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Nazareth Castellanos, doctora en Neurociencia por la UAM y autora de El Puente Donde Habitan las Mariposas

Nazareth Castellanos, doctora en Neurociencia por la UAM y autora de El Puente Donde Habitan las MariposasEdiciones Siruela (Cedida)

Entrevista | Nazareth Castellanos, autora del libro El Puente Donde Habitan las Mariposas

Nazareth Castellanos, doctora en Neurociencia: «Cuando tenemos ansiedad hay una zona del cerebro que aumenta su actividad»

En su última obra, El Puente Donde Habitan las Mariposas, la neurocientífica intenta reflejar cómo los estados internos moldean nuestra percepción del mundo y nuestra manera de habitarlo

Nazareth Castellanos (1977, Madrid) se ha convertido en una de las figuras más influyentes en la divulgación científica actual, dedicando su carrera a explorar la relación entre cuerpo, cerebro y mente. Castellanos es directora de investigación en Nirakara-Lab y la cátedra extraordinaria de Mindfulness y ciencias cognitivas de la Universidad Complutense de Madrid.

Con una trayectoria que combina investigación académica –incluyendo un doctorado en Neurociencia por la Universidad Autónoma de Madrid– y la capacidad para comunicar conceptos complejos de forma accesible al público general, su trabajo se ha convertido en una manera de unir la ciencia y la experiencia cotidiana. Su última obra, El Puente Donde Habitan las Mariposas, intenta reflejar cómo los estados internos moldean nuestra percepción del mundo y nuestra manera de habitarlo.

–Este libro combina neurociencia, filosofía y práctica contemplativa. ¿Qué necesidad científica te llevó a unir estas tres disciplinas en una sola obra?

–Llevo 26 años dedicada a la investigación científica y siempre he trabajado en daño cerebral primero y luego en la enfermedad de Alzheimer. Cuando estaba en la Universidad de Londres, en el Queen's, tuve un momento de reflexión: por qué llevaba tantos años estudiando el dolor y por qué no había casi estudios sobre cómo aprender a estar mejor. Me parecía necesario estudiar qué pasa en el cerebro cuando tenemos algún problema, pero yo no tenía ninguna enfermedad y sentía que la ciencia me dejaba desamparada para intentar estar mejor. Quedaba a lo que cada uno se le ocurriese hacer.

A nivel personal practicaba meditación y respiración. Cuando volví a Madrid decidí cambiar la línea de investigación y ver qué pasa en el cerebro cuando dedicamos un rato al día a trabajar con la respiración o a meditar. No pretendía convertirme en monja tibetana. Fue un intento de estudiar qué podía ayudarnos a mantenernos mejor. Con los años, y dado el aumento de problemas de salud mental, nos dedicamos más a ansiedad, estrés y déficit de atención, donde la respiración está muy relacionada como proceso cognitivo.

Portada de 'El puente donde habitan las mariposas', de Nazareth Castellanos

Portada de El puente donde habitan las mariposas, de Nazareth CastellanosEdiciones Siruela / Nazareth Castellanos

–¿Qué redes cerebrales consideras más relevantes para «habitar» frente al término «pensar»? Se habla de la red por defecto, la ejecutiva, la interoceptiva…

–Lo importante es la alternancia entre ellas. Vemos que hay una fluctuación constante. Cuando tenemos ansiedad, el cambio de redes es más rápido. Cuando estamos mejor, pasamos más tiempo en una red antes de ir a otra. La transición se acelera según el estado. Hay que conocer la función de cada red y, sobre todo, cómo se manifiestan en nosotros. Puedo estar en la red por defecto, pero si no la reconozco, de poco sirve. Esa es la función del libro: cuando estás en esta red, es probable que los pensamientos sean más rápidos, haya más expectativa, recuerdos, diálogo interior. En otra red hay menos diálogo interior y podemos sostener la atención. Se trata de reconocerlas para cultivar más unas que otras.

No soy partidaria de «la solución está en ti». Hay situaciones con las que no vamos a poderNazareth CastellanosDoctora en Neurociencia por la Universidad Autónoma de Madrid

–Hay cada vez más evidencia sobre cómo la respiración puede modular la actividad cerebral. ¿Qué hallazgos recientes te parecen más determinantes?

–Nos han aceptado un artículo que saldrá este mes en Cerebral Cortex, donde estudiamos la dinámica respiratoria correlacionada con índices de salud mental. Vimos que el patrón respiratorio –sobre todo la exhalación y la pequeña pausa después de exhalar– está muy relacionado con la ansiedad. Hay un mecanismo cerebral: cuando tenemos ansiedad, la amígdala aumenta su actividad y produce un efecto llamado apnea inducida por la amígdala, que puede hacer que se salte una respiración. Inspiro, exhalo y me quedo ahí. La amígdala retrasa la nueva inspiración. Al respirar menos, hay desequilibrios en la respuesta al CO2, a la que somos intolerantes, lo que aumenta el malestar corporal. Es un ciclo. Reconociendo el patrón respiratorio, tenemos más margen para modularlo.

–El libro también muestra la respiración como herramienta terapéutica. ¿Qué diferencias fisiológicas hay entre respirar por la nariz y por la boca en términos de activación cerebral?

