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27 de abril de 2024

La sonda Cassini observó las plumas de agua helada y vapor en la luna Encélado

La sonda Cassini observó las plumas de agua helada y vapor en la luna EncéladoNASA

Los científicos identifican dónde buscar signos de vida extraterrestre

Los autores del estudio plantean la hipótesis de que las células bacterianas podrían incorporarse al material helado que se emite al espacio desde Encelado o Europa

Los océanos cubiertos de hielo que se encuentran en algunas lunas que orbitan alrededor de Saturno y Júpiter son considerados los principales candidatos en la búsqueda de vida extraterrestre. Un nuevo estudio, liderado por la Universidad de Washington en Seattle y la Freie Universität de Berlín, revela que los granos de hielo individuales expulsados de estos cuerpos celestes pueden contener suficiente material para que los instrumentos espaciales detecten posibles signos de vida. Esta investigación, publicada en Science Advances, representa un avance significativo en el campo de la astrobiología.
El autor principal del estudio, Fabian Klenner, destaca la importancia de estos hallazgos al afirmar que por primera vez se ha demostrado que incluso una pequeña fracción de material celular podría ser identificada mediante un espectrómetro de masas a bordo de una nave espacial. Esto incrementa la confianza en la posibilidad de detectar formas de vida similares a las terrestres en lunas con océanos.
La misión Cassini, que finalizó en 2017, descubrió grietas paralelas cerca del polo sur de Encelado, una de las lunas de Saturno, de las cuales emergen columnas que contienen gas y granos de hielo. Por otro lado, la misión Europa Clipper de la NASA, cuyo lanzamiento está previsto para octubre, llevará más instrumentos para explorar en detalle la superficie de Europa, una luna helada de Júpiter.

Imitar las condiciones del espacio

Para prepararse para esta próxima misión, los investigadores han estudiado las posibles observaciones que podrían hacerse con la nueva generación de instrumentos. Dado que es técnicamente imposible simular directamente granos de hielo viajando a velocidades de entre 4 y 6 kilómetros por segundo, como sucedería en una colisión real con un instrumento de observación, se utilizó una configuración experimental especial que permitió imitar las condiciones del espacio.
Los resultados obtenidos demuestran que los instrumentos previstos para futuras misiones, como el analizador de polvo superficial a bordo del Europa Clipper, tienen la capacidad de detectar material celular en uno entre cientos de miles de granos de hielo. Este estudio se centró en la bacteria Sphingopyxis alaskensis, común en aguas frente a Alaska, que resulta ser un candidato prometedor para la vida en lunas heladas debido a sus características.
La investigación también revela que analizar granos de hielo individuales, donde se concentra el biomaterial, es más efectivo que promediar una muestra más grande que contiene miles de millones de granos individuales. Estos hallazgos sugieren la viabilidad de detectar vida o sus rastros en estos cuerpos celestes.
Un estudio anterior dirigido por los mismos investigadores proporcionó evidencia de fosfato en Encelado, lo que sugiere la presencia de energía, agua, fosfato, otras sales y material orgánico a base de carbono, aumentando la probabilidad de que albergue formas de vida similares a las terrestres.
Los autores del estudio plantean la hipótesis de que las células bacterianas podrían incorporarse al material helado que se emite al espacio desde Encelado o Europa, lo que podría proporcionar pistas sobre la presencia de vida en estas lunas heladas.
El analizador de polvo de superficie a bordo del Europa Clipper será más potente que los instrumentos de misiones anteriores, lo que aumenta las posibilidades de detectar ácidos grasos y lípidos, compuestos que podrían indicar la presencia de vida.
Con la instrumentación adecuada, como la que estará disponible en la sonda espacial Europa Clipper de la NASA, podría ser más factible encontrar vida, o al menos indicios de ella, en estas lunas heladas de Saturno y Júpiter, concluye el autor principal del estudio, Frank Postberg, profesor de ciencias planetarias en la Freie Universität de Berlín.
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