Eucaliptos XUNTA 01/4/2020
Eucalipto, el árbol que ocupa los bosques del norte de España: «No podemos prescindir de él»
Sus detractores indican que es una especie invasora y que reducen «a la mínima expresión» la diversidad
No existen datos oficiales actualizados, pero se calcula que se extiende por unas 760.000 hectáreas
Solo hace falta darse un paseo por las regiones del norte de España para ver que existe una similitud paisajística. Galicia, Asturias, Cantabria y País Vasco comparten un clima oceánico y, por tanto, unas características medioambientales parecidas. Pero también coinciden en la abundancia de una especie de árbol en sus bosques: el eucalipto.
Según datos del Ministerio para la Transición Ecológica (Miteco), se introdujo en España a mediados del siglo XIX, primero con fines ornamentales, aunque no comenzó a cultivarse profusamente hasta la década de 1940, fomentado por las líneas directrices de la política forestal de la época, en la que se priorizaba la producción de materias primas en detrimento de la restauración de la cubierta vegetal.
Esta expansión ha sido tal que se ha convertido en un árbol predominante en toda la cornisa cantábrica. No existen datos oficiales actualizados, pero se calcula que el eucalipto ocupa en estas comunidades unas 760.000 hectáreas, el equivalente a la superficie de la comunidad autónoma del País Vasco. La polémica ha rodeado siempre estas plantaciones: por un lado, están quienes defienden su rápido crecimiento, generación de riqueza e incluso su capacidad de absorción de carbono. Por el otro, los que sostienen que no es una especie autóctona y, por tanto, tiene un impacto ambiental en los bosques españoles.
Francisco Javier Manrique, decano territorial del Colegio de Ingenieros Técnicos Forestales de Cantabria, explica a El Debate que el eucalipto es un cultivo forestal que produce «un beneficio para el propietario y la industria» y que es «absolutamente necesario y no se puede prescindir de él». Recuerda que lleva ya con nosotros casi siglo y medio y apunta a que la posibilidad de que ejerza de especie invasora es «mínima».
Una postura que choca con la de Pedro Álvarez, catedrático de ingeniería agroforestal en la Universidad de Oviedo, que subraya a este medio que los efectos de la gran presencia del eucalipto genera diversos problemas, como la alteración de regímenes hidrológicos. «Sus hojas tienen contenidos elevados de aceites esenciales y otros compuestos, que causan distorsiones en los ecosistemas», destaca Álvarez. Asimismo, señala que producen un 20 % menos de hojarasca que los árboles autóctonos y tienen un menor contenido de nutrientes, lo que hace que el suelo sea «más tóxico y pobre».
Los efectos negativos son, según acentúa, numerosos. Entre ellos, hay que destacar que genera condiciones de efectos alelopáticos, es decir, inhiben el crecimiento de otras especies: «Reducen a la mínima expresión la diversidad y la biodiversidad», incluyendo aves o murciélagos, que en los eucaliptales suelen estar entre tres y cuatro veces por debajo que en arboledas autóctonas.
Una especie altamente inflamable
Según el catedrático, el eucalipto es además una especie altamente inflamable, por lo que tener masas continuas de este árbol conlleva «un riesgo elevado y no muy razonable. Es como tener un polvorín y no se debería pormenorizar por intereses espurios», subraya. Lo cierto es que en zonas de Galicia y Portugal se suelen producir grandes incendios que, en muchas ocasiones, tienen esa voracidad por la presencia del eucalipto, y es que en un eucaliptal la velocidad del fuego puede ser de 12-14 metros por minuto, mientras que en un robledal es del orden de la mitad, unos seis metros por minuto.
Manrique, por su parte, califica la alta combustión del eucalipto como «una leyenda urbana» y atribuye estos incendios a la falta de gestión forestal: «No arden más que otras especies autóctonas, de hecho se queman más zonas de roble que de eucalipto», señala.
En oposición, Álvarez critica que las autoridades estén ahora intentando justificar la plantación de eucaliptos con la premisa de que capturan carbono. Esto es correcto, puesto que tienen un crecimiento rápido y una gran capacidad de absorción, pero «no sirve de nada si ese carbono lo vas a poner en circulación en 10 o 20 años: lo efectivo es almacenarlo en el suelo», comenta.
También apunta a que la plantación masiva en los pueblos pequeños aboca al fin de las actividades agropecuarias rurales, ya que se están sustituyendo terrenos destinados al ganado o la agricultura por plantaciones de eucalipto, en su mayoría por motivaciones económicas. En su opinión, las autoridades no han declarado a esta especie invasora por intereses económicos y cree que lo ideal sería diseñar estrategias a nivel territorial para mantener los eucaliptales, pero respetando a la vez la biodiversidad de cada zona.
Posiciones enfrentadas de dos expertos en la materia que muestran la división existente en la sociedad entre quienes quieren mantener, e incluso aumentar, la presencia de los eucaliptos y aquellos que luchan por su reducción en pos de fomentar la biodiversidad autóctona.