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18 de mayo de 2024

Acceso a una catacumba

Acceso a una catacumba

Confirman la existencia de la legendaria 'puerta trasera del infierno' en México

Un equipo de arqueólogos usa tecnología no invasiva para identificar un antiguo templo subterráneo descrito en las crónicas de misioneros cristianos del siglo XVII

Un equipo internacional de arqueólogos anunció recientemente haber hallado pruebas de Lyobaa, un antiguo templo subterráneo localizado en la antigua ciudad de Mitla, en el actual estado de Oaxaca (México).
Lyobaa, traducido como ‘lugar de descanso’, era considerado el acceso al inframundo en la civilización zapoteca. Las primeras referencias y menciones de soldados españoles al lugar datan del siglo XVI. Sin embargo, la descripción más completa es obra del sacerdote e historiador Francisco de Burgoa y corresponde a 1674.
En sus escritos, Burgoa narraba la existencia de un lugar con cuatro cámaras interconectadas. La primera, según el cronista, servía de capilla; la segunda, de punto de entierro de los sumos sacerdotes; la tercera, de cementerio de reyes; y la cuarta, por último, tenía, de acuerdo a su relato, una puerta en la parte trasera que conducía a «una habitación oscura y horripilante» por la cual «se arrojaban los cuerpos de las víctimas de los grandes señores y caciques» zapotecos.
Por considerarlo un lugar que albergaba a un «espíritu maligno» y a sus «sirvientes demoníacos», las autoridades decidieron sellar el lugar, al que consideraron la «puerta trasera del infierno», y construir encima una iglesia. A ese nuevo templo lo llamaron Iglesia de San Pablo.
Aunque hasta ahora las excavaciones arqueológicas de Mitla habían descubierto algunas pequeñas cámaras subterráneas, el entorno descrito por Burgoa seguía siendo un misterio.
Para dar con él, responsables del Proyecto de Investigación y Exploración Arqueológica, en colaboración con el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH) y la Universidad Autónoma de México (UNAM), iniciaron el llamado Proyecto Lyobaa.

Metodología

Esta iniciativa, al igual que otras de carácter arqueológico, empleó métodos geofísicos no destructivos para averiguar si la leyenda era real. Siguiendo las descripciones de Burgoa, elaboraron con los datos obtenidos un modelo en 3D del lugar.
Estos datos confirmaron la existencia de un gran vacío bajo el altar mayor de la iglesia –donde además se identificó una entrada bloqueada– que conectaba con otra anomalía al norte de la nave. Además, dos pasadizos desembocaban en el vacío principal desde el este. Todo indica, por tanto, que sí, que la «puerta trasera del infierno», o por lo menos el antiguo templo subterráneo sellado, era real. Y serán las próximas investigaciones que se realicen al respecto las que aporten más detalles.

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