–Bastantes. Cuando inspiramos por la boca, el proceso de oxigenación funciona, pero a nivel inmune es mejor respirar por la nariz. A nivel cerebral, al inspirar por la nariz se activa el bulbo olfativo, que activa directamente los hipocampos, muy involucrados en memoria, atención y aprendizaje. De ahí pasa a la corteza cingulada, relacionada con el estado de ánimo. Al respirar por la nariz, el cerebro tiene mayor capacidad de reorganizarse y coordinarse. Los estudios muestran que implica más recursos neuronales y se correlaciona con mayor memoria y atención.

–¿Qué papel juegan ritmos corporales como el latido o la respiración en la estabilización emocional? ¿Son una infraestructura de la conciencia?

–Esa es la teoría actual. La ínsula recoge información del organismo y, junto con otras áreas, busca equilibrar la homeostasis. La conciencia sería el intento de integrar lo que sucede en nuestro organismo. El modelo jerárquico de Viena plantea cómo los ritmos de los órganos llegan al cerebro y se fusionan. El corazón impacta más, pero la respiración es especialmente importante porque es la única a la que tenemos acceso voluntario. Puedo modificar mi respiración, pero no mi corazón de forma directa. Ese modelo sigue siendo muy orgánico, muy material, pero se extiende al cuerpo.

Nazareth Castellanos, doctora en Neurociencia por la UAM y autora de El Puente Donde Habitan las Mariposas

Nazareth Castellanos, doctora en Neurociencia por la UAM y autora de El Puente Donde Habitan las MariposasEdiciones Siruela (Cedida)

–¿Qué prácticas tienen mayor respaldo científico para modificar funciones cerebrales?

–Lo más estudiado es la ralentización de la respiración. Respiramos entre 14 y 18 veces por minuto, lo cual es elevado. Cuando la bajamos a unas seis respiraciones por minuto, se ven grandes beneficios cardiovasculares, por ejemplo en hipertensión. Nosotros estudiamos la respiración lenta como analgésico: disminuye los receptores del dolor. En personas con dolor crónico por apatía enseñamos a ralentizar la respiración. No deja de doler, pero la experiencia cambia: no se amplifica el dolor, algo frecuente en deportistas con lesiones o en personas con dolor crónico. Se reduce esa amplificación.

–¿Somos nuestros propios escultores del cerebro?

–No solo eso, pero también sería imprudente decir que todo depende de uno mismo. No soy partidaria de «la solución está en ti». Hay situaciones con las que no vamos a poder. Somos una combinación de nosotros mismos, nuestra voluntad y las circunstancias. Cuando no puedo cambiar las circunstancias, intento cambiar mi relación con ellas, siendo consciente de que no todo depende de nosotros.

–Hay aspectos del cerebro poco modificables incluso con práctica, ¿no?

–Claro. La meditación y la respiración no son medicinas ni cirugía. Una cosa es tratar casos moderados y otra cuando se ha pasado un umbral y la materia sigue su propia inercia. En esos casos intervienen otros enfoques y a veces no se puede hacer nada. Nosotros estudiamos población moderada, no niveles clínicos.

Cuando inspiramos por la boca, el proceso de oxigenación funciona, pero a nivel inmune es mejor respirar por la narizNazareth CastellanosDoctora en Neurociencia por la Universidad Autónoma de Madrid

–¿Cuáles son los mayores retos de divulgar esta ciencia sin que se mezcle con exageraciones pseudocientíficas?

–Por eso es importante que la comunidad científica haga más divulgación. Cuando buscamos ayuda, muchas veces quien se presta a hablar en un lenguaje comprensible no es el más preparado. Yo soy científica y a veces no entiendo ni artículos ni libros de otros investigadores. Quise acercar este conocimiento a quienes no tienen por qué hablar en términos científicos. Si no lo hacemos, escucharán a quien entienden, aunque no sea el más preparado. Eso no significa que la ciencia sea la única que pueda hablar, pero desde mi posición cuento lo que sé. Mi misión es ser un «cartero», como decía Steiner, que entrega la información de lo que otros han hecho.

Nazareth Castellanos, doctora en Neurociencia por la UAM y autora de El Puente Donde Habitan las Mariposas

Nazareth Castellanos, doctora en Neurociencia por la UAM y autora de El Puente Donde Habitan las MariposasEdiciones Siruela (Cedida)

–¿Quedan preguntas fundamentales sobre respiración y cerebro sin respuesta?

–Muchas. Esto acaba de empezar. Igual que cuando se estudió el átomo de hidrógeno. Hemos puesto la bandera: la respiración influye en el cerebro. Ahora hay que validar protocolos, estudiar adolescentes, distintos grados de ansiedad o depresión. Queda muchísimo.

–¿Cómo imaginas la integración de prácticas contemplativas con intervenciones biomédicas en 10-15 años?

–Son prácticas fisiológicas: diriges tu atención hacia ti mismo. El paraguas espiritual que las rodea a veces cohibe. Son procesos cognitivos dirigidos a la propiocepción. Veo una psicología más biológica. Hay que integrar el cuerpo en el trauma y la salud mental; sin el cuerpo falta un ingrediente esencial. Imagino una medicina integral, con interacción entre profesionales. No pido que uno sepa de todo, pero sí trabajo interdisciplinar.

–¿Hay algún nuevo proyecto literario en el horizonte?

–Sí. Me gusta mucho escribir. Ahora estoy con un texto divulgativo, pero también debo terminar un artículo que debo enviar. El registro científico es distinto; en lo divulgativo me acerco a aspectos más humanos. Aprendo más al escribir para un público que no conoce la terminología. Tenemos muchas ideas; falta encontrar tiempo.

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