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Una pantalla de ordenador en la que se está usando ChatGPT

ChatGPT sufrió una caída global el 3 de septiembre

Tres horas sin ChatGPT: el apagón que mostró al mundo cuánto dependemos de la IA

La caída afecto a usuarios de todo el planeta y la falta de respuestas del chatbot de OpenAI paralizó rutinas de empresas y particulares

Las caídas de plataformas como Google, Facebook o X hace tiempo que son noticia en los medios digitales. Tener a millones de usuarios bloqueados ha pasado de anécdota a considerarse algo que merece la pena ser difundido dure el tiempo que dure el apagón.

Pero faltaba un fallo, uno que hasta que no sucediese no nos iba a desvelar cuánto dependemos de una IA que nadie reconoce abiertamente que utiliza por ese miedo a que otro presuponga que hace su trabajo.

Fue el pasado 3 de septiembre cuando ChatGPT estuvo inactivo durante tres horas a nivel mundial. El apagón no solo sorprendió a quienes lo usaban para curiosidades o consultas rápidas, sino que expuso que la inteligencia artificial (IA) ha dejado de ser un entretenimiento y ya es una infraestructura cotidiana con demasiado peso.

Sin respuestas

Durante esas tres horas, millones de personas y empresas se encontraron sin respuestas a su organización habitual dependiente de ChatGPT en cualquiera de sus modelos. Lo que parecía impensable hace apenas unos años se volvió realidad, la interrupción de un servicio de IA paralizó dinámicas de trabajo, comunicación y hasta de ocio.

Estudiantes y docentes que dependen de la herramienta para organizar clases, revisar textos o preparar presentaciones tuvieron que improvisar. Áreas de atención al cliente automatizadas, equipos de marketing y departamentos de innovación vieron interrumpidos procesos que ya se apoyan de forma rutinaria en IA. Miles de desarrolladores que consultan al modelo para depurar código tuvieron que volver a buscar soluciones tradicionales y más lentas. Desde quienes lo usan para traducir textos hasta quienes lo integraron en su día a día como asistente personal, el apagón fue algo parecido a una caída de internet o del correo electrónico. O, quién sabe, si algo mucho peor.

La caída reveló algo más profundo, la IA ya no es marginal

La caída reveló algo más profundo y es que la IA ya no es marginal. Ya no es el nuevo juguete de la tecnología ni es solo una curiosidad que viene del futuro. Es parte de la estructura básica de trabajo, estudio y comunicación de millones de personas y pasar tres horas desenchufado puede derivar en problemas importantes.

Lo que antes era accesorio se transformó en dependencia. El apagón fue un recordatorio de que delegamos en la IA tareas críticas, desde redactar informes hasta ayudar a tomar decisiones estratégicas. Y cuando ese sistema falla, se genera un vacío inmediato.

El apagón de ChatGPT duró tres horas. El efecto, sin embargo, durará mucho más. Como aquel apagón que dejó a España sin luz del 28 de abril, fueron horas de incertidumbre y de valorar todo lo que depende de la electricidad, pero también de meses intentando buscar explicaciones y fórmulas para no vuelva a pasar más.

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