Ilustración de la basura que se acumula en órbita
Ciencia
La NASA advierte que la basura espacial de empresas como SpaceX arruinará las imágenes de los telescopios
Concretamente, se estima que el 39,6 % de las capturas del Hubble resultarán dañadas por las trazas de luz reflejada por los satélites, lo que las haría inservibles
En apenas cinco años, el número de satélites que orbitan la Tierra ha pasado de 2.000 a más de 15.000, y se estima que en 2037 este número podría superar el medio millón. Esta expansión, impulsada por el abaratamiento de los lanzamientos, supone una amenaza para la astronomía, especialmente por la contaminación lumínica que generan los satélites, según advierte un estudio del Centro de Investigaciones Ames de la NASA.
El trabajo, liderado por el científico Alejandro S. Borlaff, concluye que las imágenes obtenidas por telescopios espaciales como el Hubble podrían verse seriamente afectadas. Concretamente, se estima que el 39,6 % de las capturas del Hubble resultarán dañadas por las trazas de luz reflejada por los satélites, lo que las haría inservibles. La situación sería aún más grave para otros telescopios, como el SPHEREx (NASA), el ARRAKIHS (ESA) y el Xuntian (China), cuyos registros podrían verse comprometidos hasta en un 96 %.
En su estudio, los investigadores simularon la visión de estos cuatro telescopios, que operan en altitudes de entre 400 y 800 kilómetros. Es aquí donde entran en juego empresas como SpaceX. A medida que aumentan las constelaciones satelitales como Starlink, OneWeb, Astra o Guowang, también crece el número de satélites que interfieren en las observaciones científicas. Según los cálculos, cada imagen del Hubble podría verse perturbada por más de dos satélites; en el caso del telescopio Xuntian, serían hasta 92 por captura.
El equipo propone como posibles soluciones reducir el número de satélites o ubicarlos en órbitas más bajas. Sin embargo, esta estrategia podría tener efectos adversos sobre la capa de ozono, advierten.
Desde el Instituto de Astrofísica de Canarias, la astrónoma Olga Zamora subraya que el estudio demuestra cómo el desarrollo de estas megaconstelaciones pone «en jaque a los telescopios espaciales de máximo interés científico». A su juicio, «debemos parar esta situación antes de que sea demasiado tarde. La ciencia del futuro está en juego».
Alejandro Sánchez de Miguel, investigador en el Instituto de Astrofísica de Andalucía-CSIC, considera que el estudio es «hasta optimista», al no contemplar todas las constelaciones previstas, como las de China o Rusia. Además, alerta de que este fenómeno tiene implicaciones más amplias: desde la pérdida de referentes culturales que dependen de las estrellas, hasta riesgos para el medioambiente o el tráfico aéreo. A su entender, es urgente aplicar la legislación espacial vigente y generar conciencia social.
Por su parte, Jorge Hernández Bernal, del CNRS y la Universidad de la Sorbona, califica el problema como un reflejo de «un sistema socioeconómico fuera de control» y denuncia la falta de voluntad política para regular el uso del espacio. Apuesta por una «democratización real» que permita una gestión multilateral y transparente del entorno orbital, con participación de la sociedad civil.