracking': ni tan rentable ni tan inmediato

La instalación de pozos de fractura hidráulica en nuestro país sería muy costoso y su viabilidad no estaría garantizada en los plazos necesarios

El conflicto de Ucrania y la subida de tarifas del gas argelino tras el último patinazo de Sánchez por el Sáhara han vuelto a poner sobre la mesa el asunto del fracking para reducir la dependencia externa. Sin embargo, recuperar la fractura hidráulica no sería inmediato ni tan rentable como sugieren los estudios.
Debido a su naturaleza, el fracking tiene un coste muy superior al método convencional, cuya rentabilidad queda en manos del precio del barril que fluctúa a diario. Tras varios años disparado, el coste del barril se desplomó en 2014 de los 100 a los 50 dólares, lo que obligó a los productores a hacer malabares para mantener su rentabilidad. En 2021, el barril alcanzó un promedio de 71,48 dólares, mientras que en este mes se sitúa en los 120 dólares de media por el conflicto de Ucrania.
Según una encuesta de la Reserva Federal de Dallas en 2019, el fracking es rentable cuando el barril de West Texas supera los 50 dólares, muy por debajo de los 80 que se estimaba entre 2012 y 2014. Estas valoraciones, no obstante, se realizaron en plena subida y posterior bajada del precio, lo que se tradujo en una oportuna rentabilidad.
Sin embargo, los expertos consultados dudan de que este sistema vaya a ser la gallina de los huevos de oro. BNK intentó, sin éxito, convertirse en la primera empresa de fracking en España. Esta compañía canadiense pretendía construir seis pozos al norte de Burgos –finalmente desistirían por la incertidumbre legal– con un presupuesto de 61 millones de euros. Esta cantidad se refería a los gastos CAPEX –gastos de capital, el coste del proyecto hasta la entrega de la planta– y no los gastos derivados de su mantenimiento, etc.
Fuentes del sector explican que un proyecto de estas características necesita una planta eléctrica autónoma, además de una estación de control y otra de depuración de residuos, entre otras edificaciones. Además, dependiendo si el refinado se realiza en el mismo lugar o es necesario transportarlo, el precio se puede disparar.

Un proyecto de extracción convencional puede costar 100 millones de euros

Para un proyecto de extracción convencional, el coste puede situarse fácilmente en los 100 millones de euros con un mínimo de dos o tres años para su puesta en marcha. En estos plazos, es muy difícil garantizar la viabilidad de un proyecto que depende tanto de la fluctuación del mercado.
Además, hay que añadirle el impacto medioambiental –algunos informes calculan que las fugas de metano pueden llegar al 4 %, lo que sería más contaminante que el carbón– y de la cantidad de agua necesaria para realizar la fractura en un país donde precisamente no abunda.

Debate cerrado en España

En España, el asunto de la fractura hidráulica se puso encima de la mesa hace unos años, pero la oposición de grupos políticos y ecologistas echaron por tierra cualquier posibilidad. El pasado año, Pedro Sánchez enterró el asunto con una Ley de Cambio Climático y Transición Energética que prohibía la utilización del fracking. No en vano, era uno de los frentes históricos de los actuales socios de Gobierno desde hace años.
Por ahora, la mejor opción es seguir importando gas de Argelia y Estados Unidos –países donde, por cierto, sí se extrae con fracking– siempre y cuando el Gobierno no siga estropeando sus relaciones con el socio norteafricano. El último volantazo de Sánchez con el asunto del Sáhara ya le ha costado a España la subida de tarifas de gas argelino hasta, de momento, 2024. Con todos los sectores productivos ahogados por los precios de la electricidad y los carburantes, quizá Sánchez no tenga más remedio que revisar su política energética.
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