Dos miembros de Futuro Vegetal con una pancarta
Qué es Futuro Vegetal, la organización radical que atenta contra obras de arte y sedes de partidos políticos
Con sus acciones vandálicas, que comenzaron en 2022, pretenden luchar contra la crisis climática a pesar de haber sido considerados «organización criminal»
«Somos un colectivo de desobediencia civil y acción directa que lucha contra la crisis climática mediante la adopción de un sistema agroalimentario basado en plantas». Esta es la carta de presentación de Futuro Vegetal, la organización que lleva copando titulares desde 2022 como consecuencia de sus actos vandálicos contra edificios y obras de arte.
Con una reivindicación contra la crisis climática como telón de fondo, este colectivo utiliza la desobediencia civil y el sabotaje para aparecer en los medios de comunicación y que, de esta forma, su mensaje se difunda. Su fama comenzó en octubre de 2022, cuando dos ecologistas arrojaron sopa de tomate sobre Los girasoles de Vincent Van Gogh en la National Gallery de Londres. Este fue solo el primer cuadro afectado, al que le seguirían El Sembrador, también de Van Gogh, La maja desnuda y La maja vestida de Francisco de Goya o, hace tan solo unos días, El primer homenaje a Colón que aloja el Museo Naval de Madrid.
En 2023, dos activistas se pegaron las manos al atril del Congreso de los Diputados como forma de protesta contra las subvenciones del Gobierno a la industria ganadera. Las sedes nacionales tanto del Partido Popular como del PSOE tampoco han salido ilesas, con ataques con pintura y cinco detenidos. La fachada de la Sagrada Familia, el restaurante de MasterChef, algunos bancos o la fachada de la Embajada británica en Madrid en una de las torres de la Castellana han sido otras de sus acciones en los últimos años.
Pero, ¿quién está detrás de todo ello? La realidad es que, según han explicado, el colectivo no tiene líderes, sino que se organiza «horizontalmente» por grupos de trabajo y cada uno de ellos cuenta con una persona que «dinamiza el espacio». Lo forman abogados y científicos y se les considera una escisión radicalizada de Extintion Rebellion, un grupo que defiende la resistencia civil no violenta.
Sus acciones han sido calificadas como actos vandálicos, y el grupo ha llegado a ser señalado como una «organización criminal», aunque sus integrantes sostienen que su propósito no es delinquir, y argumentan que se permite «destruir ecosistemas de forma sistemática, pero parece escandaloso adherirse a un cuadro, algo que además tiene un carácter meramente simbólico».
De hecho, en 2022 el fiscal general del Estado incluyó las acciones de Futuro Vegetal bajo el epígrafe de «Terrorismo Nacional», aunque se desdeciría al año siguiente, recalcando que la organización no estaba considerada como un grupo terrorista.
Aunque en sus diversas actuaciones se han producido detenciones, en diciembre de 2023, la Policía Nacional detuvo durante varias horas a 22 personas, presuntamente integrantes del colectivo, con edades comprendidas entre los 20 y más de 60 años. Las detenciones se llevaron a cabo en diversas ciudades –Madrid, Barcelona, Cádiz, Murcia, Elda (Alicante), Zaragoza, Granada, Valencia, Soria, Santander y San Sebastián– bajo la acusación de «conformar una estructura criminal» y de haber causado daños al patrimonio valorados en más de medio millón de euros.
Pintadas realizadas por activistas de Futuro Vegetal en el edificio donde se encuentra la Embajada del Reino Unido en España
Manual para delinquir
En su página web exigen al Gobierno que elimine las subvenciones a la ganadería y destinarlas a promover alternativas sostenibles basadas en plantas, siguiendo las demandas de Extinction Rebellion. Denuncian que la ganadería es la principal causa de deforestación y emisora de gases de efecto invernadero, reclamando un cambio del sistema agroalimentario para mitigar la crisis climática. En España, advierten de la vulnerabilidad por la sequía y la concentración de tierras y ayudas en grandes corporaciones, mientras la pequeña agricultura desaparece. Defienden, asimismo, una redistribución equitativa de la tierra, la reducción del consumo de carne en un 84 % y la justicia climática y social.
En sus materiales reivindican tácticas para llamar la atención, incluyendo métodos para pintar como transformar un extintor en un lanzador de pintura. Asimismo, incluyen instrucciones para colapsar el tráfico de una ciudad o una guía en la que se explica cómo hay que organizar los comandos para parar ciudades.