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La huella del jardín en el DNI: uno de cada diez españoles tiene nombre o apellido de planta

Según cifras del INE, más de 3,4 millones de españoles tienen al menos un apellido con raíces en el mundo vegetal, mientras que 1,2 millones poseen un nombre de pila de la misma procedencia

Alrededor del 10 % de los españoles, es decir, cerca de cinco millones de personas, tienen una conexión directa con la naturaleza desde su nacimiento a través de sus nombres o apellidos, que provienen del reino vegetal. Así lo revela una investigación de la Universidad de León (ULe), cuyos resultados han sido difundidos a través de dos artículos firmados por José Luis Acebes Arranz, catedrático de Fisiología Vegetal, y el doctor Carlos Frey, y publicados en la plataforma académica The Conversation.

Entre los nombres y apellidos más comunes con origen vegetal destacan Rosa y Romero. En el caso de Rosa, se contabilizan 305.658 mujeres que llevan ese nombre o variantes como Rosa María, María Rosa, Rosita, Rosy, Rosalina, Rosaura, Rosalba o Rosalinda. En cuanto a Romero, es compartido por aproximadamente 450.000 personas, distribuidas equitativamente como primer y segundo apellido.

Según cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE), más de 3,4 millones de españoles tienen al menos un apellido con raíces en el mundo vegetal, mientras que 1,2 millones poseen un nombre de pila de la misma procedencia.

Frey explicó que el apellido Romero está asociado al conocido arbusto aromático típico del entorno mediterráneo. No obstante, apuntó que también podría derivar del término latino romaeus, que significa peregrino. Junto a Romero, figuran otros apellidos con connotación botánica como Ramos, Morales, Flores, Carrasco, Mora y Parra.

Existen también casos menos evidentes, como el apellido Iniesta, que proviene del término latino genesta, relacionado con un tipo de retama; o Póveda, vinculado a los álamos. Esta complejidad llevó a los autores del estudio a preguntarse si los apellidos vegetales guardan relación con la flora típica de sus regiones de origen. En algunos casos, indicaron, esa relación es difusa debido a la expansión geográfica de los apellidos, pero en otros es evidente. Por ejemplo, el apellido Romero aparece con mayor frecuencia en el sur peninsular y en zonas mediterráneas, algo similar a lo que ocurre con Olivares o Castaño.

Frey añadió que este fenómeno no se limita al ámbito hispano: «Como dato interesante, este fenómeno no sólo se describe a apellidos españoles, el famoso apellido inglés americano ‘Bush’, significa arbusto o zona arbustiva». Y subrayó que, lejos de ser una mera curiosidad, esta realidad lingüística pone de manifiesto «nuestra profunda conexión con la naturaleza y las plantas en particular, que no sólo nos proporcionan sustento y aire, sino que también dejan huella en nuestra identidad».

En lo que respecta a los nombres propios, la investigación revela que unos 1,22 millones de españoles, lo que representa el 2 % de la población, tienen un nombre con origen vegetal. Este fenómeno es marcadamente femenino: 1,13 millones de mujeres frente a algo menos de 90.000 hombres. Además, unas 3.585 personas llevan nombres neutros, es decir, compartidos por ambos sexos.

Rosa encabeza la lista de los nombres femeninos más populares, seguida por Laura, Margarita y Susana. Los investigadores destacaron cómo una misma flor se puede reflejar en distintos idiomas: «Susana, Azucena, Lis y Lirio aluden al lirio o azucena en hebreo, árabe, francés y español, respectivamente».

También hay nombres que, pese a no parecerlo a simple vista, tienen raíces vegetales. Tal es el caso de Laura y su equivalente griego Dafne, ambos vinculados al laurel.

Entre los hombres, Lorenzo y Florencio son los nombres vegetales más extendidos, seguidos de Jacinto y Narciso. Lorenzo es una variante de Lauro, asociado al laurel, al igual que Laurentino y Laureano, que suman unas 37.000 personas. Por su parte, Florencio proviene de Floro, al igual que Florentino, Florián y Floriano, todos ellos con la connotación de «en flor» o «floreciente».

Este exhaustivo estudio pone de manifiesto cómo la huella de la naturaleza, en forma de flores, árboles o plantas, está profundamente arraigada en la identidad personal y cultural de millones de ciudadanos.

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