Fundado en 1910

Ilustración de un robot con conexiones neuronalesGetty Images / Andrew Ostrovsky

Ciencia

¿Puede una máquina llegar a tener consciencia? Un neurocientífico aclara esta posibilidad

El neurocientífico Ignacio Morgado, catedrático emérito de Psicobiología en la Universidad Autónoma de Barcelona, lleva años explorando uno de los grandes enigmas de la ciencia: la consciencia. Aunque reconoce que su esencia sigue siendo un misterio, defiende que es un logro crucial de la evolución humana.

En una entrevista concedida a la Agencia EFE, Morgado desgrana su nuevo libro El espejo de la imaginación. ¿Qué es la consciencia?, el cuál traza su teoría sobre esta dimensión mental que, aunque intangible, condiciona toda nuestra experiencia. «La vida de los humanos es, sobre todo, imaginación; todo lo que percibimos, sentimos o pensamos es lo que está en nuestra mente», afirma.

Para Morgado, la consciencia permite que nos reconozcamos como agentes activos en el mundo: «Una de las propiedades que tiene la consciencia es que nos sentimos 'agentes', es decir, alguien capaz de hacer algo para cambiar su mundo». Y añade: «Sin una mente consciente seríamos como un vegetal, nunca nos enteraríamos de que existimos».

El papel de la imaginación es, a su juicio, clave: «Al tener consciencia de lo que pasa en nuestro interior lo vemos reflejado en esa especie de espejo que es la imaginación, que nos permite conocer lo que pensamos, lo que vamos a hacer, lo que podríamos hacer o la solución a los problemas que nos planteamos».

Esta flexibilidad, subraya, no es replicable en máquinas: «Eso podría ser también, en buena medida, un robot, pero el ingenio artificial está programado con límites». Aunque hipotéticamente una inteligencia artificial pudiera desarrollar consciencia, plantea una paradoja inquietante: «Si algún día los ingenieros crearan una máquina de la complejidad del cerebro humano que espontáneamente fuera consciente, podría ocurrir que ni ellos supieran cómo ese ingenio está haciendo posible la consciencia».

Pese a décadas de estudio, admite: «No conocemos la naturaleza íntima de la consciencia, pero diría que no es demasiado importante». En su opinión, el valor adaptativo de la consciencia radica en que «nos da pie a que creamos que hay algo más allá de nosotros, lo que nos ayuda a resistir en la enfermedad, la miseria, el dolor».

Sobre la libertad, sostiene una tesis provocadora: «La consciencia nos hace sentir libres aunque no lo seamos». El hecho de que nos experimentemos como libres, aunque estemos condicionados por causas que ignoramos, resulta, según él, preferible a lo contrario.

Finalmente, lanza una reflexión ontológica: «Ahí fuera solo hay materia, energía, pero es mucho más bonito percibir el mundo con luz, colores, olores, sabores, que están solo en nuestra mente».

Así, Morgado reivindica la consciencia no solo como un fenómeno biológico, sino como la clave que da forma a la experiencia humana.