Ocuparse de los perros
La semana de víspera hay que confirmar la cita de la mañana: dónde tiene que estar y a qué hora. Siempre es bueno hacerlo con días de antelación para poder organizarse, mirar los distintos itinerarios y llegar puntual
Desde la atalaya. Guía llevando la mano de los perros
«Paco, ¿cómo estás? Oye, apúntate el sábado 6 de diciembre, que damos la montería de la sierra. Más adelante te llamaré para los barrancos».
- «¡Cuente con ello! ¡Muchas gracias!».
Ya está. Con esta llamada nos creemos que nos hemos ocupado de los perros.
Escucho hablar sobre las obligaciones o normas con las que tienen que cumplir las rehalas, pero poco o nada sobre los derechos que tienen. Sin duda, las rehalas deberán esforzarse para demostrar que tienen las capacidades y el oficio necesarios. Por ello, sus derechos no son innatos, sino que se ganarán a través de su profesionalidad y compromiso.
Quien vaya a dar una montería, ya sea de invitación o comercial, lógicamente, quiere dejarlo cerrado cuanto antes para tener acceso a las mejores rehalas. Erróneamente, puede pensar que con apalabrarlas ya está todo hecho y que solo quedaría pagar la propina el día de la montería. No es así. Cuando se llama a una rehala, se asumen unas obligaciones y responsabilidades que van más allá.
Todo empieza con la llamada que comentábamos al principio: confirmar la fecha y determinar las condiciones. No obstante, desde esta llamada hasta el día de la montería pueden pasar muchas cosas… Problemas con el permiso, cambios en el acceso a la mancha, meteorología adversa... Factores que pueden redundar en cancelación o posposición. Si se opta por cualquiera de ambas, se debe informar al perrero cuanto antes. Se ha comprometido y, por tanto, está diciendo que no a otras monterías y no podemos dejarle colgado por no avisar en tiempo y forma.
Si, como suele ser normal, todo sigue su curso, la semana de víspera hay que confirmar la cita de la mañana: dónde tiene que estar y a qué hora. Siempre es bueno hacerlo con días de antelación para poder organizarse, mirar los distintos itinerarios y llegar puntual.
Desayuno para los perreros en la montería de El Manzano, Talarrubias
La hora también es algo a tener en cuenta. Se cita pronto para soltar a las doce del mediodía o más tarde. Ahorrar un par de horas a los perros en el camión siempre es positivo. Que lleguen con el tiempo necesario de desayunar, cambiarse y salir hacia la suelta. Es importante buscar un sitio cómodo donde dejar los coches. Un aparcamiento amplio, sin peligro y cerca de donde se vaya a desayunar para poder tener controlados a los perros.
También hay que garantizar un desayuno digno. No olvidemos que los perreros vienen a trabajar y que hay por delante horas de monte duro. Con mucha probabilidad, terminarán tarde. Es justo y necesario. Si no se puede, al menos dar un taco.
Cada mancha es un mundo y tiene sus propios usos
En la cita tiene que haber alguien esperándoles que les reciba y dé las instrucciones. Confirmará al organizador que todas las rehalas han llegado y manejará los tiempos de salida hacia la mancha. Ordenará los coches por sueltas y presentará a los guías.
Cada mancha es un mundo y tiene sus propios usos. También, pueden haber ocurrido cosas que modifique lo que se hizo en años anteriores. Por todo ello, siempre será una buena idea que haya al menos un guía por suelta. Esta persona sabe, desde hace días, qué rehalas lleva a su suelta, por dónde ir o qué vehículos pueden llegar por ese camino. Como está en contacto con el organizador, determinará la hora de suelta y, dado que conoce la mancha a batir, guiará a las rehalas desde la suelta a la recogida evitando que se pierdan. También es el garante de que se mantenga la línea, que nadie se salte la mano, de que se crucen las armadas todas las rehalas a la vez, de marcar agarres facilitando la recogida y de un largo etcétera de atribuciones que consiguen que ese día todo se desarrolle con rapidez, seguridad y armonía.
Últimamente estoy viendo cómo en algunas monterías se mandan las ubicaciones de las sueltas en un grupo de WhatsApp. Una chincheta de Google Maps está sustituyendo a los guías. Es más rápido y barato, pero no suele salir bien. Crea confusión y el trayecto que nos marca puede ser comprometido, lo que supone retrasos y problemas. La labor de un guía competente y conocedor de la zona es de las más importantes en una montería y algo que debemos poner al servicio de las rehalas para que puedan realizar su tarea como deben.
Sobre las propinas, lo ideal es que se paguen por la mañana y que el organizador, el guarda o la persona encargada de esta tarea deje todo liquidado según lleguen las rehalas. Algunos creen que si se pagan las propinas por la mañana, el desempeño de los perreros será peor. Estoy totalmente en contra y pienso que es al revés. Si al llegar te pagan, están reconociendo tu trabajo, considerándote y facilitando la vuelta a casa por la tarde. Además, es una preocupación menos para el organizador.
Al final del día hay que poner a disposición de los perreros un sitio apropiado y ofrecer una comida acorde. Tradicionalmente, monteros y perreros solían comer juntos. Esto se mantiene en algunas casas, aunque veo complicado recuperarlo de manera generalizada… Fuera como fuese, lo que no está bien es tener a los perreros comiendo algo sin cariño ni calor, bajo una teja vana, mojándose o con frío. ¿Qué imagen da ese organizador o esa casa? ¿Qué cariño van a generar en esas personas? El incremento en costes es prácticamente inapreciable y es seña de reconocimiento y agradecimiento.
Llamamos a personas para que vengan a realizar una labor que es irremplazable. Debemos exigirles que den lo mejor de ellos, pero también tenemos que garantizarles que serán considerados, que se les ayudará en el desarrollo de su faena y que se les va a cuidar y a reconocer.
Un perrero no es un mero trabajador, es mucho más que eso. Tiene carácter de invitado y como tal hay que tratarlo. Es parte del todo. Parte esencial.
- Diego Gómez-Arroyo Oriol es perrero