Vista aérea de la central nuclear de Fukushima, en Japón
La sal se agota en varias plataformas chinas ante el vertido de agua de Fukushima al Pacífico
El Ministerio de Asuntos Exteriores chino calificó ayer a Japón de «egoísta» e «irresponsable» por el vertido
«Agotado». Este es el cartel que aparecía en muchas plataformas chinas de comercio electrónico si alguien accedía a la compra de sal marina. ¿El motivo? El pánico de los consumidores a quedarse sin uno de los elementos más importantes en las cocinas tras el comienzo del vertido al Pacífico del agua de Fukushima, informa el portal de noticias económicas Yicai.
Tras una infructuosa campaña de presión a Japón para impedir el vertido, las autoridades chinas anunciaron ayer que suspendían la importación de todos los productos acuáticos procedentes de la nación insular para «prevenir el riesgo de contaminación radiactiva» por las aguas tratadas de la accidentada central nuclear.
Yicai apunta que muchos productores de sal cotizados en bolsa vieron ayer importantes subidas en el precio de sus acciones ante el súbito aumento de la demanda.
El director ejecutivo del ese organismo, Wang Xiaoqing, aseguró que China tiene capacidad suficiente de producción como para satisfacer la demanda: «No se recomienda acumular sal ahora», indicó, citado por el rotativo Global Times.
El citado medio oficial asegura asimismo que las búsquedas de detectores de radiación «que puedan ser utilizados en comida y cosméticos importados» aumentaron esta semana un 232 %, y que las ventas de este tipo de dispositivos aumentaron este jueves, coincidiendo con el comienzo de los vertidos.
El Ministerio de Asuntos Exteriores chino calificó ayer a Japón de «egoísta» e «irresponsable» por el vertido. Por otro lado, la Cancillería explica que se trata de «una cuestión de materia de seguridad nuclear cuyo impacto va más allá de las fronteras de Japón».
Pekín ha reclamado en los últimos días a Japón que detenga su plan, y en julio anunció que mantendrá «un alto grado de vigilancia» sobre las importaciones de alimentos procedentes de Japón.
Desde 2011, China mantenía una prohibición de importar comida desde una decena de las 47 prefecturas que componen la nación insular, entre ellas la de Fukushima, y revisaba «de forma estricta» toda la documentación de los alimentos llegados desde otras partes de Japón, especialmente en el caso de productos acuáticos como el marisco.