Cosecha de la patata en una finca de Sevilla (Andalucía)

Cosecha de la patata en una finca de Sevilla (Andalucía)Europa Press

El atasco de la patata congelada tambalea a los grandes productores europeos

Los integrantes del NEPG han destacado la influencia de las decisiones de Donald Trump y del aumento de las exportaciones China e India

El bloque NEPG (Productores de patata del noroeste de Europa por sus siglas en inglés) formado por Países Bajos, Bélgica, Francia y Alemania sufre una sangrante crisis.

Los precios de la patata han caído un 75 % en apenas tres meses, de los 30 euros por cada 100 kilos del tramo final de 2025 a los 7,5 euros que señalan los NEPG, que son víctima de las tensiones comerciales entre la Unión Europea (UE) y Estados Unidos.

El frenazo del país norteamericano a la compra de productos transformados de la patata, como las patatas fritas congeladas, aparecen como el principal causante de este colapso.

«Las patateras europeas contaban con capitanear un mercado global y eso ahora se ha empezado a cerrar. Los planes de globalización se están desestabilizando y las decisiones de siembra y de expansión de superficie no iban en esa dirección», apunta en conversación con El Debate Alberto Duque, responsable de patata de COAG.

La incertidumbre crece entre los gigantes europeos de la transformación de patata, que han hecho un aprovisionamiento de producto para industria al que tendrán que buscar mercado.

«Esto es una cadena. La patata que no va a otros lugares se queda en Europa, que está saturada de producto. El mayor problema que pueden tener los agricultores españoles es que las patatas que iban a ir a transformación están en el mercado de fresco y, aunque sean peores, afecta. Al final hay más kilos a disposición con los que no teníamos que competir y ahora hay que verlo», apunta Duque.

Los integrantes del NEPG han destacado en un comunicado la influencia de las decisiones de Donald Trump, presidente de EE.UU., del aumento de las exportaciones China e India, y de las dificultades para competir bajo las estrictas normas de la UE. «La exportación de productos de patata congelada de la UE podría sufrir por decisiones erráticas futuras tomadas por el nuevo presidente de EE.UU. Al mismo tiempo, el sector europeo de la patata debe ser consciente de los crecientes jugadores alternativos en la exportación como China, India, Egipto, Argentina y Turquía», advirtió el bloque.

«Veremos qué repercusión tendrá este efecto dominó en los precios para los productores españoles. Los intermediarios se agarran a que hay patata de sobra en mercado y costará más sacar un buen precio», explica Duque, que indica que la superficie cultivada y la producción han aumentado, mientras que las opciones de mercado se han estrechado.

«No es que haya bajado la demanda, es que lo que se ha procesado se ha elaborado en un momento determinado con vistas al mercado norteamericano y ahora hay que hacer cuentas», asevera el responsable de COAG.

El atasco de la patata congelada y los transformados de la misma pone en alerta al producto en fresco. «Los europeos no vendrán a por patatas porque tienen que dar salida a estos kilos que daban por vendidos. Además, patatas de países como Egipto han ganado relevancia en Europa. Esta acumulación salpica a la patata nacional», considera Duque, que exige a los consumidores criterio para que el producto español se resienta lo menos posible ante este tipo de circunstancias: «Hay que ser riguroso, fijarse en la etiqueta y mirar la procedencia para pensar en qué se compra y cómo está cultivada esa patata según su origen. En ningún lado se cumplen con estándares tan exigentes como los que tenemos en Europa».

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